—Gracias por la invitación, pero no estoy apurada para jugar. Ustedes pueden adelantarse —respondió Huo Mian sonriendo, y rechazó cortésmente la invitación de Wei Liao.
Luego caminó lentamente y vio que muchas personas ya se habían sentado a jugar porque no podían contener la emoción.
Huo Mian quería probar su suerte. Al ver que a una de las mesas le faltaba un jugador, se sentó.
Sentada frente a ella había una anciana de cincuenta años. Llevaba una abundante cantidad de maquillaje, y estaba un poco gordita. Tenía un peinado alto y un cigarrillo en la boca. Sólo por su apariencia, era obvio que no era una oponente amable.
A su izquierda había un hombre normal y delgado con gafas, que parecía estar en sus treinta y tantos años.
A su derecha había un hombre gordo y calvo de unos cuarenta años. En su muñeca llevaba un Rolex, que apestaba a dinero.
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