—¡Jefe! Espere. Hay algo que necesita ver...
Bella se detiene y se gira para verlo. Se sorprende al notar que él sostiene un ramo de rosas blancas.
—¡Eh! ¿Quieres darle esa flor a tu enamorada? ¿Quién es la afortunada que finalmente domó tu frío corazón? —pregunta ella, sonriendo y bromeando con él.
—Ja ja ja... —Leo no puede evitar reír al escuchar sus palabras—. Bueno, parece que has entendido mal, Jefe. Estas hermosas rosas son para ti. Alguien acaba de entregarlas —dice mientras le pasa las flores.
Bella se queda sorprendida.
—¿Eso es para mí? ¿En serio? —Bella preguntó. No esperaba que su esposo le enviara flores después de que se habían separado hace solo unos minutos, cuando Tristan la dejó antes de dirigirse a su oficina.
—Sí, tu nombre estaba claramente escrito en la nota cuando mi secretaria lo recibió del mensajero. Por favor, date prisa y tómalo antes de que alguien nos vea. Pensarán que intento cortejarte dándote rosas blancas —él se ríe entre dientes.
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