Si ella hubiera querido hacerles daño, lo habría hecho hace mucho tiempo.
—¿Ming'er? —Ye Xiuhua estaba sorprendido de ver a su hijo cerca de ella. Él asintió y finalmente respiró hondo. Puede que no confíe en ella, pero su hijo nunca le haría daño.
Xiu Wanxue no estaba molesta porque ambos no creyeran en ella. Solo era una extraña para ellos, y lo que les había pedido hacer era bastante arriesgado y peligroso.
Incluso si algún extraño viniera a decirle que se lanzara desde un acantilado o se quedara quieta para que otros la apuñalaran con una lanza, no sabría si podría escuchar las tonterías de esa persona.
Se frotó la frente adolorida. ¿Por qué el Gran Guerrero Jing diseñó las maneras de salir de sus espacios de manera tan terrible?
¿Quién esperaría que las maneras de dejar los espacios fueran tan extremadamente espeluznantes?
Lo que ella no sabía era que el Gran Guerrero Jing era un hombre audaz. Le encantaba desafiar y hacer cosas peligrosas que la gente normal no haría.
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