``` [Pasado, presente y futuro, siempre te desearé.] _______ Adeline tenía un plan para obtener su libertad: Paso uno: matar al Rey. Paso dos: huir y vivir felices para siempre. ¿Sucedió eso? No. El plan de Adeline fue interrumpido groseramente por un extraño misterioso, pero atractivo, que le robó su arma a medianoche. Elías Luxton era un Rey despiadado notorio por sus atrocidades sin misericordia. Era el monstruo que se escondía en las sombras. Adeline Rose era una Princesa destronada con un pasado oscuro. Tras el asesinato de sus padres y un usurpador robándole su trono, huye al Imperio de Wraith y se encuentra inesperadamente con Elías. Elías afirmaba conocerla. Pero ella no lo recordaba. Y Adeline no quería tener nada que ver con él. ¿El problema? Adeline debía matarlo, pero él quiere casarse con ella. ¿Podrá escapar de las garras de este Rey desvergonzado? ¿O tendrá que enfrentar sola los demonios de su pasado? _______ [ADVERTENCIA: HAY CONTENIDO ADULTO EN ESTA HISTORIA] Extracto: —Ahora, quítatelo. Ella parpadeó hacia él, asombrada por sus palabras. —¿Qué? —susurró, preguntándose si sus oídos la habían traicionado. —Mi camisa —dijo él, contemplándola con una mirada ardiente. —¿Pero por qué? —preguntó ella. —Para que la próxima vez que me la ponga, tenga recuerdos de poseerte. _______ Editores: okatuvslife & Skale93 Este libro se encuentra exclusivamente en webnovel.com. Por favor, no lo publiques en ningún otro lugar. ```
—¡Liddy! —exclamó asombradamente Adeline, aunque ya había hecho ese atrevido comentario directamente a Elías anteriormente.
—Solo bromeaba, por supuesto —comentó Lydia—. Pero si lo estás pensando… poseo varias casas y condominios, todos los cuales puedes ocupar si quieres huir de tu esposo dominante.
Adeline rió en voz baja. —No creo que huya de él. A lo sumo, lo echaré de su dormitorio.
Lydia levantó una ceja. Apoyó su barbilla en su brazo y observó a su bonita amiga. Adeline no hacía nada, y de todas formas, Lydia se enamoró. Había algo tan tranquilizador en la presencia de Adeline.
—Suena como si ya lo hubieras hecho antes —mencionó Lydia.
Adeline sonrió tímidamente. Justo entonces llegó la comida. Una camarera entró con una bandeja de comida, cubierta por una campana de plata. Los utensilios estaban tan pulidos que reflejaban más que un espejo. Su ánimo se iluminó al ver el filete, jugoso y húmedo.
—Una o dos veces —admitió Adeline.
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