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12.

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| CAPÍTULO DOCE. |

Por los pasillos cercanos a las mazmorras caminaban dos chicas; se dirigían a la sala común de Slytherin. Al llegar tocaron la puerta esperando a que sus amigos estuvieran del otro lado.

-¡Chicos somos nosotros!- exclamó la pelirroja del otro lado de la puerta

Adentró de la sala se encontraba el grupo de cuatro chicos.

-Si son ellas- respondió el Lastrange al escuchar la voz de Sadie

Se levantó del sillón y camino hasta la puerta permitiendo les el paso. Estas sonrieron al ver al Lastrange y pasaron a la sala.

Todos se sentaron en el sillón, hablando sobre temas al azar. Hasta que en la mesa de enfrente aparecieron seis platos de comida.

-Ailén- llamó Rodolphus -¿Cómo le hiciste para que los elfos enviaran la comida a la sala común?- preguntó sorprendido

-Solo tienes que ser amable y pedirlo por favor- respondió con simpleza

-Debe ser parte de los encantos de nuestra querida amiga- río el Black seguido de todos

-Y todavía falta la mejor parte- sonrió la pelinegra

-¿Otra sorpresa?- preguntó sorprendido, enseguida miró a su pelinegro amigo guiñándole el ojo -Si no estuviera comprometido, te desposaría a ti- comenta divertido

-Si Marianne se da cuenta de lo que dijiste...- río Ailén sin poder terminar

-Valiste madres Malfoy- continuó la Weasley con una sonrisa de diversión

-Lo se, lo se- río el Malfoy mientras seguía con su comida

Tom miró atentamente a la pelinegra. Le sorprendía el hecho de que ella le insistiera en festejar su cumpleaños, y que incluso fue a la cocina de Hogwarts y pidiera a los elfos que mandaran la comida a la sala común. Sonrió. Sin duda tenía la mejor amiga.

El Lastrange lo miró de reojo, sabía que el Riddle ocultaba desde hace mucho sus sentimientos hacia la pelinegra. Así que se le ocurrió un plan.

-Chicos, recordé que tenemos algo que hacer- miró a todos a excepción de los pelinegros

Los demás le miraban confundidos. Mirándose nuevamente comprendieron lo que quiso decir el Lastrange.

-Cierto lo había olvidado- habló Malfoy mientras golpeaba levemente su frente

-Debemos irnos chicos- dijo ahora Orión mientras se levantaba del sillón -Que se divirtan- agregó con una sonrisa

El Malfoy, Black, Lastrange y la Weasley salieron de la sala común dejando a Tom y Ailén solos y confundidos.

-¿Por qué actúan tan raro?- preguntó confundido el Riddle mientras miraba a Ailén

-No lo se- respondió igual de confundida -¿Vamos a jardín?- preguntó después de segundo de silenció

-Si- respondió el pelinegro

Ambos se levantaron del sillón y salieron de la sala común caminando por los vacíos pasillos de Hogwarts. La mayor parte de los alumnos se había ido para pasar las fiestas con sus familiares. Al llegar al jardín ambos pelinegros se dirigieron a su lugar favorito, el lago negro que rodeaba el gran castillo.

Ambos se sentaron en el césped mirando el bello paisaje; mientras la brisa helada soplaba

-El clima es perfecto para leer- comenta el Riddle aún mirando el agua cristalina del lago

-Espera- dice la pelinegra mientras buscaba en su bolso, el chico la miró confundido -¿Qué libro quieres leer?- preguntó mientras comenzaba a sacar algunos libros del pequeño bolso -Es un hechizo de expansión- aclaró al ver la cara del pelinegro -¿Cuál quieres?- preguntó con una sonrisa

-El de pociones- respondió mientras tomaba el libro

Ambos se acomodaron en el frío suelo; Tom se había recargado en en tronco de un árbol mientras Ailén se encontraban acostada en el suelo cerca del chico.

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El tiempo pasaba rápidamente, y para cuando el Riddle reacción mirando a la pelinegra. Esta ya se encontraba completamente dormida cerca de su pierna derecha; el no se había dado cuenta.

Había una pelea mental consigo mismo, ¿debería acomodarla en sus piernas? Se preguntaban. Suspiró. Era la mejor opción.

Al rato después, Ailén comenzó a moverse; señal de que estaba por despertar. Tom la observo por un corto tiempo, sintió paz y alegría.

La pelinegra comenzó a abrir los ojos encontrándose con su pelinegro amigo el cual leía.

-¿Cuánto tiempo me quedé dormida?- preguntó mientras se levantaba

-Como dos horas- respondió dejando el libro aún lado y mirando a la pelinegra -Tenemos que irnos, la cena comenzará pronto- informó sin dejar de hacer contacto visual

-Yo no quiero ir- dijo sin levantarse -No quiero sentarme en la mesa de Gryffindor, estoy sola- aclaró

-¿Y Sadie?- preguntó confundido

-Ella casi no va a las cenas, es extraño- respondió igual de confusa

-Bien, nos quedaremos un rato mas- le dice mientras volvía a acomodarse en el tronco del árbol y tomaba el libro

Ailén lo miró con una sonrisa mientras se acomodaba a su lado, ambos leían el mismo libro mientras intercambiaban unas cuantas palabras con respecto al tema.

La tarde paso rápido, la noche se hizo presente y el frío del invierno comenzó a elevarse.

-Tenemos que irnos- le dice el pelinegro mientras cerraba el libro

La pelinegra está vez no dijo nada y asintió, el Riddle se levantó sin dificultad. Mientras que la chica al levantar se tropezó, cerró los ojos esperando el impacto que nunca llegó.

Miró al Riddle, este la sostenía de la cintura mientras la miraba algo serio.

Sonrió. Él le había salvado, otra vez.

-Gracias- le susurró

Se miraron a los ojos, no habían notado la cercanía de sus rostros. Su respiración comenzaba a mezclarse con la del contrario.

Poco a poco comenzaron a juntar sus rostros cada vez más, hasta que sus labios se juntaron completándose en un dulce y corto beso.

Ambos se dejaron llevar, sus sentimientos al fin se encontraban. Al fin tenían claro cual era su destino.

Pero jamás pensaron que aquel destino sería atormentado por más de una persona. ¿Qué tan malo sería amar sabiendo que otros no están de acuerdo?

Se separaron mientras se miraban a los ojos. Ailén sonrió y Tom sólo se dedicó a mirarla.

Aquella noche había sido especial para ambos, la luz de la luna era lo único que les permitió verse el uno al otro. Mientras sus labios volvían a juntarse, para formar un segundo beso.