Minato

El hombre, confundido, miro a su alrededor tensamente. Sin embargo, al notar que el pequeño zorro dormía tranquilamente en su jaula y que el sello, de hecho, estaba en mejor estado que antes, se relajó. Giró su mirada hacia el niño que lo observaba con sospecha.

"Naruto?" su voz temblorosa resonó con emoción, "¿Qué ha ocurrido?" preguntó, preocupado.

"Sí, respondió Naruto, reconociendo al Cuarto Hokage. "¿Por qué estás aquí?"

 "He incorporado un mecanismo en el sello en caso de emergencia, aunque no esperaba que alguien lo mejorara", agregó con una sonrisa, aunque sus ojos reflejaban cierta preocupación al observar al niño.

 "¿Cómo te trata Jiraiya?"

Naruto frunció el ceño con desconcierto. "¿Quién es Jiraiya?" preguntó, dejando claro su desconocimiento. Al percatarse de la evidente confusión en los ojos de su hijo,y su falta de reacción Minato se dio cuenta de que Naruto no tenía idea de que él era su padre.

Minato inhaló profundamente. Aunque lo que había descubierto en su breve conversación no le causaba ninguna gracia, se preparó para revelar la verdad. "Jiraiya es tu padrino, y yo...", dijo con cierta dificultad, dejando que una sonrisa forzada se asomara en sus labios,.... "soy tu padre".

Naruto se sintió sorprendido, pero la revelación no lo afectó tanto como esperaba. Parecía ser simplemente otra cosa mas que no le habian contado. Aunque sospechaba ligeramente que Minato pudiera ser su padre, sobre todo al notar lo similares que eran al encontrarse en persona, decidió no aceptarlo completamente; no deseaba enfrentarse a otra decepción. Sin embargo, ahora que Minato mismo se lo había confirmado, se sentía contento de conocerlo, especialmente porque era uno de los hombres que más admiraba.

Al notar la falta de reacción por parte de su hijo, Minato intentó romper el hielo.

"Dime, ¿cómo te ha ido?¿Y cómo está la aldea? Además, ¿cuántos años tienes?

Naruto no estaba seguro de cómo responder; su padre no parecía tener la menor idea de lo que había vivido todos estos años. Se tomó unos momentos para reflexionar sobre cómo abordar su respuesta y, al final, decidió simplemente comenzar desde el principio. Comentó como algunos aldeanos lo ignoraban o no querían atenderlo en sus negocios, el difícil tiempo que pasó en el orfanato y lo que le había ocurrido en su último cumpleaños, así como todo lo que sucedió a raíz de ese evento. Además, mencionó que no tenía idea de cuál era su edad, ya que no sabía cuánto tiempo había pasado allí adentro, pero estaba seguro de que al menos estaba vivo.

Sin embargo, no se limitó a mencionar las adversidades. A pesar de que pocas experiencias positivas fueran memorables, enfatizó lo más importante: las personas que habían sido más humanas con él. Iruka, Ayame y Teuchi, junto con sus maestros, Uzuhio, Ashina y Tsugumi, habían dejado una marca imborrable en su vida. Podías estar seguro de que preferiría perder un brazo antes que dejar de mencionar a aquellos que fueron su luz durante todo ese tiempo.

Minato pasó por un torbellino de emociones mientras escuchaba la historia Naruto. Todas esas sensaciones se reflejaban en su rostro. En un momento conmovedor, las lágrimas brotaron de sus ojos, y aunque Naruto intentó resistirse, finalmente se dejó llevar por la emoción, abrazando a su padre en busca de consuelo. Sin embargo, también compartieron momentos de alegría, entre risas, recordaron las partes más positivas de la vida de Naruto. Mientras Minato no se quedaba atrás, comentando los altibajos de su vida.

Considerando todo lo que habían compartido hasta ahora, Minato sintió que era el momento adecuado para compartir sus técnicas, a pesar de que era mucho antes de lo planeado. Reconoció que había cometido un error al depositar su confianza en personas que no la merecían, lo cual le causaba un profundo dolor. Lo más devastador era que las consecuencias de su imprudencia recaían sobre lo que más quería.

"Naruto, voy a enseñarte el Hiraishin y el Rasengan. Mi tiempo es muy limitado, así que necesito que me ayudes y prestes atención", dijo Minato con seriedad.

Naruto asintió con una sonrisa. Había escuchado esto un par de veces antes, y sus experiencias recientes le habían dotado de las herramientas necesarias para recordar sin problemas. "¡Claro, estoy listo! ¡creelo!"

Minato sonrió, sintiéndose orgulloso de la actitud de su hijo. "Muy bien. Comencemos con el Rasengan. Es una técnica que requiere concentración y precisión. Debes imaginar una esfera de chakra en tu mano y luego rotarla a alta velocidad. ¿Entiendes?"Minato asintió, apreciando el fuego en los ojos de su hijo. "Excelente. Ahora, concéntrate y deja fluir tu chakra"...

Luego, Minato procedió a enseñarle a Naruto los fundamentos del Hiraishin, explicándole cómo marcar un lugar específico y cómo teletransportarse instantáneamente a ese lugar cuando lo necesitara.

Después de incontables horas de entrenamiento intenso, Naruto finalmente logró dominar tanto el Rasengan como el Hiraishin, demostrando una vez más su determinación excepcional.

"Estoy muy orgulloso de ti, Naruto", dijo Minato, sonriendo con satisfacción. Ahora, ve y muestra al mundo el poder de estas técnicas".

"¡Créelo!", exclamó Naruto emocionado, hasta que se dio cuenta de que no sabía cómo salir de allí. Rascándose la cabeza, miró a su padre y con una risa tímida preguntó, "¿No sabrás cómo salir de aquí, verdad?"

Su padre lo miró confundido e intentó explicarle cómo salir de allí. "Imagina como si estuvieras despertando de un sueño, es bastante fácil", le dijo con tono alentador.

Sin embargo, el cambio de ánimo hizo que se diera cuenta de que se había emocionado demasiado y ya estaba dando consejos poco inteligentes. Con una risa tímida, igual a la de Naruto, y rascándose la cabeza de la misma manera, no quedaban dudas de que eran padre e hijo.

"Lo siento, Naruto. Me dejé llevar", admitió su padre con sinceridad. "Ahora que lo pienso con más calma, es mejor que no muestres tus técnicas indiscriminadamente. Es peligroso. Además, las cosas afuera pueden ser más complicadas de lo que parecen".

Para cambiar de tema, le propuso a Naruto que intentara salir y volver a entrar para despedirse. Naruto lo intentó, pero después de un rato se dio cuenta de que quizás no era el momento adecuado todavía. Optó por contener su ansiedad y pensar en otra opción.

Mientras buscaba una alternativa, la voz de su padre lo interrumpió suavemente. "Es hora, Naruto. Ven, quiero darte un abrazo antes de partir".

Naruto abrazó a Minato con firmeza mientras este se desvanecía, dejando escapar susurros de despedida Después de que las emociones se aquietaron, Naruto no pudo evitar sentir una extraña sensación de déjà vu. Sin embargo, decidió apartar ese pensamiento por el momento y enfocarse en qué hacer ahora. No se le ocurrió nada mejor que visitar a su huésped.

"¡Hola!" exclamó Naruto con una sonrisa alegre.

"¿Qué quieres?" respondió el zorro con tono serio.

"Nada, solo estaba curioso por verte. No pareces tan intimidante", comentó Naruto de manera relajada.

"¡Jajaja! Te voy a mostrar lo que es el miedo, ignorante", replicó el pequeño zorro con voz profunda.

A pesar de la amenaza, Naruto no se sintió intimidado en absoluto. Más bien, encontró divertido cómo algo tan pequeño podía tener una voz tan potente. Una carcajada escapó de sus labios.

El zorro, ya irritado previamente, ahora estaba completamente fuera de sí.

"¿De qué te ríes? ¡Esto es una afrenta! No soy un bufón. ¡Vas a pagar por esto!" gritó, Intentando arrebatar nuevamente hacia Naruto, esta vez se encontró golpeándose con una pared de chakra. El mismo truco no iba a funcionar dos veces con Ashina; ese viejo era más cuadrado que bueno, un cuadrado. Viendo que no tenía otro medio para desquitar sus frustraciones, el zorro hizo lo único que podía hacer, insultar.

"Debí haberte matado cuando tuve la oportunidad, mierdecilla. Solo espera, hijo de perra. ¡Nunca voy a perdonar esta humillación! No solo te voy a matar a ti, ¡los voy a matar a todos, bastardo, maldito, malnacido! Hijo de perra, gusano, escoria, ¡arrrrrghhhhh!"MUEREEEEEEE!"

Viendo la reacción del Kyubi, Naruto recordó las enseñanzas que le impartieron sobre las emociones y decidió ponerlas a prueba. Sin siquiera intentar ocultar su sonrisa picarona y sin tener nada mejor que hacer, tomó como objetivo incordiar al Kyubi hasta que este le diera lo que quería.

Naruto comenzó a molestar al Kyubi de todas las maneras posibles. Le hacía gestos exagerados, contaba chistes sin sentido y tarareaba canciones irritantes. Además, soltaba comentarios sarcásticos sobre la situación. Con cada provocación, Naruto buscaba socavar la paciencia del Kyubi y obtener lo que deseaba. Después de lo que para el Kyubi parecieron meses, sus esfuerzos finalmente dieron resultados.

"¡POR EL AMOR DE DIOS! ¿QUÉ QUIERES PARA DEJARME EN PAZ?" gritó el Kyubi, con un tono de voz cansado y un gesto de agotamiento en su rostro. Parecía casi al borde de las lágrimas

"¡Bingo!", exclamó Naruto para sí mismo, sintiéndose triunfante. "¡Lo tengo justo donde lo quería!"

"Mmm, ¿qué podría querer?" murmuró en voz baja, pensativo. "Ah, ya sé, ¿por qué no me dices tu nombre?"

"Kurama", murmuró con pesar, "ahora déjame solo", dijo algo resentido de que lo haya atormentado tanto por algo tan simple, mientras se acurrucaba para encontrar consuelo en el sueño.. 

"Muy bien, Kurama, fue un placer", dijo Naruto con un gesto de despedida. Se dio la vuelta y caminó en otra dirección, pensando en qué hacer a continuación. Intentó salir de nuevo, pero una vez más no tuvo éxito. La preocupación comenzaba a apoderarse seriamente de él. No sabía cuánto tiempo había pasado. Dio un par de vueltas, pero no encontró nada más aparte de lo que había creado. Decidió sentarse en el suelo y reflexionar sobre qué hacer a continuación.

"Bueno, ya no hay nada que hacer. Supongo que podría mejorar un poco este lugar. Realmente no podría ser mas triste", pensó para sí mismo.

 Se acercó a la gran puerta que había creado antes, la librería, y mientras daba vueltas a su alrededor, se dio cuenta de que no estaba conectada a ninguna parte, lo que no lo convencía del todo. Comenzó a imaginar dónde podría encajar mejor esa puerta. Revisando sus recuerdos entre las novelas que había leído y las cosas que había escuchado, decidio construir una pagoda, una vez terminado, decidio continuar desarrollando mas fondo su mundo interior.

La pagoda ya estaba lista. "Ahora, ¿qué podría hacer?"Aunque la pagoda estaba bien, la arena... "mmm... podría mejorarla". Parecía demasiado simple, solo un cuadrado de piedra. Pensó que añadir un par de muñecos de entrenamiento o algo similar sería una buena idea.

Naruto se imaginó unos maniquíes de entrenamiento, aunque estaba algo escéptico de que su idea funcionara. Sin embargo, se encontró con la grata sorpresa de que los muñecos sí se movían, aunque solo podían dar un par de golpes básicos. Estaba más que satisfecho con su logro.

"¡Genial! Entonces, lo siguiente..." dijo pensativo. "Podría hacerme una pequeña mansión. ¡Jeje, sí, qué buena idea!" Se preguntó dónde podría ponerla. "Mmm, quizás a unos metros de la pagoda, con la arena justo enfrente de la entrada..."

"¡Perfecto!" exclamó Naruto, contento con su obra.

Frente a él se encontraba una modesta mansión de madera roja, rodeada por un muro decente del mismo material y roca. En el muro estaban grabadas las reglas que él quería para su subconciente: "Nadie se mete sin permiso" o "Solo yo puedo entrar en la pagoda", entre otras. A unos metros a la izquierda se encontraba la pagoda, y detrás de la morada estaba la arena, aunque no se veía desde donde él estaba. Sobre el muro se podía ver parte del tronco y la copa de un gran árbol de sakura que estaba dentro del patio. El resto del paisaje estaba decorado por un pequeño claro rodeado por un verde bosque, y en el horizonte se divisaban grandes montañas entre las cuales el sol se ponía. Sin embargo, parte de esta escena era una ilusión; su subconsciente aún no era tan grande.