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Capítulo 24: Puedes ir a dormir eternamente

Editor: Nyoi-Bo Studio

El paisaje circundante cambió de repente como si se abriera una cortina. Las montañas, la tierra, el cielo y las vastas plantas rojas estaban siendo borrados como si se limpiara una pizarra. Luego, se hizo gradualmente transparente y al final desapareció. En menos de diez segundos, el bosque que Yao Si había pasado días intentando atravesar y del cual no podían salir se transformó en un espacio blanco de menos de veinte metros cuadrados.

A menos de dos pasos de allí había docenas de gulas abriendo sus gigantescas fauces florales. Pero todas estaban atrapadas dentro de pilares de vidrio, y ella pudo ver débilmente las blancas hojas de hielo en su interior, no derretidas.

Esto... ¿Qué estaba pasando allí?

Yao Si se quedó helada en el acto, incapaz de recuperar la cordura durante mucho tiempo.

—Ah, qué lástima —comentó Qu Ze tomando y lanzando la pequeña orbe púrpura en su mano con una mirada arrepentida—. Todavía tengo docenas de plantas extranjeras, que traje de otros planetas, que no han sido probadas.

—¿Probar?

La boca de Yao Si tembló, una creciente furia surgiendo del fondo de su corazón.

—Quieres decir que... ¿No fuimos transportados a un bosque?

—Sí.

—¿No había plantas caníbales?

—Sí.

—¿No había árboles que atan a humanos?

—Sí.

—¿Y no íbamos a ser casi apuñalados y hechos polvo?

—Sí.

—¿Así que me has estado engañando todo el tiempo? —dijo ella y respiró profundamente.

—Sí... Ahh, no lo diga con tanta dureza, su alteza —respondió Qu Ze volviendo a la mirada ingenua en un segundo, pero le faltaba el sentido de la inocencia en los ojos—.¿No están todos tratando de darte la bienvenida con tu regreso a nuestra especie? Yo, como uno de los grandes ancianos, quería expresar mi amistad e hice una broma inofensiva.

—¡Inofensiva!

Yao Si sintió que la cuerda llamada "razón" se le venía a la mente. Ella apretó sus dedos en un puño y se lo lanzó en la cara diciendo:

—¡Qu Ze! ¡Al diablo con tu abuela!

Durante los últimos días, ella lo había tratado como a un novato, arriesgando su propia vida para salvarlo. Pero al final le dijo que todo era para una prueba, que todo era falso, ¡m***da!

"¡Si no te golpeo hasta que tu madre no pueda reconocerte, mi apellido no es Yao!".

—Su Alteza...

Qu Ze seguía sonriendo con intensidad, como si no pudiera tomarse su puño en serio. Hizo un gesto con el dedo y de repente dos enredaderas salieron del suelo, enrollándose alrededor del puño volador de Yao Si—. Un caballero usa su lengua, no sus puños. No puedes golpearme con...

¡Pum!

Al momento siguiente, un enfadado puño se estrelló con ferocidad contra su cara. Qu Ze sintió que su nariz se volvía pesada, y dos chorros de líquido de un rojo vivo corrían por su cara.

—¿Cómo-cómo es posible?

Sus ojos se abrieron de par en par, y reveló una expresión llena de incredulidad.

Yao Si no tuvo tiempo de explicárselo. Sus puñetazos caían incesantemente, como gotas de lluvia, sobre él, y todos apuntaban a la cara y a cualquier otro lugar que más le doliera. La furia en el fondo del corazón de Yao Si explotó con toda su fuerza, mandando toda su razón, perdón y respeto al anciano al infierno. Solo había un pensamiento en su mente, ¡pegarle a ese imbécil!

—Espere, espere... ¿Cómo puede? ¡Ay!

—No solo le apuntes a la cara. Duele, duele, duele…¡Ay!

—Lo siento, lo siento, ¿no es suficiente...? Espera, ¿puedes no patear ahí?

—¡Ahhh...!

En ese momento, toda la habitación resonaba con los gritos conmovedores de alguien.

Cuando Yao Si ya no tuvo la energía para lanzar otro puñetazo, la ardiente ira dentro de su corazón por fin se disipó un poco. Luego se detuvo, inhaló haciendo una respiración profunda y volvió a patear a la persona en el suelo.

—Escúpelo, ¿qué es lo que en realidad quieres?

Ella no tenía enemistades viejas ni nuevos odios contra él, así que no creyó ni por un segundo que él había desperdiciado tanto esfuerzo en arrastrarla hasta allí solo por un maldito experimento.

—Su alteza…

La hermosa cara de Qu Ze, que al principio era parecida a la de un duende, estaba ahora hinchada, como la de un cerdo. Trató de levantarse con gran esfuerzo, pero no pudo pararse, por lo que solo pudo sentarse en el suelo. Quería poner una expresión inocente, pero eso hizo palpitar las heridas de su cara e inhaló fuerte.

—Hawl kan yau doo dis, Qu Ze sow apsit. (¿Cómo puedes hacer esto? Qu Ze está tan molesto).

Yao Si levantó el rabillo de su boca y puso los ojos en blanco ante él.

—Solo te estaba haciendo una broma inofensiva a ti también.

—Mm...

—Es suficiente; deja de fingir.

Si alguna vez volviera a caer, ella sería una idiota.

—Dilo, ¿qué es lo que realmente quieres?

Qu Ze estaba estupefacto. Dejó de lado la expresión alegre y la miró directo a los ojos, como si tratara de asegurarse de algo. Después de mirar fijo durante mucho tiempo, bajó la voz y preguntó:

—¿De verdad quieres saber la razón?

Yao Si se sintió un poco incómoda al ser mirada por él, pero no tenía forma de escapar de ello, por lo que volvió a asentir con firmeza.

—¡Dilo!

"¡Veamos qué historia se te ocurre esta vez!".

—¡Está bien!

Asintió, se levantó despacio y levantó la cabeza para mirarla directo a los ojos de ella. Estaba tan cerca que casi se tocaban, y de pie así deletreó con claridad su siguiente frase.

—¡Tú– no – me – ca – es – bien!

—Ja, ja…— se mofó Yao Si, apartando la cabeza de cerdo frente a ella—.¡Qué coincidencia, a mí tampoco!

Su cara se volvió rígida por un segundo, pero luego continuó:

—Recibí la noticia, por eso tuve que viajar miles de kilómetros, desde otra galaxia, para volver corriendo. Estaba investigando un proyecto muy importante en ese momento, pero me vi forzado a parar y regresar solo porque eres un vampiro de quinta generación —explicó con sus ojos hinchados llenos de desagrado—. Qué ridículo, ¿por qué debería hacerlo? Sólo porque somos de la generación más joven, ¿debemos dejar todo a un lado y ponerte por encima de todo?

—...

—Debes ser una broma. ¿Qué has hecho por nosotros, los vampiros? ¿Tienes alguna contribución importante? ¿Quién decidió que debo ser amable contigo?

—...

—Soy un anciano de la trigésima generación y puedo ser considerado como uno de los más viejos de nosotros —mencionó y la comisura de sus labios se volvió hacia arriba mientras acariciaba el orbe púrpura que tenía en la mano—. Desde los Zergs hasta la cuarta Unión de la galaxia actual, he vivido durante cientos de miles de años. Presencié cada batalla de los vampiros, cada catástrofe, porque soy un vampiro de la trigésima generación; ese es mi deber. He protegido a los vampiros durante muchos años...

Respiró un largo rato, luego inclinó la cabeza y miró a la sala blanca.

—Todos en nuestra especie son así, hasta la trece es así. Estamos tratando de hacer de los vampiros una mejor raza, por eso... Soy el gran anciano de nuestra especie. Pero tú, ¿qué te mereces?

La miró con gran desafío.

—Has estado hibernando durante decenas de miles de millones de años; sólo eres un extraño que confía en su antigua línea de sangre para asumir grandes aires. No has hecho nada por los vampiros, ¿por qué deberíamos reconocerte como nuestro ancestro? ¿Y dirigirme a ti como "su alteza"?

—...

—Ni siquiera conocemos tu origen, tu carácter, y ni siquiera conoces el lenguaje más básico de la galaxia —continuó y se le fruncieron las cejas cuando exhaló—. ¡Sí! Te ofendí, pero como el gran anciano, debo hacerlo por los vampiros. Debo asegurarme de que su llegada no afecte a toda la raza de vampiros. Si de verdad quieres hacerme responsable de esto, estoy dispuesto a aceptar tu disposición. Incluso si eso significa que mi linaje sea cancelado y caer en el sueño eterno.

—¿Sueño eterno?

Yao Si se sorprendió. El sueño eterno era la pena capital. Debido al físico especial de los vampiros, eran inmunes a todos los daños excepto a los ataques de su propia especie. Si eran asesinados por los suyos, entonces eso sería realmente la muerte, y los vampiros llamaron a ese método "el sueño eterno".

—Eres un vampiro de quinta generación, y como es natural, tienes el derecho de ejercer este privilegio, aunque sea sin razón.

—Oh…

Yao Si lo miró de arriba a abajo, la poderosa capacidad de autocuración de los vampiros ya había curado la mitad del daño en su cabeza de cerdo. Se levantó y se quitó el polvo de la ropa, luego con una expresión fría expresó despreocupada:

—¡Entonces ya puedes irte a dormir eternamente!