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LA ALDEA

Ya llevábamos un rato andando, yo observaba el paisaje con detenimiento: era una sabana muy seca, estaba desierta y apenas se podían ver animales. Cualquiera diría que era un infierno pero yo lo encontraba apacible por alguna razón. Mientras yo pensaba en mis cosas Yawara se me acercó:

- Oye, Ivar.

- Dime - Le contesté girándome hacia él.

- ¿Cómo es el lugar de donde vienes?

- Pues... - dije tras estar unos segundos pensando en lo que iba a decir - Sin duda es mucho más diferente que aquí, por ejemplo, nosotros vivimos de la tecnología, todo hoy en día o casi todo está hecho por máquinas. - Saqué mi móvil del bolsillo - Esto es un móvil, no puedes vivir sin él literalmente.

- ¿Cómo funciona?

- A ver, se supone que debería funcionar, pero creo que se me rompió cuando llegué aquí. Le das a este botón... - le enseñé presionando el botón del lateral, acto seguido se encendió. Ambos nos quedamos asombrados. - ¡Anda!¡Funciona!

- ¿Pero qué es?¿Magia?

- No no, es internet, gigabytes, robots, tarjetas de memoria... 

- No me suena.

- Bueno, no pasa nada. ¿Y vosotros? ¿Cómo os la apañais para vivir? - Volví a guardar mi móvil - Apenas hay vegetación y fauna.

- Nosotros sí utilizamos magia. De hecho, somos el pueblo más avanzado de la zona por este motivo, aunque no somos los más ricos.

Me quedé extasiado, si hacían magia, no estaba en mi mundo. A lo mejor estaba en un universo paralelo, o no. No sabía dónde estaba.

Le pregunté a Yawara por qué clase de magia empleaban, él me contó que es algo que desde que nacen les es otorgado, algunos nacen con un solo poder, otros con varios, algunos son más prácticos, otros más inútiles. Me dijo que los suyos eran crear flora y establecer paz mental en la gente, su madre era jefa de una especie de club donde se fortalecían esos poderes. 

Después de todo lo que me contó sentí intriga por saber que clase de magia albergaban los demás del grupo, pero me dio cosa hablar con ellos.

Al ver que yo quería hablar con Tau, Nayah y Johari Yawara empezó un tema para incluirme.

- Chicos, tenemos que enseñarle a Ivar a Taleh.

- Ah, sí, te va a caer muy bien. - Siguió Tau

- ¿Cómo es? - Pregunté

- A ver, en vez de pelo parece que tiene una nube negra en la cabeza.

- Literal - Se rió Nayah.

- Es de mi edad y lleva como cuatro aros en cadena en una oreja... - Continuó Johari.

- Le encanta, le flipan, le alucinan las eucas. - Dijo Tau haciendo gestos exagerados con los brazos.

-¿Las qué?

- Es lo que llevo yo - Especificó Nayah señalando su top sin mangas.

- Ammm...

- Sí, son bastantes populares en nuestro pueblo, hay muchos colores, estampados... Aunque todos tienen la misma forma y suelen ser de la misma tela. Es un pañuelo que tiene un nudo atrás básicamente.

- Es muy amable, aunque a veces no le entiendo, porque se molesta o te contesta borde porque sí.

- Ya, pero la mayoría del tiempo es buena gente, sobre todo cuando le conoces bien. - Puntuó Yawara.

- Johari, estás muy callada, ¿no? - Señaló Tau con retintín.

- ¿El qué? Ah, sí estoy bien.

-¿Qué pasa? - Pregunté

- Nada, solo que cierta persona - disimuló mirando a Johari - le mola Taleh.

- ¡Cállate! ¡No lo tiene que saber todo el mundo! - dijo enfadada y avergonzada.

- Pero si ya lo sabíamos todos - Se metió en la conversación Sali.

- Además, se te nota a la legua - Siguió Tau

- ¡Pues igual no lo sabéis todo! - Soltó ella.

- Johari, ¿Nos tienes que contar algo?

- Ais, ya da igual, pero como se enteren mis padres... - Johari suspiró - Estoy saliendo con Taleh.

- ¡¡¿QUÉÉÉ?!! - Gritamos todos.

- Ea, ya lo sabéis, ahora dejad de molestarme con el temita.

Para despejar la tensión les pregunté por jugar a verdad o reto.

- ¿El qué?

- Es que vamos por turnos preguntando "¿Verdad o reto?" Si esa persona dice verdad hay que hacerle una pregunta de sí o no, si dice reto hay que, eso, ponerle un reto.

- Venga, empiezo yo. - Dijo Sali entrometiéndose de nuevo en la conversación.

- No, vete mejor con Ashanti, esto es entre nosotros. - Dijo Yawara.

- Jooo...

- Empiezo yo si os parece - Se atrevió Tau.

- ¿Verdad o reto? - Pregunté.

- Reto, creo.

- Emm... Dadme ideas que no se me ocurre nada.

- Tienes que dejar que todos te metamos arena en la camiseta. - Se le ocurrió Johari.

- Nooo... ¿No puedo cambiar de opinión?

- Nop, si no tienes que darle un pico a alguien aleatorio de aquí. - Dije inventandome un poco las reglas sobre la marcha.

- Agghh, vale.

Todos cogimos un buen puñado de arena del suelo, algunos más que otros, y la colamos en la parte de atrás de la camiseta, el pidió que no fuese por delante y tuvimos que respetarlo. Aún me seguía pareciendo algo raro en Tau.

Después de terminar con el reto de este, le tocaba a Yawara.

- Reto también. - Contestó él.

- ¿Ves ese árbol de allí que está delante de Ashanti y Sali?

- Sí

- Pues lo tienes que abrazar delante de ellas. - Le ordenó Nayah.

- Oh, venga ya. - Murmuró mientras caminaba hasta el árbol señalado, cuando lo abrazó todos nos partíamos de risa, por la cara de Yawara y la cara incrédula de Ashanti.

- De verdad, los niños de hoy en día.

Así fuimos turno por turno, Nayah tuvo que confesar que le gustaba alguien de los que estábamos ahí y Johari se negó a gritar el nombre de Taleh con un gemido así que tuvo que besar a Yawara porque fue escogido al azar.

- Te toca Ivar - Dijo Yawara después.

- ¿Verdad o reto?

- Verdad - Respondí bastante seguro.

- ¿Te gustan los chicos? - Preguntó él sin pensárselo y sin dejar tiempo a los demás a pensar una pregunta.

- ¿Pero qué clase de pregunta es esa? - Le dije riéndome.

- No sé, se me ha ocurrido así porque sí. - Se excusó.

- Ya, ya claro. 

- ¿Pero te gustan los chicos?

- Sí

- ¿Pero de verdad? - Se quiso asegurar.

- Que síííí.

Nos quedamos mirando durante unos segundos sin movernos.

- Oye, que seguimos aquí - Nos llamó la atención Johari.

- Ah, sí, ¿seguimos con verdad o reto?

Hicimos unas cuantas rondas más hasta que nos cansamos, ahí empezaron a contarme sobre la vida en su aldea, también sobre sus vidas y yo conté sobre la mía. Hablamos sin parar y nos reímos un montón, el ambiente en ese grupo era tan cómodo que se encajaba con mucha facilidad entre ellos.

Entre tema y tema salió el de la orientación sexual. Tarde o temprano alguien lo iba a sacar.

- Pansexual - Empezó Johari.

- Marica, y con orgullo - Dijo Yawara golpeando su pecho con confianza.

- Sí soy - Le seguí dando a entender mi orientación.

- Hetero - Siguió Nayah sin vergüenza.

- Bi, con preferencia a las chicas. - Terminó Tau.

También me contaron que dones poseían: Nayah podía hacer recordar cosas a los demás del pasado que ya habían olvidado, generar luz y calor desde su mente, predecir el tiempo atmosférico con bastante antelación y poder controlar el fuego con sus manos; Johari era capaz de dar vida a seres inertes, aunque no lo podía hacer muy a menudo porque consumía demasiada energía de su cuerpo, y también podía controlar el viento; por último Tau podía controlar el agua, aunque no la podía hacer aparecer pero si la podía transportar.

Después de otras charlas llegamos a la aldea, esta era más grande de lo que imaginaba: Sus casas eran de adobe y rectangulares, algunas eran de dos pisos o incluso tres, con más de dos habitaciones la mayoría. Las calles estaban bien marcadas y había avenidas, todas las calles llevaban a una plaza en la que se encontraba el palacio donde habitaba el jefe del poblado.

Tau, Johari, Nayah y Yawara me contaron que el jefe se llamaba Hakim, era un hombre de veintiocho años, bastante joven, su nombre significa valiente y buen líder. Su tatara-tatarabuelo era digno de ese nombre, de hecho, todos sus antepasados dirigían la aldea con sabiduría y justicia. Pero como fue de herencia en herencia el honor de ese nombre se fue redujendo hasta el actual Hakim, un hombre vanidoso, egoísta, narcisista y tacaño, que se solía gastar el dinero en autoretratos y esculturas suyas.

Cuando entramos en la aldea, la mayoría de los aldeanos se quedaron mirándome, algunos hacían tareas de la casa, otros trabajaban, los niños jugaban y corrían... Pero todos se detuvieron para mirarme, no todos los días veían a una persona con la piel blanca. Me miraban con extrañeza y curiosidad; sin embargo, otros con desprecio, incluso algunos padres le tapaban la vista a sus hijos.

Llegamos al enorme palacio de Hakim, aunque era de adobe, tenía todo lujo de detalles: Cuando entramos, un resplandor cegador inundó nuestros ojos, esto lo causó una lámpara gigante con incontables brazos colgada del techo, era de un blanco casi nuclear y estaba a rebosar de piedras preciosas de toda clase de formas y colores, estas reflejaban imnumerables destellos en las paredes. Varias mujeres vestidas con vestidos que le llegaban a los pies y que tenían pinta de ir muy incómodas fregaban, barrían y limpiaban el suelo, estatuas, fuentes y todos los artilugios de gran valor que Hakim poseía.

Ya en los pasillos nos encontramos con dos guardias que colgaban unos mantos de terciopelo rojo a la espalda y que tenían la cara pintada con tres colores: negro, blanco y rojo. Al enterarse del motivo de la visita nos guiaron sala por sala, pasillo por pasillo hasta la habitación donde se encontraba el jefe.

Aquello era un auténtico laberinto, además, cada pasillo era más resplandeciente que el anterior, según íbamos avanzando veíamos más esculturas, cuadros enmarcados en oro y figuras de arcilla increíblemente detalladas. Todo esto enseñaba a una única persona: Hakim, que salía siempre en poses heroicas y con trajes muy caros.

En los alféizars de las ventanas también habían sembrado ego del jefe, todas tenían escritas la siguiente descripción: "Por nuestro jefe y señor, reencarnación de los dioses, más valiente y justo que cualquier otro, que ha hecho de esta aldea la más poderosa, brindemosle a nuestro gran jefe Hakim." Los aldeanos deberían estar hartos del presumido de su jefe.

Por fin llegamos a un gran portón de madera donde se supone que estaba Hakim, en ese momento me di cuenta de que en ningún momento del recorrido habían hablado los demás, ni siquiera Sali. Los guardias nos miraron y se fueron con toda tranquilidad a la vez que las puertas se abrían lentamente, si ya era repelente ver tanta imagen de una misma persona, lo que había en ese salón era vomitivo. Entramos en el salón y recibimos la siguiente bienvenida:

- ¡Agh! Plebeyos otra vez molestando - murmuró Hakim, que estaba sentado en un gran trono de oro y piedras preciosas mirando a una ventana gigante que tenía justo detrás de él.

Agghh me ha costado mucho este capítulo, no sabía cómo meter el tema de la orientación sexual y también quería demostrar que Yawara e Ivar se habían enamorado, pero no quería que se notase mucho. En fin, un equilibrio que como toque un pelín, se va a tomar por saco.

Y no hablemos de Hakim, sin que apareciese aún tenía que hacer que la persona que lo leyese lo odiase.

Y bueno, no quería desvelar que Taleh era no binarie, pero sí que Johari y elle estaban saliendo. Muy difícil eh.

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