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Capítulo 31: La fiesta.

Al día siguiente, el patio trasero de la mansión cobraba vida con la preparación frenética para la fiesta. Bajo el resplandor del sol de la tarde, Lyra y Touko supervisaban cada detalle con meticulosidad, asegurándose de que todo estuviera perfecto para la celebración que se avecinaba.

Mientras tanto, Shori, Ik y Lewa se aventuraron a las tiendas en busca del atuendo ideal para la noche. Con la misma determinación que las chicas mostraron el día anterior, los tres amigos exploraron las opciones de ropa con entusiasmo.

—¿Qué opinan de esta camisa? —preguntó Shori, sosteniendo una llamativa prenda floreada, con tonos café y detalles amarillos que capturaban la luz del sol.

—Es un poco... llamativa —respondió Lewa con cautela, buscando las palabras correctas para expresar su opinión sin ofender a su amigo.

—Si a ti te gusta, supongo que... lo siento, es horrible —intervino Ik rápidamente, notando la expresión de Shori al retirar la camisa.

Shori asintió con una sonrisa resignada y continuó explorando las opciones, mientras Lewa y Ik hacían lo mismo, examinando las prendas con atención.

—¿Qué les parece esta? —preguntó Ik, mostrando una camisa sencilla de color gris oscuro, de mangas cortas y corte clásico.

—Es sencilla pero elegante, definitivamente va contigo —respondió Lewa con aprobación, mientras Shori asentía con entusiasmo, reconociendo el buen gusto de su amigo.

Ik agregó la camisa a su canasta, junto con una corbata negra para completar su atuendo. Mientras tanto, Lewa optó por lo clásico, seleccionando una elegante camisa blanca y solicitando una corbata a Ik para complementar su atuendo.

—¿Vas a usar pantalón negro? —preguntó Ik, ofreciéndole la corbata a Lewa con un gesto amistoso.

—Sí, y también zapatos de vestir —confirmó Lewa, visualizando su atuendo completo mientras se preparaba para la celebración que se avecinaba.

—¡Su ropa es muy aburrida chicos, ¡miren esto! —exclamó Shori emocionado, mostrando una playera de tela gruesa en un vibrante tono azul, adornada con detalles dorados que relucían bajo la luz del establecimiento.

—Pues esa no se ve tan mal, ¿cuánto cuesta? —preguntó Lewa, acercándose para examinar la etiqueta con curiosidad—. ¡Cinco mil lanas!

—¡Eso es casi todo lo que gané en la última misión de mercenario! —exclamó Ik, sorprendido por el precio.

—Pero vale la pena, esta ropa es una obra de arte de la más alta calidad, mi madre me lo enseñó —explicó Shori, defendiendo su elección mientras añadía la peculiar prenda a su canasta con determinación.

Un gran camión llegó a la majestuosa mansión Fujimori, transportando consigo un pequeño circo que estaba programado para dar un espectáculo en la fiesta. Finley, el fiel mayordomo de la mansión, los recibió con una cálida bienvenida, y en menos de una hora, el equipo del circo había montado la impresionante carpa en el jardín de la mansión, listos para entretener a los invitados con su espectáculo.

—¡Vaya, estamos en una mansión enorme! —comentó uno de los payasos del circo, admirando el esplendor del lugar.

—Sí, parece que el único adulto aquí es ese distinguido mayordomo —añadió una linda payasita de cabello celeste, con una sonrisa traviesa en su rostro.

—Entonces será fácil mantenerlos retenidos y pedirles mucho dinero a sus papás —dijo el presentador y dueño del circo, un hombre de aspecto siniestro con sombrero de copa y lentes oscuros, con una mirada astuta que sugería planes oscuros.

Licka y Akino llegaron a la mansión, uniéndose al bullicio de preparativos que ya se vivía en el interior. Ansiosas por empezar su sesión de arreglo personal, se dirigieron a la habitación de Touko, donde sabían que encontrarían una amplia selección de aparatos de belleza.

—¡Me encantaría ponerme pestañas postizas, Touko! ¿Podrías ayudarme con eso? —preguntó Lyra con entusiasmo, emocionada por la idea de resaltar sus ojos con un toque de glamour.

—Yo necesito alisarme el cabello, ¿tienes una plancha por aquí? —intervino Licka, explorando los rincones de la habitación en busca del utensilio deseado. Mientras tanto, Akino observaba a las chicas con una expresión de curiosidad, sintiéndose fuera de lugar en medio de la efervescencia de la sesión de belleza, ya que nunca había mostrado interés en productos de belleza y su cabello corto no ofrecía muchas opciones para peinarlo.

—Aki, ¿podrías ayudar a Licka con la plancha mientras yo me ocupo de Lyra y sus pestañas? —propuso Touko, distribuyendo las tareas de manera eficiente entre las tres amigas.

—Claro, pásame eso —respondió Akino, aceptando la tarea con una sonrisa.

—Por cierto, ¿por qué mantienes el cabello tan corto, Akino? —inquirió Licka, intrigada por la elección de su amiga.

—Es cierto, en el torneo te vimos con la cabeza rapada —agregó Lyra, mientras Touko trabajaba meticulosamente en las pestañas de la joven.

—Es una cuestión práctica, en mi antiguo gremio de la Nación Kaji, todas las chicas teníamos que raparnos la cabeza... Supongo que esa costumbre se quedó conmigo —respondió Akino con un dejo de melancolía, recordando los días pasados en su gremio con cierta nostalgia.

En la acogedora atmósfera de la casa de Nozomi, ella y Kiyomi debatían sobre la posibilidad de asistir a la fiesta. La invitación de Ik, después de haber colaborado juntos en una misión como mercenarios, había generado cierta indecisión en la amigas.

—No estoy segura, Nozomi. No conocemos a nadie más allá de Ik en esa fiesta —expresó Kiyomi, reflejando sus reservas sobre la idea.

Nozomi contempló la situación por un momento, reflexionando sobre la importancia de la invitación de Ik y su deseo de que estuvieran presentes en el evento.

—Ik ha sido de gran ayuda para mí en estos últimos meses. Si nos invitó, es porque realmente quiere que estemos allí. No podemos decepcionarlo —respondió Nozomi con convicción, dando un sorbo a su taza de café mientras buscaba transmitir confianza a su amiga.

—Bueno, si tú vas, yo voy... al menos podremos conversar entre nosotras si no encajamos con el resto —concedió Kiyomi, aceptando finalmente la propuesta de Nozomi mientras se levantaba para ir a cambiar su ropa. 

La noche descendió sobre la mansión, y las luces de la fiesta comenzaron a destellar, pintando el patio trasero con una paleta de colores vibrantes. Con elegancia, Finley abrió las grandes puertas traseras, y Shori se posicionó frente a ellas, listo para recibir a los invitados con un brillo de anticipación en sus ojos.

—¡Bienvenidos a todos! —exclamó Shori con entusiasmo, anticipando la llegada de los asistentes que pronto colmarían el espacio festivo.

—No te preocupes demasiado por su puntualidad —intervino Lyra, acercándose a su amigo mientras disfrutaba de un poco de helado.

—Por cierto, Nina, ¿dónde conseguiste eso? —preguntó Shori, señalando el helado con curiosidad.

—El chef me lo dio como agradecimiento por ayudar con el pastel —respondió Lyra misteriosamente.

—¿¡Ayudaste a hacer el pastel!? ¿De qué sabor es? —inquirió Shori, con los ojos brillando de emoción ante la posibilidad de un dulce secreto.

—Eso es un secreto —respondió Lyra con una sonrisa traviesa.

—¿Qué? No seas así, al menos comparte un poco de ese helado de vainilla conmigo —insistió Shori, intentando sonsacar información.

—No, es solo para mí. Tendrás que esperar hasta que comamos el pastel para probarlo —respondió Lyra con determinación.

—¡Aja! ¡Lo sabía! El pastel es de helado de vainilla —exclamó Shori, con una expresión triunfante al descubrir la sorpresa.

—¡Maldición! Se me escapó. No le digas a Touko que te lo dije —rogó Lyra, preocupada por haber revelado accidentalmente el secreto antes de tiempo.

—Por cierto, ¿dónde están las demás? —preguntó Shori, notando la ausencia de otros invitados.

—Licka y Akino querían maquillarse, así que Touko se quedó para ayudarlas —explicó Lyra, encogiéndose de hombros.

—¿Y tú por qué no te maquillaste? —inquirió Shori, con curiosidad.

—Me aburre hacerlo. Solo me puse un poco de máscara de pestañas, sombra de ojos y algo de polvo —respondió Lyra, de manera despreocupada.

—Lo dices como si fuera poco. Yo soy naturalmente bello sin necesidad de maquillaje —bromeó Shori, con una sonrisa juguetona.

—Qué raro, yo siempre te veo como si llevaras maquillaje de payaso —respondió Lyra sin darse cuenta de la presencia de uno de los payasos del circo que pasaba detrás de ellos. —No quise decirlo de esa manera.

—Olvídalo, niña. El daño emocional ya está hecho —respondió el payaso, haciendo una mueca de tristeza antes de retirarse de la escena, dejando a Lyra con una sensación de pesar por su comentario desafortunado.

—¿Qué están haciendo ustedes dos? —preguntó Lewa mientras se acercaba a sus amigos, notando la escena animada a su alrededor.

—¡Hola, Lewa! —saludaron Shori y Lyra al unísono, intercambiando una mirada cómplice antes de que Shori abrazara efusivamente a su amigo.

—¡Al fin llegas! Parece que esta casa se estaba convirtiendo en un reino de las chicas —exclamó Shori con un destello de emoción en los ojos.

—Entonces, Ik aún no llega —observó Lewa, tomando nota de la ausencia de otro amigo.

—No, tú eres el primer chico en llegar —confirmó Lyra, con una sonrisa juguetona.

—¿Y qué hay de mí? —inquirió Shori, algo molesto por ser excluido, pero Lyra simplemente comenzó a caminar hacia la casa sin responder.

Con el pasar de los minutos, las chicas salieron de la casa y la fiesta se animó con la música del DJ, mientras todos disfrutaban bailando. Sin embargo, en un rincón apartado, Akino y Shori se encontraban inmersos en una competencia improvisada para ver quién podía comer más frituras antes de que terminara la canción.

—Parece que llegamos un poco tarde —comentó Ik, acompañado de Nozomi y Kiyomi, mientras se unían al grupo. Los tres se dirigieron hacia la pista de baile, donde fueron recibidos con cálidos saludos. Incluso Shori y Aki, quienes aún tenían la boca llena de comida, les dieron una acogida amistosa.

Kiyomi, con una rapidez sorprendente, se sumergió en la pista de baile y comenzó a bailar junto a Licka, quien la recibió con los brazos abiertos, como si fueran viejas amigas. Mientras tanto, Nozomi aún parecía un poco reacia a alejarse de Ik, quien, por cortesía, se quedaba a su lado para no dejarla sola.

Lyra observó la escena y, motivada por una razón que aún no comprendía del todo, sintió la necesidad de acercarse a Ik para hablar con él.

—Hola, Ik, qué bueno que viniste. ¿Quién es tu invitada?... No me digas que es tu novia —preguntó Lyra, con un dejo de insistencia en su voz.

—Ella es Nozomi, una amiga que conocí cuando la ayudé en una misión de mercenarios —respondió Ik, tratando de aclarar el malentendido.

—Hola, tú debes ser Lyra. ¿Eres algo así como la novia de Ik, cierto? —se presentó Nozomi.

—¿Eso te dijo él? —preguntó Lyra, sonrojada por la suposición.

—No, no, solo lo supuse. Es que se la pasa hablando de ti y creo que me excedí... ¡Voy a ver si puedo agarrar algo de la mesa antes de que esos dos de ahí se lo coman todo! —exclamó Nozomi, visiblemente nerviosa, antes de alejarse rápidamente.

—Mírate, estás hasta temblando de los nervios —comentó Lyra, observando a Ik con complicidad.

—¿Cómo dices eso cuando tu rostro parece un tomate? —respondió Ik, intentando aligerar el ambiente.

—No sé de qué hablas, estoy súper tranquila. Soy tan serena que me mantendría calmada incluso si me pidieras ser tu novia ahora mismo —dijo Lyra, aunque su confianza vaciló un poco.

—En ese caso, ¿te gustaría salir mañana a algún lugar solos tú y yo, como en una cita? —preguntó Ik, visiblemente nervioso.

—Está bien, sí acepto —respondió Lyra, sintiendo un vuelco en su estómago antes de dirigirse hacia la pista de baile, llevándose a Touko consigo. Ambas entraron a la sala de estar de la casa, donde se desató un grito chillón de alegría.

La canción llegó a su fin, dejando a Akino como la indiscutible ganadora de la competencia de comida. Mientras tanto, Lyra, Touko y Licka se acomodaron en los camastros frente a la piscina, disfrutando del frescor de la noche y la tranquila charla, mientras los demás continuaban bailando y divirtiéndose en la pista principal.

—¿Alguien ha visto a Finley? —preguntó Shori, mostrando preocupación por el paradero del mayordomo. Los invitados se miraron unos a otros en busca de respuestas, pero nadie parecía haberlo visto desde que abrió las puertas para la fiesta. De repente, las luces de la pista se apagaron y los reflectores de la carpa del circo comenzaron a brillar, invitando a los jóvenes a adentrarse en su misterioso interior.

—Primer y último aviso, jóvenes, por favor pasen a la carpa del gran circo "Manao" para presenciar el gran espectáculo que hemos preparado para ustedes —anunció una voz a través de los altavoces cerca de la entrada. Los chicos se adentraron en la carpa, algo desconcertados pero intrigados por lo que les esperaba. Lewa tuvo un fugaz pensamiento sobre la familiaridad de esa voz, aunque no pudo recordar de dónde la conocía, mientras se dirigía hacia el interior de la carpa. Todos entraron para ver el espectáculo, excepto Shori, quien había ido al baño tras haberse excedido con las frituras, Ik, que estaba buscando a Finley para obtener información sobre la velocidad rompevientos, y Lyra, quien se había retirado brevemente para retocar su maquillaje.

El dueño del circo, con un sombrero extravagante y una sonrisa exagerada, dio la bienvenida a los jóvenes antes de presentar un acto que prometía arrancarles carcajadas. Dos payasos con máscaras de gas emergieron detrás del telón, uno malabareando con torpeza mientras el otro hacía todo lo posible por sabotear su acto.

—¿Te parece gracioso, Aki? —preguntó Lewa disimuladamente al ver a su amiga reír a carcajadas.

—No, para nada, no sé qué me pasa —respondió ella, entre risas. Lewa quedó desconcertado por la respuesta de su amiga, pero antes de que pudiera reflexionar sobre ello, Touko lo tomó de la pierna, llamando su atención.

—¿Tú también, Touko?... ¿Y Licka? Las amigas de Ik también —murmuró Lewa, ahora preocupado al ver que todas sus amigas se contagiaban de las risas.

—Qué público tan entregado. ¿Qué tal si les mostramos un poco de magia? —propuso el presentador, tras la actuación de los payasos. Un misterioso mago apareció en escena, con Finley atrapado en una extraña caja que dejaba libres solo sus pies y cabeza, amordazado.

—¡Lewa, es él! —intentó decir Touko con desesperación, pero sus palabras se perdieron entre las risas. Lewa pensó que se refería a Finley, pero cuando los reflectores iluminaron el rostro del mago, entendió lo que quería decir.

—¡Eres tú, el hombre del bosque! —exclamó Lewa, tratando de lanzarse hacia Momo Strange, pero cayó al suelo entre risas.

—Creí que tardaría más en surtir efecto —comentó el presentador, mientras se ajustaba la nariz roja que adornaba su rostro.

—¿Qué hacemos con el mayordomo, señor Panza? —preguntó Strange, notando que Finley aún estaba consciente.

—Divídelo por la mitad, el show debe continuar —respondió Panza, el dueño del circo, mientras los payasos y la contorsionista empezaban a desmontar la carpa.

Lyra, Ik y Shori se encontraron en el camino y juntos se dirigieron hacia donde estaban sus amigos. Sin embargo, antes de llegar, notaron que los chicos estaban atados y la carpa estaba siendo desmontada.

—¿Qué creen que esté pasando? —susurró Lyra, mientras Ik los hacía esconderse tras un pilar de la mansión.

—No lo sé, pero debemos idear un plan para ayudarlos —respondió Ik, con evidente preocupación.

—Todos saben usar zen, así que si los capturaron, deben ser muy poderosos.

—O tal vez utilizaron algún tipo de truco o Keiyaku para dejarlos inconscientes. Observa, están ilesos, no parece que hayan luchado.

—¿Dónde está Shori? —preguntó Lyra al darse cuenta de que el rubio ya no estaba con ellos.

—¡Liberen a mis amigos ahora mismo! —exclamó el cumpleañero, enfrentándose valientemente a Panza y los demás miembros del circo.

—Miren, nos faltaba uno —observó el dueño al ver a Shori frente a ellos—. Tammy, haz lo tuyo.

—Señor Panza, si revela lo que pienso hacer, mi ataque no será efectivo —respondió la chica contorsionista mientras se aproximaba a Shori, quien retrocedió instantáneamente. Sin previo aviso, Ik emergió de su escondite utilizando la velocidad rompevientos para embestir a Panza, quien detuvo el golpe con su abultada barriga como un escudo. «Esto debería dejarlo fuera de combate», pensó Ik, pero antes de poder reaccionar, Panza le devolvió el golpe con una fuerza descomunal, enviándolo volando hasta estrellarse contra la pared, a pesar del intento de Lyra por detenerlo.

—¿Ik, estás bien?

—Sí, sí, ¿y tú? Recibiste el impacto directo —preguntó el chico preocupado mientras se ponía de pie.

—Estoy bien, concentré toda mi armor en la espalda para reducir el daño al mínimo —respondió Lyra, tomando la mano de Ik para levantarse.

—Ese tipo... parece que absorbe el daño en su estómago... ¿Puedes encargarte de esos payasos?

—Sí, no te preocupes por mí —aseguró la chica antes de que Ik se marchara nuevamente utilizando la velocidad rompevientos.

Mientras tanto, Shori se encontraba enfrascado en una intensa pelea con Tammy, quien manipulaba el agua de la piscina utilizando su zen de naturaleza acuática.

—Si apago el fuego de tus puños con mi agua, no podrás hacerme daño —afirmó Tammy después de empapar a Shori con una gran cantidad de agua, la cual se reagrupó lentamente para formar un gigantesco puño que la contorsionista utilizó para atacar al joven rubio e intentar aplastarlo.

Mientras tanto, uno de los payasos señaló a Lyra, quien se acercaba a ellos, recordándole a su compañero que ella era la que había insultado su honorable oficio.

—¡Entonces enseñémosle a respetar! —exclamó el segundo payaso, creando cuatro clones exactamente iguales de sí mismo. Siguiendo su ejemplo, el primer payaso hizo lo mismo, rodeando a la chica de cabello rosa con los clones.

—Así que apuestan por la cantidad para ganar —comentó Lyra, antes de adoptar una postura de combate, separando ligeramente las piernas y cruzando los brazos uno sobre otro, como la boca de un tigre, una técnica que había aprendido en el arte marcial shaolin kung fu. Los clones de los payasos se abalanzaron sobre ella, pero Lyra respondió con movimientos rápidos, repeliendo a ambos con destreza.

—¡No te creas tan lista! —exclamó un clon del segundo payaso, lanzándole una fuerte patada por la espalda, lo que hizo que Lyra perdiera momentáneamente su postura. Esto permitió que los demás clones comenzaran a golpearla, dejándola indefensa ante los golpes y patadas que iban dirigidos a su rostro.

Ik se dio cuenta de la situación crítica en la que se encontraba Lyra y se dispuso a correr en su ayuda. Sin embargo, su avance fue bloqueado por la imponente figura de Panza, quien con su enorme barriga obstaculizó su camino.

—¡No estorbes! —gritó Ik, desesperado por llegar hasta su amiga. Pero Panza no mostraba intención alguna de moverse; simplemente se mantenía firme, bloqueando el camino con una calma inquietante. Lleno de ira, Ik intentó lanzar un puñetazo al rostro de Panza, pero el hombre era sorprendentemente ágil para su tamaño. Esquivó cada golpe con facilidad, mostrando una destreza inesperada para su apariencia.

—Cuando termines de hacerme cosquillas, quizás puedas ayudar a tu amiga —respondió Panza con una sonrisa macabra, antes de devolverle el golpe con una fuerza abrumadora, lanzando a Ik contra una de las murallas que rodeaban la mansión. A pesar del impacto, Ik se levantó rápidamente, decidido a continuar la lucha. Utilizando la velocidad rompevientos, se lanzó de nuevo hacia los payasos que seguían golpeando a Lyra. Pero una vez más, Panza se interpuso en su camino, impidiendo su avance con una expresión desafiante en su rostro.

Sin embargo, un repentino giro de la situación capturó la atención de todos: Tammy fue lanzada violentamente contra el camión del circo, provocando un estruendo y abollando el contenedor de carga.

—¡¿Quién dijo que necesito mis puños en llamas para patearte el trasero?! —gritó Shori, visiblemente empapado y lleno de moretones, desde el otro lado del patio. La intervención de Shori distrajo a los demás, lo que permitió a Ik avanzar hacia los payasos con la velocidad rompevientos. Con un par de golpes cargados con toda su armor, desintegró a un par de clones, mientras Lyra aprovechaba para recuperar el aliento.

—¿Estás bien? —preguntó Ik, preocupado, mientras continuaba luchando contra los payasos restantes.

—Nunca mejor —respondió Lyra, limpiándose la sangre de la nariz y preparándose para seguir combatiendo.

—¡Lyra! —exclamó Ik, sin querer dejarla sola frente a sus adversarios.

—Estoy bien, puedo manejarlos —aseguró Lyra con determinación, incrementando brevemente su armor para empujar a los payasos hacia atrás. Con un gesto de asentimiento, Ik regresó su atención hacia Panza, quien ya se acercaba hacia él con intenciones poco amistosas.

Shori se acercó a Tammy, quien yacía en el suelo, y se preparó para acabar con ella usando su Jibun. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de hacerlo, la mujer extendió la mano hacia el rostro de Shori. Con una rápida reacción, Shori tomó la mano de Tammy y la colocó en su propia cara, desencadenando una risa descontrolada en la contorsionista, quien no podía detenerse.

—Entonces eso les hizo a los demás —comentó Shori con una risa contenida, mientras observaba a Tammy sin poder contener las carcajadas.

Mientras tanto, Lyra seguía derribando a los payasos que llegaban en oleadas, sin darles un momento de respiro.

—Tenemos que neutralizarla de inmediato —susurró el primer payaso a su compañero, observando la habilidad de Lyra para deshacerse de ellos.

—¡Su contrato debe ser de poder! —exclamó Lyra repentinamente, antes de pisar el cuello de uno de los clones y hacerlo desaparecer en el aire.

—¿Y qué si es así? —respondió enojado el segundo payaso.

—Supongo que su energía se divide entre sus clones. Por eso, en un combate prolongado, estarían en desventaja —explicó Lyra, mientras continuaba enfrentándose a los clones con determinación.

Mientras Ik continuaba su enfrentamiento con Panza, quien parecía inmune a sus golpes cuando los recibía en el estómago, el joven buscaba una estrategia para contrarrestar el poder del dueño del circo. «Sus golpes no surten efecto cuando impactan contra su barriga... Entonces».

—¡Esfera sombra! —gritó Ik, lanzando su Jibun contra Panza en un intento desesperado por derribarlo. Sin embargo, el hombre de gran barriga absorbió el impacto sin problema, devolviéndole un potente puñetazo que envió a Ik estrellándose contra una muralla de la mansión.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó Shori, extendiendo su mano para ayudar a su amigo a levantarse.

—Sí, gracias. Creo que he descubierto cómo funciona su Keiyaku. Parece que absorbe el daño con su barriga para luego devolverlo con un contraataque —explicó Ik mientras aceptaba la ayuda de Shori.

—En ese caso, solo necesitamos golpearlo en ese enorme rostro —respondió Shori, cubriendo sus puños con llamas.

—No es tan simple. Aunque no lo parezca, ese tipo es sorprendentemente rápido. Ni siquiera con la velocidad rompevientos logré pasar por su lado.

—Entonces veamos si puede lidiar con los dos al mismo tiempo —exclamó Shori antes de correr hacia Panza a toda velocidad, seguido de cerca por Ik.

Lyra continuaba enfrentándose a los payasos con cierta dificultad. Ahora solo quedaba un clon del segundo payaso y los dos originales.

—¡Es hora de usar nuestros Jibun, hermano! —exclamó el primer payaso con rabia, mientras preparaban sus poderes.

—Felicidades, niña, nos has obligado a usar nuestro último recurso —añadió el segundo payaso con una sonrisa maliciosa.

Lyra, alerta, se preparó para lo que venía. Cuando el primer payaso lanzó una fuerte corriente de aire desde las palmas de sus manos.

—Es solo aire, no corta como el Keiyaku de Lewa —murmuró Lyra, evaluando la situación. Pero su calma se vio interrumpida cuando el segundo payaso desató una intensa cadena de llamaradas. La combinación de fuego y aire formó un torbellino ardiente que comenzó a quemarla. Lyra activó rápidamente su armor para minimizar el daño, pero el calor era asfixiante.

Decidida, avanzó entre las llamas hasta llegar frente al payaso de la naturaleza de fuego, expuesta brevemente al fuego. Usando "Dividir", concentró toda su aura oscura en un puño que conectó con la barbilla del payaso, dejándolo inconsciente y eliminando al último clon en el proceso.

—¡Maldita, aléjate de mí! —exclamó el último payaso en pie, retrocediendo lentamente con terror reflejado en sus ojos.

—¿Sin tu hermano ya no sabes cómo defenderte? —replicó Lyra con una mezcla de desdén y furia, mientras cargaba nuevamente toda su armor en su puño, extinguiendo algunos mechones de su cabello que habían comenzado a arder.

—¡Todo fue idea del señor Panza, déjame ir, por favor! —suplicó el payaso, pero Lyra estaba demasiado furiosa como para escuchar razones. Sin pensarlo dos veces, le lanzó un poderoso golpe al pobre payaso a la altura del riñón, haciéndolo caer al suelo retorciéndose de dolor.

Los chicos continuaban tratando de golpear a Panza sin éxito, enfrentándose a sus potentes contraataques que los hacían retroceder varios metros.

—¿Los ayudo? —preguntó Lyra, deteniendo a sus amigos justo a tiempo para evitar que alguno cayera en la piscina vacía.

—Qué bueno que pudiste ocuparte de esos payasos —comentó Ik, mientras intentaba recobrar el aliento.

—¿Alguno tiene alguna idea en mente? —preguntó Shori, buscando desesperadamente una solución.

—Lyra, el Keiyaku de ese tipo funciona devolviendo el poder que absorbe cuando recibe un golpe en la panza —explicó Ik, tratando de analizar la situación.

—No se me ocurre nada en este momento, ojalá Touko estuviera despierta, ella siempre sabe qué hacer —suspiró Lyra, sintiéndose abrumada por la situación.

—Ahora depende de nosotros, algo tiene que venirnos a la mente —dijo Ik, tratando de infundir ánimo en sus amigos.

—¿Qué tal si intentamos sobrecargarlo? —propuso Lyra.

—¿Sobrecargarlo, como una batería? —inquirió Shori, confundido por la idea.

—No exactamente. Entiendo lo que Lyra quiere decir. Si él almacena la energía que recibe para devolverla en un contraataque, debe tener un límite en cuanto a cuánta energía puede almacenar —explicó Ik, tras reflexionar un momento.

—Pero si libera la energía con un contraataque antes de alcanzar ese límite, podríamos encontrarnos en problemas —señaló Shori, mostrando cierta indecisión.

—Es una apuesta arriesgada, pero no se me ocurre otra forma de detenerlo —concluyó Lyra, decidida a poner en práctica su idea.

Los tres amigos se prepararon para enfrentar a Panza, quien se acercaba rápidamente a ellos.

—¡Esfera sombra! —gritó Ik, rodeando su cuerpo con armor mientras lanzaba su poderoso ataque.

—¡Bolas de dragón! —exclamó Shori, conjurando sus esferas de fuego y lanzándolas hacia el enemigo con determinación.

Mientras tanto, Lyra retrocedió unos pasos y, concentrando su aura oscura en su mano derecha, comenzó a moldearla con destreza.

—¡Hand penguins! —exclamó Lyra, lanzando tres proyectiles con forma de pingüinos que salieron disparados con una velocidad impresionante hacia el estómago de Panza. Ik y Shori se detuvieron un momento para admirar el espectáculo, asombrados por la nueva habilidad de su amiga.

"¿Ese es el Jibun de Lyra? Es sorprendente... Sin embargo, si esos pingüinos no regresan a su cuerpo, podría perder esa energía por mucho tiempo y eso la va a dejar expuesta", pensó Ik, preocupado por el bienestar de su amiga.

Sin embargo, sus preocupaciones se disiparon cuando los pingüinos de Lyra se separaron del cuerpo de Panza y continuaron volando alrededor de él, golpeándolo repetidamente con fuerza.

—¡¿Los puedes controlar, Nina?! —preguntó Shori, asombrado por la habilidad de su compañera.

—Esta es la primera vez que los uso contra alguien que no sea Touko, así que aún me cuesta un poco controlar sus movimientos. Sin embargo, a esta distancia, no debería tener problemas para seguir atacando a ese panzón.

—¡Entonces sigamos luchando con todo, Shori! —exclamó Ik, recuperando su determinación y continuando con su ofensiva contra Panza.

"Malditos niños, me han dado tanta energía que ya no me puedo mover con facilidad para alcanzarlos, estoy lleno", pensó el dueño del circo, cuya barriga se hinchaba cada vez más debido a la energía absorbida. A pesar de sus intentos por perseguir a los novatos y conectarles un golpe, ahora los chicos podían esquivarlo con facilidad.

—Miren, su barriga se está inflando como la de un perro embarazado —comentó Shori entre ataques, mientras observaba cómo la barriga del hombre seguía creciendo.

—Esfera sombra acto dos: ¡Puños sombra! —exclamó Ik, dividiendo la esfera sombra en dos burbujas que envolvieron sus puños. Esta técnica era mucho más poderosa que simplemente usar armor en los puños, ya que la esfera sombra agregaba el poder adicional de la rotación y la fricción. Con velocidad y destreza, Ik comenzó a saltar por todo el lugar, utilizando la velocidad rompevientos para conectar varios golpes a Panza y escapar antes de que este pudiera reaccionar.

—Nina, haz regresar a uno de tus pingüinos —solicitó Shori mientras cargaba una pequeña cantidad de fuego en su mano libre. Lyra asintió y concentró su energía para devolver uno de los pingüinos, posándolo sobre la palma de su mano izquierda.

—¿Qué tienes en mente? —preguntó Lyra, observando cómo Shori comenzaba a pasar su mano sobre la silueta del pingüino.

—Acabemos con esto de una vez por todas. ¡A las tres, lo lanzas al ataque! Uno, dos...

—¡Fire Penguin! —exclamaron los dos chicos simultáneamente, mientras el poderoso pingüino se lanzaba hacia el gigantesco Panza de más de cinco metros, derribándolo al instante. Ik, quien estaba más cerca del hombre, pudo ver cómo comenzaban a aparecer gigantescas ampollas en su cuerpo, que lentamente comenzaron a brillar.

—¡Cúbranse! —gritó Ik, pero era demasiado tarde; el cuerpo de Panza estalló, liberando únicamente una inmensa cantidad de aire comprimido y confeti. 

Cuando la nube de tierra y confeti se disipó, los chicos, que estaban todos abrazados, se voltearon para confirmar que estuvieran bien.

—¡Maldición!, mi playera de cinco mil lanas —exclamó Shori al ver que su camiseta estaba prácticamente hecha jirones sobre su torso.

—Mis guantes y mis mallas también terminaron hechos añicos —comentó Lyra, observando cómo Ik sonreía sinceramente feliz. —¿Estás contento porque a ti no se te rompió nada?

—No es eso, piénsenlo por un segundo... Somos un equipo en el gremio y, a pesar de eso, nunca habíamos peleado los tres juntos contra alguien.

—Supongo que tienes razón, nunca lo había considerado de esa manera —respondió Lyra, mostrando una gran sonrisa a su amigo.

—¡Es verdad, matamos a alguien, nos van a expulsar del gremio y nos meterán a prisión! —exclamó Shori exaltado.

—No, pelearon en defensa propia y en la de los civiles, eso les servirá para que al menos no los metan a prisión. Sin embargo, tienen un testigo de que ese sujeto murió por su propia técnica Keiyaku, así que no tienen responsabilidad sobre ello —explicó Crissalid mientras ayudaba a los chicos a levantarse.

—Criss, así que sí viniste después de todo.

—Perdonen la tardanza.

—Espera un segundo... si nos estuvo observando, eso significa que nos pudo haber ayudado —dijo Ik en tono serio.

—Ay, perdónenme, pero eso fue un fantástico entrenamiento para ustedes, ¿no lo creen? —preguntó Criss entre risas nerviosas.

—No me parece nada divertido —respondió Ik mientras se estiraba.

—Crissalid tiene razón, sin este combate no habría probado mi nuevo Jibun y tú no habrías aprendido a usar el segundo acto del tuyo —comentó Lyra mientras tomaba del hombro a su amigo.

—Así que se estuvieron divirtiendo sin nosotros, qué egoístas —dijo Akino, quien se estaba acercando seguida de Touko, Lewa, y Licka, con Finley cerrando la fila.

—¿Cómo se soltaron?, estábamos por ir a liberarlos —preguntó Lyra, con preocupación en su voz.

—Finley nos liberó, al parecer tuvo una breve pelea con el extraño mago que nos encontramos en el bosque hace tiempo —respondió Lewa, explicando la situación.

—A pesar de ser más fuerte que yo, ese hombre simplemente se retiró a mitad del encuentro —añadió el mayordomo, con un toque de vergüenza en su tono.

—Todo parece indicar que ya no hay peligro —comentó Crissalid, tratando de calmar la situación.

—¡Que siga la fiesta! —exclamó Shori, mostrando su entusiasmo antes de correr hacia la caja de control para volver a encender las luces del patio.

—Llamaré a la policía para que se lleve a estos rufianes —dijo Finley, indignado, al observar brevemente a Tammy y a los payasos.

—No se preocupe, ya los llamé yo y están en camino —contestó Criss, sosteniendo su comunicador con seguridad en su mano.

Ik volteó hacia Lyra con una sonrisa amistosa, encontrando su mirada llena de complicidad antes de que ella pronunciara su pregunta:

—Entonces, ¿me pasarás a buscar mañana a las cuatro?