webnovel
avataravatar

Capitulo 13: "Lo que está roto puede re forjarse"

El sol apenas asomaba sobre el horizonte, iluminando con tonos cálidos el campamento donde las clases 1-A y 1-B compartían el área designada para desayunar. El aire estaba fresco y vibraba con la energía de los jóvenes héroes, quienes comenzaban a familiarizarse más entre ellos tras días de intenso entrenamiento.

La preparación del desayuno

El olor del arroz recién cocido, huevos fritos, y pan tostado se extendía por el área. Algunos estudiantes habían tomado la iniciativa de cocinar mientras otros ayudaban a colocar las mesas improvisadas.

Sato lideraba la cocina, amasando y horneando panes con sorprendente destreza mientras Momo lo asistía, creando utensilios y bandejas para servir.

Kendo e Ibara se encargaban de organizar los platos y mantener todo en orden, mientras que Kirishima y Tetsutetsu competían por ver quién podía cargar más jarras de agua para la mesa.

Mineta, intentando "ayudar," fue rápidamente puesto en su lugar por Jiro y Asui, quienes lo amenazaron con expulsarlo de la cocina si seguía causando problemas.

Finalmente, todo quedó listo, y los estudiantes comenzaron a tomar asiento.

Aunque al principio había cierta tensión entre las dos clases, los días de entrenamiento habían facilitado una conexión más cercana entre los estudiantes. Conversaciones animadas llenaban el aire mientras compartían la comida.

Tokoyami y Kuroiro hablaban en voz baja sobre sus estrategias de combate, conectados por su afinidad por la oscuridad.

Yaoyorozu discutía técnicas de combate con Itsuka Kendo, interesada en cómo combinar creación con fuerza bruta.

Shoto permanecía en silencio, pero no podía evitar notar las miradas curiosas de Setsuna Tokage, quien parecía querer desafiarlo en algún momento.

Bakugo, en su propio rincón, comía en silencio, aunque su atención no pasaba desapercibida para Monoma, quien intentaba, sin éxito, provocarlo.

Midoriya y Tetsutetsu conversaban sobre resistencia física, con Iida y Kirishima uniéndose a la charla para compartir consejos.

Charlas sobre los recientes ataques

Sin embargo, la conversación inevitablemente giró hacia los recientes eventos. El ataque a la plaza y la aparición del "Fantasma Azul" estaban frescos en la mente de todos.

Kaminari en su tono de siempre exclamó: "Es una locura... aún no puedo creer lo que pasó en esa plaza. Los Nomus y todo ese caos... ¿y qué hay del Fantasma Azul?"

Jiro de forma calmada le respondió:"Sí, parece que está en todos lados últimamente. Es como si estuviera jugando con los héroes y la policía."

Tsuburaba de la clase 1-B comentó con tono serio: "Mis padres estaban cerca de esa plaza. Si los héroes no hubieran intervenido, no sé qué habría pasado."

Todoroki, con expresión seria: "No es solo el Fantasma Azul... es todo el movimiento de la Liga de Villanos. Esto no se detendrá fácilmente."

Kendo, intentando calmar los ánimos: "Por eso estamos aquí, para entrenar. Si queremos proteger a la gente, tenemos que ser más fuertes."

El ambiente se tornó más solemne. Aunque estaban acostumbrados a entrenar para enfrentar villanos, el nivel de destrucción reciente había tocado una fibra sensible en muchos de ellos.

A medida que terminaban el desayuno, Mandalay y las otras Pussycats llegaron al área, anunciando las actividades del día.

Mandalay empezó a hablar con entusiasmo: "¡Muy bien, chicos! Hoy continuaremos con el entrenamiento de quirks. Recuerden que cada uno de ustedes tiene un potencial increíble, y estamos aquí para llevarlos al límite."

Pixie-Bob, con su entusiasmo característico: "¡Así que prepárense para un día lleno de acción! ¡Espero que hayan desayunado bien, porque van a necesitarlo!"

Con renovado espíritu, los estudiantes comenzaron a dispersarse, listos para enfrentar otro día de arduo entrenamiento. Sin embargo, en el fondo, la amenaza de la Liga y el Fantasma Azul seguía pesando sobre ellos.

Desde la mañana hasta la tarde, las clases 1-A y 1-B se sumergieron en un entrenamiento exhaustivo, diseñado para llevar sus habilidades al límite. Cada estudiante se enfrentó a sus propias debilidades, mientras los instructores, las Wild Wild Pussycats y Aizawa, los observaban y presionaban para que dieran más de sí mismos.

El calor del sol de mediodía hizo que el entrenamiento fuera aún más agotador. Bakugo practicaba explosiones más controladas, lanzando proyectiles precisos contra blancos móviles. Su sudor goteaba, pero su determinación no flaqueaba.

Midoriya, por su parte, alternaba entre usar el One For All a menor potencia y aumentar su velocidad en carreras entre obstáculos, mientras Iida lo animaba, entrenando a su lado con movimientos más rápidos de lo habitual.

Ochaco intentaba mantener múltiples objetos flotando mientras se movía, lo que la dejó exhausta, y Todoroki se empujaba a crear grandes murallas de hielo mientras generaba llamas al mismo tiempo, buscando un equilibrio perfecto. Jiro y Kaminari practicaban ataques combinados, mientras Kirishima entrenaba su resistencia contra las afiladas espinas de Tokoyami, quien usaba Dark Shadow para mejorar su control.

En el otro lado del terreno, la clase 1-B no se quedaba atrás. Tetsutetsu golpeaba enormes bloques de metal mientras Kendo lo ayudaba a perfeccionar sus movimientos. Monoma, aunque exasperante, absorbía quirks temporales para aprender a combinarlos.

Ibara, con un control aún más fino sobre sus enredaderas, las utilizaba para trepar árboles y moverse con rapidez, mientras que Setsuna Tokage dividía su cuerpo para esquivar ataques rápidos de sus compañeros. Shiozaki practicaba inmovilizar enemigos sin dañarlos, y Kuroiro trabajaba en manipular sombras con más fluidez.

El terreno entero resonaba con explosiones, gritos, y el esfuerzo colectivo de las dos clases. Con cada ejercicio, los estudiantes se empujaban más allá de sus límites, cayendo al suelo exhaustos solo para levantarse y continuar.

Cuando el sol comenzó a descender y el cielo adoptó un tono anaranjado, los estudiantes apenas podían mantenerse en pie. Sus uniformes estaban empapados de sudor, y sus cuerpos temblaban del cansancio, pero sus rostros reflejaban determinación. A pesar del agotamiento, todos sabían que estaban dando lo mejor de sí mismos por un propósito mayor: proteger a los inocentes y estar preparados para enfrentar cualquier amenaza.

Sin embargo, en lugar de retirarse a las cabañas para descansar, Vlad King y Aizawa sugirieron algo diferente. Decidieron que era momento de relajarse un poco y fortalecer la camaradería entre las dos clases. Una fogata fue encendida en un claro cercano al campamento, y poco a poco los estudiantes se reunieron alrededor de ella.

La luz cálida de las llamas iluminaba los rostros cansados de los alumnos, mientras algunos se dejaban caer al suelo con sus bandejas de comida y otros seguían charlando. Kirishima, siempre el alma del grupo, animaba a los demás con historias heroicas, mientras Bakugo refunfuñaba sobre "lo estúpido que era esto", aunque no se alejaba del grupo.

Jiro tocaba una melodía suave en su guitarra mientras Tokoyami, intrigado, murmuraba sobre la relación simbólica entre la música y las sombras. Midoriya, siempre curioso, se sentó con algunos compañeros de la clase 1-B, intercambiando historias sobre sus entrenamientos y lo que habían aprendido. Monoma, por supuesto, intentaba alardear de las habilidades de su clase, aunque no logró irritar tanto a los de la 1-A como esperaba.

Mientras tanto, las conversaciones giraban inevitablemente hacia lo ocurrido días atrás. Las noticias sobre el ataque en la plaza y los reportajes sobre el Fantasma Azul aún estaban frescos en la mente de todos. Shoji expresó su preocupación por la creciente violencia, mientras Todoroki y Momo discutían estrategias para mejorar su trabajo en equipo.

Mientras tanto, lejos del ambiente cálido y animado de la fogata, en el bar de la Liga de Villanos, una atmósfera mucho más siniestra se tejía. Shigaraki jugueteaba con sus manos, su mirada inquietante fija en una pantalla que mostraba imágenes de las recientes destrucciones. A su lado, Kurogiri permanecía impasible, organizando datos e información.

Marcopolo estaba sentado en un rincón oscuro, ajustando una de sus armas mientras sus pensamientos viajaban a lugares oscuros. Dabi, apoyado contra una pared, miraba las llamas que ocasionalmente se formaban en sus manos, mientras Toga jugueteaba con un cuchillo, riéndose de forma perturbadora.

El ambiente era pesado, cargado de tensión. Una figura nueva se adentró en la sala, trayendo consigo noticias y un plan que prometía cambiarlo todo. Las risas de Shigaraki se hicieron más profundas, resonando en el pequeño espacio.

Algo oscuro estaba a punto de desatarse.

La fogata seguía brillando intensamente en el claro del campamento, con los alumnos de ambas clases comenzando a relajarse tras un día de entrenamiento extenuante. Pero en el bar de la Liga de Villanos, lejos de aquella calma aparente, la verdadera oscuridad se reunía.

La puerta del bar crujió mientras Kurogiri abría un portal, y de este emergieron figuras que parecían haberse escapado de las peores pesadillas de cualquier héroe. Muscular, con una sonrisa sádica y sus músculos tensados, entró como si el lugar ya le perteneciera. Moonfish, con su dentadura afilada y su caminar errático, no dijo una palabra, pero su sola presencia hizo que Twice retrocediera ligeramente antes de soltar un comentario dividido sobre si estaba emocionado o aterrorizado. Magne y Spinner venían detrás, con pasos firmes, mientras el Sr. Compress, elegante como siempre, entraba con su característica teatralidad, haciendo una pequeña reverencia que nadie parecía apreciar.

Por último, un chico más joven con una máscara de gas, Mustard, entró lentamente, casi arrastrando los pies, pero con un aura de confianza incómoda que no encajaba con su tamaño. Todos se alinearon frente a Shigaraki, quien observaba con sus ojos fríos e inquebrantables, y una sonrisa torcida.

—Bienvenidos —dijo, levantando una mano con sus dedos inquietos tamborileando sobre la mesa frente a él—. La Liga de Villanos se está fortaleciendo, y todos ustedes jugarán un papel importante en lo que está por venir.

Twice se adelantó, mirando a todos los recién llegados con su típica verborrea errática:

—¡Hola! ¡Son demasiados músculos en un solo lugar! ¡Y demasiados dientes! ¡Me encanta, pero también me asusta!

Magne ignoró los comentarios y se cruzó de brazos. Muscular, sin embargo, soltó una carcajada profunda y miró a Moonfish, murmurando algo sobre quién mataría más héroes en la próxima misión.

Antes de que Shigaraki pudiera continuar, una voz resonó desde el monitor del bar, llamando la atención de todos. La pantalla se encendió, y la imponente figura de All For One apareció en ella. Su tono era grave, controlado, como si cada palabra estuviera perfectamente calculada para transmitir autoridad.

—Marcopolo, te necesito.

Marcopolo, que había permanecido en un rincón del bar, ajustando su equipo y observando en silencio a los recién llegados, levantó la mirada hacia el monitor. Su expresión no cambió, pero sus ojos parecieron volverse más fríos al escuchar la llamada directa de su maestro.

—Entendido —respondió simplemente, levantándose con calma.

Kurogiri ya estaba abriendo un portal junto a él, listo para transportarlo. Mientras pasaba junto a los demás miembros de la Liga, Twice no pudo evitar murmurar en voz alta:

—¡El Fantasma Azul tiene asuntos importantes! ¡Ojalá yo tuviera asuntos importantes! ¡No, no lo desearía! ¡Sí, sí lo desearía!

Marcopolo no respondió, pero la esquina de su boca se torció ligeramente en algo que podría interpretarse como una sonrisa. Luego, sin decir más, atravesó el portal, desapareciendo de la vista.

Mientras Marcopolo era transportado a la presencia de All For One, los miembros restantes de la Liga comenzaron a interactuar con los recién llegados. Muscular se inclinó hacia Spinner, señalando la espada que llevaba consigo.

—¿Eso es para pelear o solo para mostrar? —preguntó, su tono burlón.

Spinner, firme en su convicción, lo ignoró, pero fue Magne quien intercedió.

—Cállate, grandulón. Aquí todos tenemos un propósito, y no se trata solo de músculos.

En una esquina, Toga se acercó a Moonfish, observando con fascinación las cuchillas que sobresalían de su boca.

—¡Tienes que enseñarme cómo usas eso! ¡Debe ser tan... divertido! —dijo, riendo.

Twice, mientras tanto, continuaba lanzando comentarios contradictorios sobre todos los presentes, mientras el Sr. Compress intentaba mantener una conversación más civilizada con Mustard, quien parecía interesado en demostrar su valía a pesar de ser el más joven del grupo.

Shigaraki, sentado en su silla habitual, observaba el caos con una sonrisa satisfecha. Su Liga estaba creciendo, y aunque algunos eran más difíciles de manejar que otros, todos tenían un papel que desempeñar.

—Cuando Marcopolo regrese, comenzaremos a planificar —dijo finalmente, dejando claro que no habría movimientos hasta que su mercenario personal volviera.

En el bar, las conversaciones continuaron, cada uno de los villanos mostrando sus peculiaridades tanto en sus poderes como en sus personalidades. Aunque aún no habían trazado ningún plan concreto, la atmósfera estaba cargada de tensión, como si una tormenta estuviera a punto de desatarse.

El portal, como siempre, fue un breve y silencioso túnel entre mundos, pero en ese instante, Marcopolo sintió una presión en el pecho, como si un peso invisible estuviera a punto de aplastarlo. Mientras cruzaba la distorsión, algo en su mente se agitó, y un flashback oscuro y perturbador lo invadió, como una sombra repentina que lo devoraba por completo.

Oscuridad...

Una niebla espesa y densa lo envolvía, el aire parecía espeso, imposible de respirar. Frente a él, un fuego ardía sin piedad, iluminando las ruinas de lo que alguna vez fue su hogar. No recordaba cómo había llegado ahí. Solo veía a la gente correr, gritar, caer. Las llamas devoraban a todo lo que tocaban. Los edificios ya no eran más que cenizas.

—¡Muérete! —un grito desgarrador lo alcanzó, un sonido tan visceral que lo atravesó hasta los huesos. La imagen de un niño, probablemente más joven que él, cayendo bajo el peso de los escombros, quedó grabada en su mente. Todo estaba en llamas.

El viento soplaba fuerte, arrastrando cenizas y recuerdos. Entre las ruinas, una figura se mantenía erguida, su rostro imperturbable, observando el caos. Marcó la distancia con su mirada, caminando entre cadáveres como si todo lo que veía fuera solo una película.

Luego, un estruendo. El sonido de un camión, de un impacto. ¡Un grito!

El grito del niño, su propio grito, que nunca había salido de su garganta.

"¡No!"

Se tambaleó, cayendo de rodillas, pero no sentía dolor. Su cuerpo estaba completamente cubierto de cenizas, las manos manchadas de sangre.

—¡No es posible!

"¿Por qué? ¿Por qué todo se desmorona?"

Entonces, la oscuridad lo rodeó completamente. El vacío lo consumió, como una cámara fría, desolada. El final.

Un golpe en su cabeza. La sensación de caer. El frío de la muerte. La nada.

Despertó.

Se encontraba de pie, respirando, completamente consciente. Sin embargo, la distorsión no desapareció. Era solo un flashback. Una memoria atada a un pasado lejano, doloroso y roto, donde él no era el "Marcopolo" que había llegado a este mundo, sino el hombre que había muerto con su vida destrozada.

La voz que lo había acompañado en ese momento regresó.

—"Recuerdo que tú, en tu forma más pura, lo perdiste todo. Todo fue destruido por tus propios recuerdos. Tus propios errores."

All For One...

La presencia de AFO comenzó a llenar el espacio. Su voz resonó desde la oscuridad como un eco persistente.

—Sé lo que te está atormentando, Marcopolo. Sé que te has roto. Pero yo puedo ayudarte.

Marcopolo parpadeó, con los ojos vacíos por lo que acababa de revivir, pero la suave, profunda voz de AFO comenzó a calmar sus pensamientos dispersos, con una sutil promesa de control.

—Tú y yo, los dos hemos sufrido, pero aquí hay algo que puedes tener: un poder que te liberará de esta fragilidad. Un poder para reconstruirte. Para hacer que todo sea tuyo.

Marcopolo miró hacia el portal, donde la silueta de AFO se mostraba como una sombra amenazante. Un destello de duda cruzó su mente. No quería ser usado. No quería ser una marioneta más. Pero… el vació que sentía, la angustia que lo había llevado a este punto, lo debilitaba. Las mismas dudas lo devoraban.

¿Qué hacer con esos recuerdos? ¿Qué hacer con la verdad de su mundo?

Entonces, AFO susurró nuevamente, sabiendo que estaba al borde de la rendición.

—Acepta mi oferta, Marcopolo. Déjame mostrarte un poder que va más allá de lo que puedes imaginar. El quirk de Restauración que yo poseo, será tuyo. Repararás todo lo que está roto. No solo tu cuerpo. Tu mente, tus recuerdos, todo. Deja que te ayude a alcanzar el propósito que has perdido.

Marcopolo sintió una punzada de temor. Pero al mismo tiempo, un anhelo profundo y oscuro despertaba dentro de él. El quirk de AFO. Un poder más allá de lo conocido, que lo haría invencible. Nada sería lo mismo.

¿Y si aceptaba? ¿Sería realmente el mismo después?

En su mente, el conflicto, la guerra, los políticos corruptos que provocaron la tragedia, las vidas destruidas por el egoísmo humano... todo eso comenzó a fusionarse con el dolor presente, con la lucha constante por sobrevivir.

Sí.

Su mente se partió. Se rompió y se reconstruyó al mismo tiempo.

Recuerdos de vidas anteriores. El hombre que había caído, el hombre que había buscado redención en un mundo que ya no tenía sentido. Todo se unió en una visión caótica. El dolor, la guerra, la destrucción de todo lo que amaba. Y luego… la caída. Su propia muerte, tan amarga, tan repentina, tan injusta. La guerra era su final, pero ¿qué significaba eso ahora? Nada.

—Nada importa ya.

El espacio, el tiempo, la guerra, los recuerdos… todo eso desapareció por completo. No importaba si estaba en un mundo diferente, si ahora todo parecía cambiar. En su mente, no había líneas, no había guion, no había reglas. Todo estaba roto. Solo quedaba el vacío.

El propósito era solo una mentira. La supervivencia era irrelevante. Este mundo no tenía el mismo sentido que antes. No era el anime que había visto en su vida pasada. No había héroes. No había villanos con un código moral. No había excusas.

Entonces, la voz de AFO resonó como una orden.

—Ahora, Marcopolo, utiliza Murmullo para romper todo lo que te limite. La reconstrucción empieza cuando destruyes primero lo que existe. Usa Murmullo.

Marcopolo lo entendió perfectamente. Era momento de romper. Y no solo romper, sino reparar todo lo que quedaba de él. Usaría a Murmullo. Con un simple susurro, podía destruir. Con otro, podría reconstruir a su voluntad. Y este mundo, este maldito mundo, sería su lienzo.

Un murmullo. Una ruina.

Era lo único que necesitaba para desatar el caos. Ya no necesitaba razones ni propósitos. No importaba si todo se desmoronaba. Ya no había nada que lo sujetara. Solo destrucción y reconstrucción.

Y lo haría todo con el poder de Murmullo.

El Renacimiento del Silencio...

Apenas atravesé el portal de Kurogiri, el aire del bar se tornó pesado, como si las sombras mismas contuvieran la respiración. Allí, en una esquina, solitaria pero inquebrantable, estaba Murmullo. Mi fiel compañera, mi salvadora, la extensión de todo lo que soy.

Pero ahora no estaba sola. Junto a ella, sobre la mesa, descansaba la máscara.

Un simple objeto a primera vista, pero que representaba mucho más. Era la barrera entre el hombre que había sido y el símbolo que estaba destinado a ser. Era el rostro del caos, el silencio que antecede a la tormenta.

El mundo pareció detenerse.

No eran solo objetos. No eran herramientas. Eran la respuesta.

Desde el instante en que había llegado a este mundo, Murmullo y esa máscara habían sido mi refugio, mis guardianes silenciosos. Pero ahora, después de lo que acababa de experimentar, entendía que significaban algo más.

Eran yo. Y yo era ellos.

Me detuve frente a la mesa. La madera crujió bajo mis pies. El bar estaba lleno de risas y conversaciones entre los miembros de la Liga, pero todo eso era ruido de fondo. Lo único que importaba era lo que estaba frente a mí.

Alargué la mano, rozando la superficie fría y metálica de Murmullo, y una oleada de recuerdos me invadió. No de esta vida. No del aquí y ahora.

El pasado...

Las guerras. El polvo. Las cenizas. Los cuerpos que había visto caer en un mundo roto, donde las decisiones de hombres poderosos habían sellado el destino de los inocentes. Las llamas que habían consumido todo lo que alguna vez amé. Mi caída. Mi muerte.

Y entonces, un vacío. Un silencio tan absoluto que parecía eterno.

Por un instante, sentí el peso de todo eso, como si el pasado y el presente se superpusieran en una única y abrumadora verdad: no importa dónde estés, el mundo siempre será una ruina.

¿Y qué haces con las ruinas?

Las destruyes por completo. Y luego, si tienes la fuerza, las reconstruyes como te plazca.

Mis ojos se posaron en la máscara, y recordé las palabras de All For One. Su quirk me había cambiado. No solo físicamente, sino en mi núcleo. La máscara no era solo un adorno. Ahora era parte de mí. Al fusionarse conmigo gracias al quirk de "Reparación," su superficie metálica y las líneas afiladas se adaptaron a mi rostro, reforzándome tanto en cuerpo como en espíritu.

Ya no era solo Marcopolo. Ahora era algo más. Algo nuevo.

La máscara reflejaba la transformación. Sus detalles oscuros, sus grietas ahora reforzadas, eran un recordatorio de lo que había perdido y de lo que había ganado. Era una representación física de mi propósito: destruir y reconstruir.

Murmullo brilló bajo la tenue luz del bar.

"Siempre hemos sido tú y yo, Murmullo," pensé. "Incluso antes de que existieras, ya estabas conmigo."

El pasado. El presente. Todo estaba conectado.

Recordé las veces que había levantado un arma en mi vida pasada, no para proteger, sino para sobrevivir. Recordé los conflictos, las traiciones, las decisiones que me habían llevado a la muerte. Y ahora, en este mundo, con sus héroes y villanos, con sus falsos ideales de justicia y moralidad, nada era diferente.

No era un héroe. Nunca lo fui.

Soy un sobreviviente. Y ahora, soy un arquitecto.

Tomé a Murmullo con ambas manos, sintiendo su peso como si fuera la primera vez. Era tan liviana y tan pesada al mismo tiempo. Una paradoja. Un recordatorio de lo que significaba el poder.

Con la máscara firmemente unida a mí, sentí que el aire mismo se transformaba. Las grietas de mi ser habían sido selladas, no para ocultar mi fragilidad, sino para reforzarme. Ahora estaba completo.

El hombre había muerto. Lo que quedaba era un símbolo.

Me giré lentamente, dejando que mi mirada recorriese el bar. Los miembros de la Liga seguían charlando, riendo entre ellos. Ignoraban lo que acababa de suceder, el cambio que había ocurrido en mí.

Ellos también lo entenderán.

El mundo entero lo entenderá.

Un simple murmullo puede cambiarlo todo. Una idea. Un susurro en la mente correcta, en el momento adecuado. No necesitas gritar para destruir.

Apreté a Murmullo contra mi pecho y sonreí tras la máscara.

"No hay héroes. No hay villanos. Solo hay quienes están dispuestos a romper el silencio."

Y yo lo romperé. Una y otra vez. Hasta que no quede nada más que mis términos.

Porque en un mundo donde todo es ceniza, lo único que importa es quién tiene el poder para convertir esa ceniza en algo nuevo.

Murmullo y yo lo demostraremos.

Y ahora, con la máscara unida a mi ser, nadie podrá detenerme.

El Silencio Antes de la Tempestad

La tenue luz del bar iluminaba el rostro enmascarado de Marcopolo, realzando las líneas metálicas de su máscara recién fusionada. Su sombrero descansaba sobre la mesa, un último vestigio de su antigua apariencia, pero ahora, mientras lo tomaba y se lo colocaba con un gesto firme, algo quedó claro para todos en la sala: Marcopolo había cambiado.

Se irguió, con Murmullo descansando sobre su cinturón e su funda , y caminó hacia el centro del bar, su andar seguro y decidido. Los miembros de la Liga, sumidos en su propia conversación, se silenciaron uno a uno, atraídos por la presencia de este hombre que parecía irradiar un aire de autoridad inesperado.

"Escuchen," comenzó, su voz resonando con una frialdad calculada, "este ataque no será una simple incursión. Será un mensaje. Un murmullo que resonará hasta los cimientos de la sociedad heroica."

Kurogiri observaba desde las sombras.

Había visto muchos cambios en los miembros de la Liga, pero este era diferente. El Marcopolo que había regresado a través del portal no era el mismo que había entrado. Había algo más en él, una precisión quirúrgica en su manera de hablar, una claridad en su mirada. El maestro lo había cambiado.

"Usaremos los portales para movernos de forma impredecible," continuó Marcopolo, mientras desplegaba un mapa del campamento sobre la mesa. "Los Nomus serán nuestra primera línea. Dos de ellos, el de la motosierra y el de los músculos, crearán caos en los flancos, atrayendo la atención de los héroes."

Shigaraki, que había estado observando en silencio, se levantó de su asiento, sus manos temblando de rabia. "¿Y quién te crees que eres para dar órdenes? ¡Yo soy el líder aquí!"

El bar quedó en silencio absoluto.

Marcopolo no respondió de inmediato. Caminó con calma hacia Shigaraki, su figura envuelta en sombras excepto por el brillo metálico de su brazo izquierdo, una fusión grotesca y hermosa entre metal y carne que parecía latir con una vida propia. Se detuvo frente a él y alzó la mano, colocando suavemente su palma sobre la frente de Shigaraki.

El cambio fue inmediato.

El quirk de Reparar, una habilidad que parecía diseñada para corregir más que lo físico, envolvió a Shigaraki en un instante de claridad. Sus pensamientos desordenados se alinearon. No fue un control mental, no fue manipulación. Fue algo más profundo. Fue como si Marcopolo hubiera encontrado las piezas sueltas en su mente y las hubiera colocado en su lugar.

Shigaraki retrocedió un paso, parpadeando mientras su respiración se calmaba. "Hazlo," murmuró, su voz baja pero sin rastros de la ira que había mostrado antes.

Kurogiri observó, incrédulo.

Esto no era natural. Esto no era algo que hubiera visto antes. El maestro le había dado a Marcopolo algo más que un quirk. Le había dado una presencia, una capacidad para doblar a los demás a su voluntad sin siquiera alzar la voz.

Marcopolo giró hacia el resto de la Liga, ignorando la mirada perdida de Shigaraki, y continuó. "Una vez que los héroes estén ocupados con los Nomus, Kurogiri abrirá portales estratégicos para dividir a los estudiantes. Aislaremos a los más débiles y eliminaremos a los líderes. La confusión será nuestra aliada."

"¿Y cómo iniciaremos?" preguntó Compress, con su habitual tono teatral.

Marcopolo alzó una granada negra que había estado en su cinturón y la dejó caer sobre la mesa. "Con esto. Es un dispositivo de dispersión que generará una explosión de humo y ruido lo suficientemente fuerte como para desorientar a los héroes y estudiantes. Una vez que tengamos una visión clara de su organización, actuaremos sin dudar. Las vidas de esos estudiantes no importan. Son piezas en un juego que ya está roto."

Las palabras cayeron como un martillo.

Magne frunció el ceño. "¿Y si hay bajas?"

"Habrá bajas," respondió Marcopolo con una frialdad cortante. "Eso es inevitable. Pero no lo vean como algo malo. Todo esto… este mundo, estas vidas, son mentiras. Y una mentira solo puede romperse desde dentro."

El silencio se apoderó del bar mientras los miembros de la Liga digerían esas palabras. Marcopolo tomó su sombrero, ajustándolo sobre la máscara que ahora era una extensión de sí mismo.

"Todo está roto," dijo con calma. "Pero yo ya me arreglé. Y pronto, este mundo también lo estará, bajo mis términos."

Los villanos asintieron lentamente, absorbidos por la seguridad y la oscuridad de sus palabras. Kurogiri abrió un portal, preparándose para mover a los Nomus al lugar designado, mientras Marcopolo añadía un último detalle.

"El golpe inicial no es para ganar," dijo mientras se giraba hacia el portal. "Es para recordarles a los héroes que incluso sus fortalezas más ocultas están al alcance de un simple murmullo."

Y con eso, la Liga del Villano estaba lista para desatar el caos.