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Mas allá del dolor y la soledad

Más allá del dolor y la soledad es una historia profunda y emocional que explora las vidas de varios jóvenes marcados por sus experiencias personales, sus luchas internas y sus complejas relaciones. A través de los ojos de Pariz, la protagonista, se desvelan los oscuros matices de una vida llena de dificultades: malas notas, una familia rota por un padre alcohólico y abusivo, la pobreza y el dolor de vivir en una constante lucha por sobrevivir. Pariz, acostumbrada a la indiferencia y al dolor, busca escapar de su realidad a través del cigarro, mientras enfrenta su propio vacío emocional. Por otro lado, Lápiz, una chica con un pasado de abuso y soledad, nunca ha conocido el amor en ninguna de sus formas. Su niñez estuvo marcada por el abuso en su antigua escuela y el abandono de cualquier figura familiar, y ahora, con una personalidad cerrada y desconfiada, le cuesta abrirse a los demás. Vive en un constante estado de desconfianza, incapaz de conectar con quienes la rodean, abriéndose poco a poco a emociones nuevas, atesorándolas, pero también negándolas, peleando constantemente consigo misma para aceptar las experiencias y aprender de ellas, recordando en el camino experiencias bloqueadas y recuerdos que la perturban enfrentándose a ellos para descubrirse poco a poco. Cada personaje de la historia tiene su propio trasfondo y desarrollo. Johan, jj joakin y otros compañeros, todos con sus propias heridas y motivaciones, juegan un papel fundamental en el crecimiento y transformación de Pariz y Lápiz. Mientras atraviesan sus propias pruebas de dolor y redención, sus caminos se entrelazan, llevando a cada uno a enfrentar lo que más temen: sus propios miedos, traumas y la posibilidad de encontrar algo tan extraño para ellos como el amor y la aceptación, en un reducido grupo de jóvenes heridos de diferentes maneras y como lo esconden para estar con los demas. Más allá del dolor y la soledad es una exploración cruda y sin adornos sobre los efectos del abuso, la soledad, la dependencia emocional y el deseo de pertenecer. Es una historia que no tiene miedo de mostrar la oscuridad de la vida y decepcionar cualquier intento de salir de ese agujero, pero también resaltar los brillos de salvación de forma poética, aunque sea imperfecta y llena de cicatrices.

TRH_ · Realistic
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26 Chs

La Salida

Después de un receso, el grupo de amigos regresó a sus respectivos salones. Solo faltaban unos minutos para que la campana marcara el final del día, y la espera parecía eterna.

En el salón de JJ, las paredes amarillas, gastadas por el tiempo y cubiertas de restos de cinta adhesiva, mostraban el paso de incontables trabajos arrancados. JJ, con la mirada fija en el reloj analógico, contaba los segundos.

—3… 2… 1… ahora— pensó emocionado.

Justo entonces, sonó la campana, marcando el fin de la jornada. Sin perder un segundo, los estudiantes con sus útiles ya guardados comenzaron a salir apresuradamente.

—Espera— dijo una voz familiar detrás de JJ.

— ¿Mm? ¿Qué pasa?— respondió, girándose con curiosidad.

—Yo… quería saber si te gustaría salir conmigo— dijo la chica, con la respiración acelerada y la voz temblorosa.

JJ la vigilada de arriba a abajo. Como todos los demás, llevaba el uniforme escolar, pero su largo cabello negro con puntas moradas y sus ojos del mismo color le daban un toque de belleza única. Su piel blanca y suave completaba la imagen.

—Claro. ¿A dónde me quieres llevar?— preguntó JJ con tono confiado.

—Oh… pues… donde a ti te guste— murmuró ella, bajando la cabeza, claramente avergonzada.

—Me gusta el Café Cat. Tienen comida deliciosa— respondió JJ, adoptando un tono amigable.

—¿Te parece a las cinco?— preguntó, un poco más segura de sí misma.

—Para ti, a cualquier hora— respondió JJ, reforzando su confianza.

La chica se volvió a encogerse, visiblemente nerviosa. JJ, al notar su reacción, la tranquilizó:

—Relájate, ya me invitaste. Respira. Nos vemos a esa hora— dijo, dándole una sonrisa reconfortante.

—Sí, tienes razón… nos vemos a las cinco— respondió ella, antes de alejarse rápidamente.

JJ la miró irse, y una sonrisa maliciosa cruzó su rostro.

—Esto va a ser divertido— pensó mientras se dirigía a sentarse en una de las bancas del patio, a esperar a sus amigos.

Por su parte, Pariz y Johan salieron del salón unos diez minutos después.

—Te dije que terminaras rápido. Se nos hizo tarde por estar ayudándote— comentó Johan, visiblemente molesto.

—No digas eso, lo terminé— respondió Pariz con un tono triste.

—No te hagas la víctima. A este paso te van a dejar en tutorías— añadió Johan, preocupado.

—¡Ya te dije que lo siento! ¡Deja de molestar con eso!— replicó Pariz, alzando la voz, molesta.

—Ahh… voy al baño— dijo Johan, suspirando con frustración.

Pariz lo agarró del brazo suavemente.

—No te vayas enojado, no quise decir eso— le dijo con culpa.

—Está bien, solo voy al baño— respondió Johan, más calmado.

—Okidoki— añadió Pariz, con su habitual tono despreocupado.

Mientras Johan entraba al baño, pensaba para sí mismo:

—Pariz es rara… pasa de estar enojada a ser adorable en un segundo… aunque debo admitir que es bastante entretenida— se dijo, esbozando una sonrisa.

En tanto, Pariz se dirigió hacia su casillero.

—¡Johan, voy a dejar mis libros! Ahorita volvió —gritó desde lejos, mientras caminaba por el pasillo. En su camino, notó algo inusual: un grupo de chicas estaba molestando a alguien.

—Yo… solo quiero ir a dejar mis libros— murmuraba Lápiz, visiblemente intimidada.

—¿Qué? No te escuché— replicó Karla, una de las chicas más crueles y adineradas de la escuela, con una mirada cargada de desprecio.

—Voy a… dejar mis libros— repitió Lápiz, temblando de miedo.

De pronto, Karla la empujó, haciendo que Lápiz tropezara y cayera, dejando caer sus libros al suelo.

—Uy, te caíste— dijo Verónica, burlándose, mientras Karla se reía a carcajadas.

—Jajaja, qué tonta eres. Apenas te empujé un poquito y te caíste, rubia estúpida— se burlaba Karla.

Lápiz, impotente, se cubrió la cara con las manos, tratando de ocultar sus lágrimas.

—Miren, la rubia va a llorar, jajaja— continuaba Karla, disfrutando de la situación.

—Oigan, ya es suficiente— interrumpió Lily, la chica de puntas moradas.

—Cállate, Lily. ¿No ves que nos estamos divirtiendo?— le respondió Karla, irritada.

—Dije que ya basta— intervino Pariz, acercándose con una expresión severa.

—Ay, linda, solo nos estamos divirtiendo— dijo Karla, pero con una pizca de molestia.

—Te dije que la dejaras en paz. Y sabes perfectamente lo que significa— dijo Pariz, alzando un poco más la voz.

Karla la miró con desafío.

—¿Y qué significa?— preguntó, con los ojos entrecerrados.

—Que te largues, ahora— sentenció Pariz, furiosa.

Karla cerró el puño, pero tras un instante, se dio la vuelta.

—Vámonos, chicas. Dejemos a las novias en paz— dijo, con sarcasmo, mientras se alejaban.

Pariz se agachó para recoger los libros de Lápiz.

—¿Estás bien?— preguntó con preocupación.

—Sí… gracias— respondió Lápiz de manera cortante, levantándose con rapidez.

—Me llamo Pariz, ¿y tú?—

—Lápiz… perdón, tengo que ir al baño— dijo nervioso, claramente afectada por la situación.

—Oh, estás bien. Hablamos otro día— le respondió Pariz, apartándose para dejarla pasar.

El lápiz salió corriendo en dirección al baño, pero en su prisa, chocó con alguien.

—Pe… perdón— murmuró, solbándose la cabeza.

—No pasa nada, ten más cuidado— respondió Johan con una sonrisa, tratando de ser amable.

Sin decir una palabra más, el lápiz entró rápidamente al baño. Johan apenas le prestó atención y continuó su camino hacia donde estaba Pariz.

—¡Johan! Medio año fiscal te tardaste— bromeó Pariz al verlo llegar.

—Yo también me alegre de verte— respondió él, manteniendo la gran sonrisa que había mostrado al encontrarse con Lápiz.

—¿Y esa sonrisita?— preguntó Pariz, con una expresión curiosa.

—No es nada— dijo Johan, algo nervioso.

—Es por la rubia, ¿verdad? Digo, por Lápiz— añadió Pariz, con una sonrisa juguetona. —Sabes qué, mejor voy al baño— bromeó.

—Ah, ya vamos a ver a tu novio JJ— dijo Johan, sin querer jugar más con el tema.

—¡Que no es mi novio, es solo un amigo!— respondió Pariz, revirando los ojos.

Afuera, JJ los escuchaba discutir y los interrumpió.

—¡Ya era hora! ¡Vamos! —gritó desde la entrada.

—¡Ya vamos!— respondió Johan, mientras Pariz suspiraba.

En el baño, Lápiz, entre lágrimas, se decía a sí misma:

—¿Por qué? ¿Por qué todos me odian? Tal vez, si no estuviera aquí, nadie se enojaría conmigo…

hola, intente cambiar un poquito la forma de escritura, espro que sea de su agrado visual y les ayude a imaginar mejor la historia, no olviden que es un capitulo a la semana lo que les estoy subiendo aun que tratare de ser mas frecuente

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