¿Quién dijo que esta mujer no tenía cerebro?

—¡Mira dónde estás! Deja de armar escándalos. Si se corre la voz, ¡esto no va a lucir bien para los Zhai! —El Segundo Maestro Zhai hizo todo lo posible por agarrar a su mujer pero no tuvo éxito al intentar arrastrarla porque ella inmediatamente apartó su brazo y lanzó una mirada fulminante a Lila—. No me importa. Quiero que Lila me pida disculpas hoy mismo.

Sabía que esta era la única manera de que su espectáculo continuara.

—¿Estás loca?

—Si ella se hubiera llevado a mi hija, aunque solo fuera por un rato, mi hija no estaría desaparecida en este momento —Yvette gritó mientras señalaba a Lila—. Esto hizo que todos se giraran en su dirección.

—¿Has perdido la razón?

—Sí, la he perdido —dijo Yvette mientras empujaba a su esposo y se inclinaba hacia adelante en la mesa con una mirada penetrante—. O me pides disculpas o me devuelves a mi hija.

—Siempre actúas tan amable y eres conocida en la industria por ayudar a los demás. ¿No me digas que todo era solo para el espectáculo?