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Mi Sistema Guerra de Warhammer

En un mundo desgarrado por la decadencia y la ruina, donde las sombras se alzan sobre los vestigios de la humanidad, un hombre común es llamado a un destino más grande de lo que jamás hubiera soñado. **Jonás**, cuyo corazón ha sido siempre cautivado por las historias de los guerreros inmortales, se encuentra arrancado de su mundo y lanzado a uno aún más oscuro, donde los muertos no descansan y las bestias de la noche devoran lo que queda de la civilización. Pero en medio del caos, Jonás no está solo. Un poder insondable le ha concedido el don de invocar a los legendarios **Astartes**, guerreros más allá de lo humano, hijos de un dios guerrero olvidado. Bajo su mando, estos colosos se alzan como la última luz en un mundo dominado por la muerte y la mutación. Con cada batalla, Jonás aprende las verdades amargas de la guerra y el sacrificio. Y mientras las hordas de zombis y mutantes, corruptos por la evolución de un mal antiguo, avanzan sin tregua, Jonás debe enfrentar no solo a los monstruos que acechan fuera, sino también los que habitan en su propio ser. Los supervivientes humanos, ocultos y desconfiados, observan desde las sombras, algunos con esperanza, otros con miedo. El destino del mundo pende de un hilo. **Jonás**, ahora al mando de un ejército de élite, se ve arrastrado hacia una guerra que no es solo de carne y acero, sino de voluntad y propósito. En las vastas ruinas de un imperio olvidado, el joven héroe deberá decidir si es el salvador que los humanos necesitan… o el conquistador que temen.

Ciberclaudio · Sci-fi
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16 Chs

Capítulo 11: Expandiendo el Imperio

El refugio estaba más activo que nunca. Con los seis nuevos supervivientes rescatados, el ambiente había cambiado. Los Guardias Imperiales se encargaban de entrenar a los recién llegados en las tareas básicas del refugio, mientras los Astartes mantenían la seguridad en el perímetro. Jonás caminaba por los pasillos, sintiéndose cada vez más como el líder que estaba destinado a ser.

En la sala de control, el Adeptus Mechanicus y el Apotecario estaban trabajando sin descanso para implementar las nuevas mejoras tecnológicas que Jonás había traído de la expedición anterior. Las defensas del refugio estaban siendo mejoradas, y las nuevas armas estaban cerca de estar completamente operativas.

—Maestro, —dijo el Adeptus Mechanicus, mirando a Jonás con sus ojos mecánicos—, la producción de biomasa ha aumentado un 20% con las nuevas piezas. Tendremos suficientes recursos para alimentar a todos en el refugio y crear un excedente que nos permita expandirnos aún más.

Jonás asintió, satisfecho. Cada mejora lo acercaba más a su objetivo final. Pero a pesar de todo, sabía que aún no era suficiente. Los 215 puntos que tenía en ese momento seguían siendo pocos para sus planes a largo plazo.

Volvió a abrir la interfaz del sistema, observando nuevamente las opciones. El Astartes Primaris seguía allí, esperándole. Pero también podía ver los 5000 puntos necesarios como un objetivo lejano. Necesitaba acelerar el proceso, y sabía que la única forma de hacerlo era arriesgarse más.

—¿Qué piensas hacer? —preguntó el Apotecario, quien había notado la expresión pensativa de Jonás.

—Necesitamos aumentar nuestros puntos, —respondió Jonás, cerrando la interfaz—. Y la única forma de hacerlo más rápido es enfrentarnos a más mutantes y encontrar más supervivientes. Hoy saldremos a explorar de nuevo.

El Apotecario asintió, sabiendo que las misiones de recolección de puntos eran fundamentales para el crecimiento de su maestro.

El equipo fue reunido una vez más. Los tres Astartes, siempre imponentes y preparados para la batalla, se alinearon junto a Jonás. Los Guardias Imperiales se quedarían una vez más para defender el refugio, mientras que Jonás y su equipo se dirigían hacia una nueva misión.

—Nos dirigiremos hacia el noreste esta vez, —anunció Jonás mientras revisaba el mapa—. He recibido informes de que podría haber un asentamiento humano cerca de esa área. Si encontramos supervivientes, serán reclutados. Y si encontramos mutantes, los eliminaremos.

Con las órdenes claras, el equipo partió una vez más al exterior. El clima era más frío de lo habitual, lo que hacía que la atmósfera del paisaje desolado fuera aún más inhóspita. Las ruinas que bordeaban el camino se veían oscuras y amenazantes, pero Jonás no se dejaba intimidar. Su objetivo estaba claro, y nada lo detendría.

El equipo avanzaba en silencio, con los Astartes tácticos liderando el camino. El baluarte caminaba al lado de Jonás, su imponente figura protegiéndolo de cualquier amenaza. El Apotecario, siempre vigilante, se mantenía cerca del grupo, asegurándose de que no hubiera peligros biológicos.

Después de varias horas de marcha, llegaron a una nueva área de ruinas. Las estructuras eran más grandes y mejor construidas que en otras zonas, lo que indicaba que este lugar podría haber sido un importante centro urbano antes de la caída del mundo.

—Explorad el área, —ordenó Jonás—. Quiero saber si hay algo útil aquí.

Los Astartes se dispersaron rápidamente, explorando cada rincón de las ruinas. El baluarte permaneció cerca de Jonás, siempre listo para protegerlo en caso de cualquier amenaza.

—Maestro, detecto actividad, —dijo uno de los Astartes tácticos desde la distancia.

Jonás se acercó, su atención completamente enfocada en el informe. Entre las ruinas, vio lo que parecían ser varias figuras moviéndose lentamente.

—Mutantes, —murmuró Jonás, reconociendo de inmediato las deformadas siluetas—. Acabemos con ellos.

Los Astartes no necesitaron más instrucciones. Los dos tácticos abrieron fuego, eliminando a los mutantes antes de que pudieran siquiera percatarse del peligro. El baluarte avanzó con su espada y escudo, cortando a los mutantes restantes con facilidad.

El combate fue rápido y eficiente, como siempre lo era con los Astartes. Los mutantes cayeron sin poder ofrecer resistencia.

—Área despejada, maestro, —informó uno de los tácticos.

Jonás abrió la interfaz del sistema para revisar los puntos obtenidos.

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Mutantes abatidos: 15

Puntos obtenidos: 30 puntos.

Puntos totales: 245 puntos.

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Jonás asintió. Era un buen avance, pero aún necesitaba mucho más.

—Sigamos adelante, —dijo, sabiendo que había más por hacer.

A medida que avanzaban, comenzaron a notar más signos de actividad humana. Rastros de fogatas, refugios improvisados, y otros signos indicaban que podría haber supervivientes en la zona.

—Estamos cerca, —dijo Jonás, mirando alrededor.

Finalmente, después de unos minutos de exploración, encontraron lo que estaban buscando: un grupo de supervivientes, escondidos en una cueva improvisada dentro de una de las ruinas. Había cinco personas, dos hombres, dos mujeres y un niño.

—No temáis, —dijo Jonás, acercándose con calma—. No venimos a haceros daño. Venimos a ofreceros un lugar seguro.

Los supervivientes se veían cansados y debilitados, pero había esperanza en sus ojos. Sabían que no tenían muchas opciones en este mundo desolado.

—¿Quién eres? —preguntó uno de los hombres, con una mezcla de desconfianza y esperanza.

—Soy Jonás, —dijo con voz firme—. He construido un refugio seguro, un lugar donde estaréis a salvo de los mutantes. Si venís conmigo, os proporcionaré comida, agua y protección.

El grupo de supervivientes intercambió miradas. Sabían que seguir huyendo no era una opción viable, y el imponente equipo de Astartes que acompañaba a Jonás les hacía confiar en que estaban en buenas manos.

—Aceptamos, —dijo finalmente uno de los hombres.

—Bien, —dijo Jonás, sonriendo—. Venid conmigo.

El equipo y los supervivientes regresaron al refugio, y mientras caminaban, Jonás sintió el familiar zumbido del sistema, otorgándole más puntos por su éxito.

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Supervivientes rescatados: 5

Puntos obtenidos: 25 puntos (5 por cada superviviente).

Puntos totales: 270 puntos.

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De regreso en el refugio, los supervivientes fueron llevados a un lugar seguro, donde recibieron comida y atención médica del Apotecario.

Jonás observó todo desde la sala de control, satisfecho con el progreso del día. Había ganado más puntos, encontrado más supervivientes y expandido su refugio. Cada día se acercaba más a su objetivo, y sabía que con paciencia y estrategia, pronto estaría en una posición de poder absoluto.

—Seguimos avanzando, —murmuró Jonás para sí mismo, con una sonrisa en los labios—. Todo está saliendo según lo planeado.