—¡Solo mantente abierto! —Noah gritó en su mente, dando otro fuerte empuje con su sable.
Una gota de sangre cayó en el cubo debajo de su brazo estirado.
La sangre solo había llenado la mitad del cubo, pero Noah tuvo que cortarse la muñeca durante todo el día para lograr ese resultado.
Como de costumbre, la herida sanó justo después de que esa gota cayera.
—¡Maldita sea! —Noah perdió la paciencia e hizo un largo corte vertical que comenzaba en su hombro y terminaba en su palma.
La herida era profunda y muchas líneas de sangre salieron de ella.
Sin embargo, después de que el cubo estuvo lleno solo por otra octava parte de su volumen, el corte sanó y la sangre dejó de fluir.
—Esto va a tomar un tiempo. —Noah se dio cuenta mientras suspiraba impotente.
Si hacía esos cortes grandes, la velocidad de llenado era algo aceptable.
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