Después de tres años de matrimonio, Wendy Stewart estaba acostumbrada a los comentarios sarcásticos de Michael Lucas, sus amenazas frecuentes sobre el divorcio e incluso su indulgencia con una amante. Pensó que podría soportar todo esto toda su vida, hasta que accidentalmente quedó embarazada de un niño que Michael no quería. Finalmente desesperada, Wendy firmó el acuerdo de divorcio y se fue. Pensó que podrían haberse separado para siempre, pero Michael se negó a dejar de buscarla después del divorcio. Cuando se encontraron de nuevo, ella era la mejor diseñadora del mundo. Sonriendo dulcemente a su exmarido, dijo: —Mi querido, ya estamos divorciados. Michael simplemente la miró fríamente: —Dime, ¿qué hará falta para que nos reconciliemos?
—Mami, Zess calentó algo de leche. Debes beber esto y descansar bien esta noche. —Jake sostenía una taza de leche caliente con ambas manos y caminó cuidadosamente hasta la cama de Wendy para entregársela. Wendy se rió mientras tomaba la taza de sus manos. —Después de ver a Wendy beber la taza de leche, Jake estaba a punto de regresar a su habitación cuando sonó el teléfono. Era una videollamada de la Ciudad de Rheinsville.
Wendy contestó la llamada y la bonita carita de Leah llenó la pantalla. Una dulce voz resonó, —Mami, te extraño.
—Leah... —Wendy sonrió con calidez al ver el rostro familiar y lindo. Agitó su mano hacia el teléfono—, ¿Has sido una buena niña y has escuchado a tu abuelo?
—Sí, he sido una buena niña. No solo escucho a mi abuelo, también escucho al Tío Todd. —Leah sonrió con orgullo a Wendy, sus grandes ojos redondos se convirtieron en medias lunas.
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