La pregunta de Seong-Jin hizo que la mente de Sun hee se quedará en blanco.
¿Molestarle?
En realidad no le agradaba tanto la idea de su esposo, pero si era la única manera posible para que la dejará ir no lo negaría por nada del mundo.
Agitó sus manos para indicarle que no le desagradaba la idea. Por alguna razón no parecía muy convincente.
—N-no, de verdad que no me desagrada la idea de que me acompañes. Solo me preocupaba de que pudieras enfadarte por si te sentías agobiado con tantas personas.
Seong-Jin la miró y asintió con la cabeza.
Comenzó a caminar hacía su dormitorio, quería descansar, había pasado muchas horas dentro del avión.
Cuando se estaba acercando a la puerta la voz de su esposa hizo que se detuviera al instante:
—¡No entres!
Parecía asustada, se acercó a él rápidamente y se puso delante de la puerta. Luego estiró los brazos para que no entrara.
Pensó que quizás había una pequeña posibilidad de que no le agradara el gran cambió que hizo en su dormitorio. Cada segundo que pasaba hacía que ella pensara que él odiaría el dormitorio.
Le había costado llegar a un acuerdo con su esposo para dejarla ir a la audición, si ahora veía el dormitorio y no le gustaba podría cambiar de opinión.
Nerviosa intentó decir alguna excusa buena, ver a su esposo mirándola con curiosidad enfrente de ella hacía que su mente se volviera a quedar en blanco.
Su esposo ignoró un poco la situación, dio unos pasos más y intento abrir la puerta.
Sun hee, casi pegada al pecho de su esposo intentó frenarlo.
Se le ocurrió una idea que podría funcionar:
—Duerme conmigo, yo también estoy cansada, alomejor sería mas cómodo que tu duermas en mi dormitorio. Es más agradable.
Enseguida se dio cuenta de la situación que acababa de provocar, deseaba tener una máquina del tiempo para poder retroceder y olvidar aquella horrible escena.
Decidió no cambiar de opinión y esperar a que su silencioso esposo respondiera aquella espontánea petición.
Seong-Jin parecía sorprendido, retrocedió unos pasos para luego mirar las piernas temblorosas de su esposa.
—No me incómoda mi dormitorio.
Enserio que era difícil convencer a aquél hombre.
—Bueno, la verdad es que yo no puedo saber lo que a ti te incomoda o no pero puede ser que de verdad te agrade más mi dormitorio. No tengo que tener ningún motivo para pedirte que duermas conmigo, además eres mi esposo.
Sun hee estaba decidida a hacer esa audición, le diría lo que sea a su esposo para que no entrara al dormitorio que había reformado.
—Esta bien.
No tenía ninguna expresión nueva en su rostro, solo la misma de siempre, una fría y indescifrable.
Todavía quedaban horas para que se hiciera de noche, por ahora solo lo había entretenido durante la tarde, no sabía si su siesta sería larga o corta.
Lo importante era esperar a la noche, tal vez debería intentar volver a persuadirlo cuando despierte.
***
Pasaron las horas, ya era de noche.
Sun hee no entro ni una vez a su dormitorio, algo le tenía sorprendida, su esposo no había salido del dormitorio en toda el día...
El sueño empezó a invadir a Sun hee, sin pensarlo dos veces fue a su dormitorio, estaba nerviosa, en cuanto abriera la puerta vería a su esposo tumbado en la cama.
Abrió la puerta y lo vio durmiendo en la cama, se acercó sin hacer ruido y le miró durante unos segundos.
Se veía bien cuando dormía, incluso dormía con elegancia... no se movía ni siquiera un poco, para ella aquello era impresionante.
Siempre que ella se despertaba en la cama era un milagro, casi siempre tenía las piernas fuera de la cama y aveces se caía mientras dormía.
Fue al otro lado de la cama y se tumbó. De vez en cuando miraba la espalda de su esposo, pocos minutos después se quedó durmiendo.