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Capitulo 7 El falso funeral y la profecía de los guerreros

El funeral del Príncipe Ancel se llevaría a cabo en el Coliseo de Batallas, situado a aproximadamente 150 metros del reino, y estaba a punto de comenzar. Los ciudadanos astralianos comenzaron a llegar, ingresando por las imponentes puertas de hierro que se encontraban completamente abiertas. Una vez que todos se acomodaron en las gradas, los guardias del reino, armados con lanzas, se alinearon en dos filas que se extendían desde la entrada hasta el lugar donde cuatro de ellos se encargarían de portar el féretro del Príncipe Ancel. Estos guardias se aseguraron de vigilar la entrada en espera de la llegada del rey Alger y la reina Galiana. Posteriormente, los miembros del Consejo hicieron su aparición y se dirigieron a las gradas principales, donde tenían reservados sus asientos. Un sirviente extendió una lujosa alfombra roja desde la entrada hasta el lugar destinado para el féretro del Príncipe Ancel. Finalmente, el rey Alger y la reina Galiana llegaron tomados de la mano, caminando por la alfombra roja hasta llegar al final. El Coliseo se sumió en un profundo silencio. Una vez que todo estuvo preparado, cuatro guardias ingresaron portando un féretro de oro que contenía el cuerpo del Príncipe Ancel, adornado con espléndidas flores de diversos colores. Los guardias colocaron el féretro en su lugar y se retiraron. A continuación, los sabios místicos entraron por las enormes puertas de acero y se dirigieron a la segunda fila de las gradas, justo detrás de los miembros del Consejo. Todos los presentes dirigieron su atención hacia Aura, el oráculo, quien sorprendió a muchos al aparecer en el funeral, ya que rara vez asistía a tales ceremonias. Aura avanzó por la alfombra roja hasta llegar al lado del rey Alger y la reina Galiana. Por último, Lear, el mensajero, se elevó hacia la azotea del Coliseo de Batallas para observar el funeral desde lo alto. Con todo listo, el funeral dio inicio.

-Hoy, estamos aquí para rendir homenaje a mi hijo, el Príncipe Ancel, quien falleció de manera repentina a la medianoche-anunció el rey Alger, dirigiendo su mirada hacia la multitud de ciudadanos astralianos.

-Mi hijo nació con una enfermedad incurable, y esa fue la causa de su deceso-continuó.

-Este día no solo se conmemora el funeral de mi hijo, sino que también Aura, el oráculo, estará aquí para transmitir un mensaje de suma importancia. Les pido que la escuchen con atención-continuó.

-Antes de que Ancel falleciera, yo, Galiana, los sabios místicos, Arnold el mago y Aura el oráculo nos reunimos en el momento de su nacimiento-explicó.

-Aura el oráculo tuvo una visión sobre el futuro de nuestro mundo durante su nacimiento, y compartirá todos los detalles. Les ruego que la escuchen en silencio, ya que lo que tiene que decir podría ser el mensaje más crucial en la historia de nuestro mundo-finalizó.

Lord Obert dirigió su mirada hacia el rey Alger y la reina Galiana, expresando su preocupación: "Es curioso que el rey Alger, la reina Galiana, los sabios místicos, Aura el oráculo y hasta Arnold el mago se hayan reunido en secreto. Deberíamos estar al tanto de estos asuntos, ya que somos el Consejo y nuestra responsabilidad es vigilar lo que ocurre en Astral."

-Por esa razón, el mensajero Lear nos informó que no podía ofrecer más información-comentó uno de los miembros del Consejo.

-Conoceremos lo que ocurra cuando Aura, el oráculo, comience a transmitir el mensaje-añadió otro miembro del Consejo.

El rey Alger centró su atención en Aura, la oráculo, y luego se acercó nuevamente a Galiana, colocándola en una posición destacada para que pudiera comenzar a transmitir el mensaje.

-Todos son conscientes de que no soy de las astralianas que suelen asistir a funerales, pero en ocasiones es necesario que esté presente-declaró Aura, el oráculo, mientras dirigía su mirada hacia la multitud de astralianos que ocupaban las gradas del Coliseo de Batallas.

-Es cierto que el rey Alger, la reina Galiana, los sabios místicos y Arnold el mago nos congregamos en el nacimiento del Príncipe Ancel, ya que tuve una visión sobre el futuro de nuestro mundo-agregó.

-Como oráculo de Astral, mi deber es transmitirles los eventos que se avecinan, para que estemos alerta ante posibles peligros-continuó.

-Durante el nacimiento del Príncipe Ancel, vislumbré el futuro que le esperaba a Astral en diecisiete años-añadió.

-En esa visión, presencié la muerte del Príncipe Ancel. Aunque el rey Alger y la reina Galiana estén sumidos en la tristeza por su funeral en este momento, su sacrificio no ha sido en vano; de hecho, ha sido crucial para la protección de nuestro mundo-explicó.

-Antes de su fallecimiento, solicité al rey Alger y a la reina Galiana que separaran los poderes de su hijo y los transfirieran a once talismanes que Arnold el mago crearía, con el fin de mantenerlos resguardados, ya que esos poderes son la única esperanza para salvaguardar nuestro mundo-concluyó Aura, el oráculo.

Los presentes se mostraron desconcertados ante las declaraciones de Aura, el oráculo, y los integrantes del Consejo quedaron igualmente sorprendidos al descubrir que el rey Alger y la reina Galiana habían decidido despojar a su hijo de sus poderes para transferirlos a unos talismanes creados por el mago Arnold. La noticia generó un murmullo generalizado entre los presentes, quienes comentaban entre sí sobre lo que acababan de escuchar.

-Silencio, Aura El oráculo aún no ha concluido de transmitirles el mensaje -anunció Alger en voz alta.

El bullicio de la multitud astraliana se había aquietado al oír a su rey Alger dirigirse a ellos en un tono elevado, pidiendo silencio para que pudieran prestar atención a su mensaje.

Aura, el oráculo, dirigió su mirada hacia el rey Alger y expresó: -Agradezco tu ayuda, Alger.

Alger asintió con la cabeza.

-Anunció que los once talismanes que contienen los poderes del Príncipe Ancel serán llevados por once jóvenes seleccionados para convertirse en guerreros dignos, caracterizados por su valentía, fortaleza y nobleza, ya que se avecina una guerra de sombras en nuestro mundo.-anunció Aura el oráculo.

-Se sabe que Eberhard, el Dios de las sombras originario del Planeta Nebel, declaró la guerra a nuestros dioses hace 1,500 años. Al ser derrotado, reveló que tenía un hijo que tomaría su lugar y nos declararía la guerra de sombras que él no pudo ganar-continuó, mostrando a los astralianos la imagen de Eberhard y el conflicto que sostuvo con los dioses astralianos.

-El hijo de Eberhard, conocido como Herrscher Schatten, heredó los poderes de su padre y representa una amenaza formidable para nosotros. Solo los elegidos podrán derrotarlo, siempre que logren permanecer unidos-agregó, mostrando la imagen de Herrscher Schatten.

-Aún no sabemos quiénes serán los once elegidos, pero puedo asegurarles que mantendremos un seguimiento de los jóvenes astralianos para entrenarlos. Los más fuertes serán seleccionados por los talismanes del Príncipe Ancel-añadió.

-La guerra comenzará al finalizar los 17 años, así que debemos prepararnos para ese día-concluyó.

-No puede ser posible que otra guerra de las sombras invada nuestro mundo; la situación es más grave de lo que jamás imaginé -expresó Lord Obert, visiblemente sorprendido.

-Es imperativo que nos reunamos con el rey Alger, la reina Galiana, los sabios místicos y Arnold el mago; necesitamos obtener más información sobre este mensaje -comentó otro de los sabios místicos, también atónito.

-Se avecina una guerra de las sombras; debemos convocar a las fuerzas armadas astralianas -declaró otro miembro del Consejo.

-Realizaremos esta reunión después del funeral del Príncipe Ancel -respondió Lord Obert.

-Actualmente, los once talismanes son los objetos más valiosos de nuestro mundo y están custodiados en la bóveda del templo de los sabios místicos; solo ellos tienen acceso a ella -explicó Aura, el oráculo, mientras mostraba la imagen de los talismanes.

El temor invadió de inmediato a todos los ciudadanos astralianos al enterarse de que la guerra de las sombras sería desatada por Herrscher Schatten, el hijo de Eberhard, el Dios de las sombras del planeta Nebel. La atmósfera se tornó tensa y cargada de inquietud, mientras el Consejo se levantaba de sus asientos, dirigiendo miradas severas hacia el rey Alger y la reina Galiana. La seriedad en sus rostros reflejaba su descontento por haber ocultado una información tan crucial, que podría haber preparado a la población para lo que se avecinaba. La revelación de Aura, el oráculo, había desatado una tormenta de emociones y preocupaciones en el corazón de la nación.

A medida que la inquietud se apoderaba de la sala, los sabios místicos también se pusieron de pie, reconociendo la frustración del Consejo ante el mensaje alarmante. La tensión era palpable, y el murmullo de la multitud se intensificaba, mientras los ciudadanos comenzaban a comprender la gravedad de la situación. La guerra de las sombras no solo representaba un conflicto inminente, sino que también desafiaba la estabilidad y la paz que habían disfrutado durante tanto tiempo. La responsabilidad de enfrentar esta nueva amenaza recaía no solo en los líderes, sino en cada uno de los astralianos, quienes debían unirse para enfrentar el oscuro futuro que se avecinaba.

-Reconozco que este mensaje puede no ser del agrado de todos, pero no podíamos ocultar una información tan importante, ya que es esencial que nos mantengamos más unidos que nunca-expresó Aura, el oráculo, al deshacer la ilusión que había presentado a los astralianos.

-Si el Príncipe Ancel hubiera estado vivo, habría sido el único seleccionado para enfrentarse a Herrscher Schatten; toda la responsabilidad habría recaído sobre sus hombros. Afortunadamente, eso no ocurrió, y ahora hay elegidos que pueden llevar los talismanes donde residen sus poderes. Ellos son nuestra salvación y los únicos que podrán vencer al enemigo-agregó.

-Los dioses ya no pueden brindarnos protección; los jóvenes elegidos son nuestra única esperanza- concluyó.

-Miembros del Consejo, somos conscientes de que el mensaje de Aura puede haber causado incomodidad, pero el rey y la reina Galiana debían actuar para proteger nuestro mundo antes de la muerte de su hijo. Si él hubiera muerto antes de que se realizaran las transferencias de poder a los talismanes creados por Arnold el mago, no tendríamos recursos para resguardarnos de las sombras -declaró Adelfried, con una expresión grave mientras miraba al Consejo.

-El Príncipe Ancel representa el último linaje de los Dioses, por lo que les instamos a reconsiderar esta situación-comentó Adelmo, enfocando su mirada en el Consejo.

-No nos interpondremos por ahora con ninguno de ustedes. Al concluir el funeral, quiero que todos se reúnan en el Consejo; tendremos una reunión sumamente delicada, más aún con la inminente guerra de las sombras-declaró Lord Obert con tono grave.

-Entendido, así lo haremos-respondió Verner

Los miembros del Consejo, junto con los místicos, vuelven a ocupar sus asientos en las gradas, en un silencio que no requiere más explicaciones. A su alrededor, algunos de los astralianos comentaban en voz baja sobre los talismanes, los recientes y preciados artefactos que Astral custodia en el templo de los sabios místicos.

-No tengo más palabras que ofrecer, solo les pido que desde hoy nos unamos más como astralianos y dejemos nuestras diferencias. Recuerden que unidos nunca seremos derrotados-atrexpresó Aura, el oráculo.

-Gracias, Aura-respondió Alger al acercarse y colocar su mano en el hombro derecho de Aura.

-Es probable que los miembros del Consejo estén molestos porque no les informamos, pero era una decisión que debíamos tomar-comentó Galiana.

-Olviden a los miembros del Consejo; ya hemos hecho lo que teníamos que hacer. Ahora deben centrarse en Ancel-afirmó Aura.

-Mi hijo no ha fallecido sin propósito; su legado perdura y nos brinda la fuerza para proteger nuestro mundo. Aunque ya no esté con nosotros, encuentro consuelo en su memoria, gracias a Ancel-El rey Alger expresó

Los astralianos se levantan de sus asientos y estallan en aplausos, mostrando su aprecio por el significativo sacrificio que hizo en favor de Astral.

La voz unísona de la multitud astraliana resonaba: Ancel, Ancel, Ancel, Ancel, Ancel, Ancel, Ancel, Ancel.

Una expresión de alegría iluminó los rostros del rey Alger, la reina Galiana, los sabios místicos y Aura, el oráculo, al oír a los astralianos invocar el nombre del Príncipe que había otorgado sus poderes para salvaguardar Astral.

-Ha llegado el momento de despedirnos de Ancel -comentó el rey Alger, esbozando una sonrisa.

La ceremonia de despedida del Príncipe Ancel había concluido. Los cuatro guardias, que previamente habían sostenido el féretro dorado, lo levantaron con solemnidad y lo trasladaron hacia un carruaje que había llegado justo al término del mensaje pronunciado por Aura, el oráculo. En un gesto de respeto y dolor, el rey Alger y la reina Galiana se unieron al cortejo, subiendo al carruaje que llevaría el cuerpo del príncipe al cementerio real, donde reposan los restos de sus ancestros, un lugar sagrado que simboliza la continuidad de la dinastía.

Al salir el carruaje por las imponentes puertas de hierro del Coliseo de Batallas, la multitud astraliana, que había estado presente para rendir homenaje, comenzó a dispersarse, sintiendo que el momento de duelo había llegado a su fin. La atmósfera estaba impregnada de un profundo sentido de pérdida, mientras los asistentes se alejaban, cada uno sumido en sus propios pensamientos sobre la vida y legado del príncipe. La escena, marcada por la solemnidad y el respeto, quedaría grabada en la memoria colectiva del reino, recordando la importancia de la figura del príncipe en la historia de su pueblo.