webnovel

Life and Death #3: Después del amanecer

El final que vivirá por siempre «Beau no quería que nadie saliera herido. ¿Cómo iba a evitar que algo como eso fuera posible? ¿Es que había alguna posibilidad de que le pudieran enseñar con la suficiente rapidez para que se convirtiera en un peligro para cualquier miembro de los Vulturis? ¿O estaba condenado a ser un completo inútil para ver como su familia moría frente a sus ojos?» Crepúsculo dio rienda suelta a la peligrosa relación de Beau y Edward. Noche Eterna unió sus lazos más que nunca. Y ahora, en el último capítulo de la trilogía, las dudas sobre lo que ahora es Beau empuja a una confrontación con los Vulturis que cambiará sus vida por siempre.

_DR3AM3R_1226 · Book&Literature
Not enough ratings
52 Chs

ABANDONADA

Durante un instante a Beau le resultó difícil creer que la mujer que había aparecido frente a él —literalmente— fuera real. Fue algo totalmente inesperado y resultaba un poco estúpido lo que había prometido y la manera en que lo había hecho. Pero estaba ahí, en perfecto estado. Y aunque no parecía haber cambiado mucho en los últimos meses, sí que parecía cambiada de la última versión que había visto.

—¿A caso ya se te olvidó cómo se le hace para hablar? —preguntó Victoria, con una sonrisa en el rostro totalmente fuera de lugar en aquel prado de ensueños para el chico— ¿O simplemente le sigues teniendo miedo a las hadas? ¿Tienes miedo de que te arroje al suelo y te arranque tus hermosos ojos? Mmm, eso sería una buena idea. Me encanta cuando las cosas salen justo como quiero. Aunque bueno, no parece ser del todo cierto.

—Es suficiente, Victoria —dijo Silas.

Beau dio unos pasos más hasta acercarse al hada, ignorando las palabras de los demás.

—¿Admites que eres una pésima hada cumpliendo promesas? ¿Qué eres una maldita lunática?

—Acaba de decir que a pesar de que las cosas le solían salir bien, tú fuiste la excepción —comentó Julie—, y que ahora se siente humillada.

Victoria se rió a pesar de que no le gustó oír la sátira del comentario de Julie. Se le había olvidado a Beau que su voz era como la de un bebé.

—Tranquilízate, Beaufort Swan. Yo solo estoy aquí porque me dijeron que mi presencia era totalmente requerida. Claro que si quieres puedo darte la revancha que se ve tanto anhelas, seguro que entiendes, Edward ya me estaría estrangulando y tú claramente lo ayudarías ¿no es así? —concluyó. El júbilo se había esfumado de su expresión y había sido reemplazado por una severa mirada de irritación. Casi como si hubiera sido obligada a venir.

Durante un largo rato nadie habló, hasta Beau hizo una pregunta.

—¿Quiénes son esas hadas?

La mirada de Victoria se desvió violentamente hacia las hadas que tenía atrás.

—¿Qué? ¿Quiénes somos? Aquí todos somos repudiados de Elfame.

—No me refería a eso y tú lo sabes —respondió Beau en forma terminante.

Victoria comenzó a caminar por el prado, pasando a lado del resto de los que llegaron y dando vueltas a su alrededor. Mientras hablaba, los fue mirando uno por uno.

—Tú y el resto de los Cullen tienen que entender muchas cosas acerca de lo que hay detrás de todo este asunto de las estriges. Acerca de los Vulturis, del rey Oberón y su Corte, esos gobiernos corruptos que manejan a los vampiros, a las hadas y a los seres mágicos a su antojo; lo peor es que nadie puede darse cuenta de los secretos que esconden porque solo sus cabecillas los conocen y cuando alguien ajeno a ellos sabe la verdad, las cosas terminan muy mal para ellos. Mientras que esos abusadores se regocijan sobre sus tronos de oro pensando que una vez más han ganado.

Beau había seguido a la pelirroja con la vista mientras ésta deambulaba por el lugar haciendo esas horribles afirmaciones. Las estriges. Pensó que se había acostumbrado al terror de ser llamado una, pero con esa hada enfrente, estaba más confundido que nunca. Y totalmente deseoso de saber más.

Victoria se detuvo cerca de él, con los pies casi tocando los suyos. Tan pronto como ella sonrió y se relajó, satisfecha con todo lo que había dicho, Beau alzó el brazo y lo descargó debajo de la rodilla del hada. La mujer saltó sobre el otro pie y, dando un grito, cayó al suelo con estrépito, entre sorprendida y lastimada.

Al instante Beau ya se encontraba encima de ella, disparando una sarta de obscenidades que nadie, ni siquiera Julie, nunca antes habían escuchado de la boca del chico. La estrige apretó los muslos para aprisionar el cuerpo de Victoria y comenzó a golpearla.

—¡Beau! —rugió Silas—. ¡Detente!

Silas embistió a Beau, que salió volando de encima de Victoria, y ambos se estrellaron contra el suelo. Silas giró para sujetar al chico, le pasó los brazos por el pecho e hizo fuerza para no dejarlo escapar.

—¡Ella está de nuestro lado! —le gritó en el oído desde atrás—. ¡Tienes que detenerte! ¡O harás que se arrepienta! ¡Las hadas están de su lado y te van a atacar si no frenas!

Victoria había logrado ponerse de pie tambaleándose y se secaba lentamente un hilo de sangre de la comisura de la boca. La expresión de su rostro era suficiente como para clavar una púa de terror directamente en el corazón de cualquiera. El hada era capaz de cualquier cosa.

—Beau, por favor —habló Alice—. Si quieres entender, debes escuchar primero.

El chico miró a Alice, notando la angustia que pasaba por sus ojos, y entonces por primera vez, se dio cuenta de que alguien faltaba ahí. Jasper. Kachiri acompañaba a la vampira, pero su pareja no estaba.

—¿Dónde está Jasper?

Alice agachó la mirada, como si tuviera que decir algo que ella no quería escuchar otra vez.

—Los Vulturis mandaron a Demetri a perseguirnos, no podían saber a dónde íbamos, por lo que Jasper los distrajo desviándolos del camino —dijo a duras penas—. Sé que está vivo porque aun veo sus intentos fallidos por escapar y lo más seguro es que lo lleven consigo al claro.

Beau tomó una bocanada de aire y luego lo soltó. La notica también lo puso intranquilo, se sentía responsable por todo lo que estaba pasando, impotente porque no podía hacer nada más e irritado porque todavía existían secretos y cosas ocultas que al parecer le eran negadas a Beau.

—¿Y a dónde iban?

—Por Victoria —respondió Pamphile—. Kachiri conocía el paradero de Thrina, quien a su vez sabía cómo localizar a Conan y a Sinéad, y así fue como la encontramos.

—Pero ¿por qué querían encontrarla?

—Para que entendieras la raíz este problema —dijo Victoria.

El hada había perdido toda esa ira que momentos antes arrastraba en sus ojos, lucía más calmada cuando se sentó frente al lago, admirando como las pequeñas olas pasaban y sonaban como música para sus oídos.

—Si alguna vez has oído «los rumores vuelan por los mercados negros», déjame decirte que es muy cierto —comenzó Victoria—. Seguro sabes del acuerdo que hubo entre los Vulturis y La Corte de Oberón, un acuerdo que iba más allá de buscar a un ser perfecto. Éste acuerdo involucraba la creación de nuevas razas a partir de las ya existentes; un único poder que gobernara sobre todo el mundo sobrenatural y por último y el único que realmente me agradó: la extinción de los hijos de la luna.

Julie soltó un grito de exasperación y Victoria pareció notarlo, sin embargo, se limitó a sonreír.

—Antes de que el plan fracasara, el rey Oberón ya tenía una nueva idea bajo la manga, que involucraba la experimentación con sangre de brujos y hadas, y así fue como su primogénito, Joham, aceptó. Convencido de la visión que su padre le mostraba, creía con fervor en la búsqueda de un ser superior a cualquier otra especie ya existente.

»Amblys, el brujo más reconocido en ese entonces, aceptó. Y no lo culpes, él fue envenenado por la misma visión que corrompió a Joham.

—Cabe aclarar, que no estuve de acuerdo desde un inicio, pero sentía que al menos algo bueno saldría de esto —explicó Allen, sintiendo que era su deber hacerlo.

Victoria asintió con la cabeza.

—Los experimentos en Joham resultaron en cambios nulos en su ADN. La magia del hada era más fuerte a la de cualquier otra en el reino de Elfame o incluso en el reino de Titania. Pero sin embargo, nada que realmente causara satisfacción en Oberón.

»Y entonces apareció el primer bebé, Julian, cruza de un vampiro y un hada. Hasta ese momento nadie había logrado entender cómo era que había sido posible, ni siquiera el rey lo entendía…pero nuevamente Amblys estuvo involucrado, solo que ahora por parte de Aro, quien había escuchado la sugerencia por parte de su mujer, Sulpicia.

Una corriente fría pasó sobre cada uno de los presentes al escuchar esos nombres. No tanto por miedo a lo que podría hacerle a ellos, más bien, por todas las cosas que hizo después.

—La única manera de que un bebé mestizo sobreviviera, sería gracias a un conjuro de un brujo lo suficientemente poderoso y dado que el hermano de Amblys estaba ocupado con otro asunto, él accedió.

—Gracias por el cumplido —dijo Amblys.

Victoria pareció ignorar su comentario y continuó.

—Las cosas pintaban bien para Oberón, pues a pesar de que su primogénito, y heredero al trono, no había resultado como lo planeaba, y luego de que su nieto no fuera un varón sino una mujer; ese bebé mestizo cambiaría las cosas.

»Pero nadie contaba con que ese bebé estuviera a punto de matar a Joham. Inexplicablemente éste sobrevivió al feroz ataque de la monstruosidad que acababa de nacer. Joham le agradecía a sus habilidades concedidas por su ADN alterado, pero también le sirvió de excusa al rey para exiliar a su hijo y repudiar a su nieta. Diciéndoles a todos que su primogénito había muerto y su nieta se había suicidado, así que por lo tanto él seguiría al frente hasta que encontraran una mejor solución.

»Sus planes no resultaron nada bien y tuvo que aceptar que la vida que tanto soñaba no era más que una simple ilusión.

»Mientras tanto, esa pobre niña hada tuvo que arreglárselas en el mundo de los mortales. Su padre había desaparecido y ella quedó sola en una Londres que apenas iba comenzando.

»Encontró a una mortal, Anne, misma que la apoyó en todo momento. Anne y la niña trabajaron duro como criadas desde la infancia. La mortal era bastante bonita, con el pelo color caoba y una tez crema y rosa, la niña también tenía rasgos bonitos; tenía ojos verdes, de cabellos brillantes y pecas también, pero era considerada «bruja» por los humanos, debido a su tono de piel azulado. Ellas finalmente consiguieron trabajos juntas, Anne como criada de una señora, y la niña como sirvienta de cocina. El amo de la casa las maltrataba; él no era un hombre amable, golpeaba a sus sirvientes por cualquier falta percibida.

»Aunque sus trabajos las mantenían alimentadas, las dos chiquillas huyeron de la casa cuando la niña tenía doce años. Para evitar vivir en las calles durante la temporada de invierno, comenzaron a trabajar para un proxeneta local, con la condición de que recibieran alojamiento gratis con las otras trabajadoras. La situación era peor para la niña y casi tan mala para la mortal de Anne como la casa de la que habían huido, pero era mejor que las calles. La niña perfeccionó su capacidad de evasión durante su tiempo allí. Una noche, Anne salió a buscar un cliente, pero ella nunca regresó. Pasaron dos años, la niña vivía en las calles y sobrevivió sola, durmiendo en pequeños y escondidos lugares y robando la menor cantidad de alimento posible para evitar que su robo se notara y se trasladara de casa en casa, sin dejar rastro, de hecho, se dio cuenta de que a pesar de no alimentarse bien, su fuerza seguía allí. Su evasión había sido perfeccionada hasta el punto de que incluso los perros no podían reaccionar ante su presencia.

»A los quince años, un chulo la vio buscando comida en las calles y trató de seguirla, pero logró escapar. Se dio cuenta de que sólo sería cuestión de tiempo antes de que la encontrara, pero no estaba segura de que pudiera ganarse la vida en el país si dejaba su trabajo. Fue en ese momento cuando Anne la encontró. La niña despertó en la noche para ver a Anne en su habitación ubicado en el ático, de pie sobre ella. Anne estaba más hermosa que nunca, aunque había perdido todo el rosa en sus mejillas. La niña estaba extática y quería abrazar a su amiga, pero Anne mantuvo su distancia, moviéndose a una velocidad que sorprendió y silenció a la niña, fue así como supo que Anne era una vampira.

»Anne quería saber si ella era feliz, y no satisfecha con la situación de su amiga. Ponderó en voz alta matando al proxeneta, pero decidió que él era sólo una pequeña parte del problema. Anne le preguntó a la niña si confiaba en su juicio. Ella estuvo de acuerdo y la sacó por la ventana. Después fue presentada a la creadora de su amiga, Hilda, y a otras dos vampiresas, Mary y Heidi, la niña se sorprendió al ver a otras hadas como ella, dos de ellos eran pareja, Conan y Sinéad, pero sin duda Thrina fue la que mejor le cayó. Había otras tres, pero no parecían querer socializar con la recién llegada.

»La niña llevó una vida perfectamente feliz con su clan de vampiros y hadas durante dos años. Poco después, los Vulturis llegaron a su clan y afirmaron que habían llamado demasiada la atención de los humanos, ejecutaron a Hilda por el crimen. Heidi fue tomada inmediatamente por los Vulturis, bajo la influencia del poder de Chelsea y a Anne la asesinaron. La niña percibió que las hadas serían masacradas si se rendían o no. Todos corrieron en diferentes direcciones, pero sólo Conan, Sinéad, Thrina y la niña lograron escapar de su matanza. Ella perdió a su única hermana ese día. Desde entonces, había evitado a todos los vampiros.

Hizo una pausa, como si estuviera omitiendo detalles que no eran necesarios en ese momento. Eso le permitió a Beau recordar que estaban allí, escuchando la historia de una pobre chiquilla.

—La niña se convirtió en el blanco de una rastreadora, Joss —a pesar de que ya era evidente que era su propia historia de origen, Beau no pudo evitar abrir la boca al confirmarlo—, y la niña intentó evitarla por años. Eventualmente, Joss se sintió intrigada por sus habilidades evasivas y ya no deseaba hacerle daño. Su cambio de decisión le permitió a la niña bajar la guardia y dejar que la alcanzara. En Joss, encontró a alguien que era honesto en sus intenciones y confiado en sus habilidades.

»También se sentía atraída por sus habilidades de rastreo, que era como un espejo propio. Finalmente, se enamoró de su confianza en sí misma. Se sentía seguro para ella, estable de una manera extraña. Mientras ella era más feliz con Joss, su vida no era pacífica ni fácil. La forma en que le gustaba vivir constantemente la situaba en situaciones que, por sí sola, habría evitado. Mientras perseguía el aroma de Alice Brandon en un asilo, la niña hizo que Joss dudara por un corto segundo cuando cruzaron el olor de otro vampiro.

»La niña estuvo confundida por varios días, si no es que semanas, cuando se encontró con un hada idéntica a su padre. Joham. Pero no estaba solo, acompañaba a una dulce joven día tras día a su hogar, hasta que un día simplemente dejó de hacerlo. La jovencita se preguntaba a dónde habría ido su ángel, pero entonces tuvo que aceptar lo inevitable.

»Mientras que Joss buscaba la manera de acabar con Alice, la niña se preguntaba si ese hombre era su padre. Pero no tuvo que hacerlo, porque esa misma noche, vio a Joham entrar en casa de la mujer y borrar de a poco sus recuerdos.

»La niña no se había dado cuenta de que la mujer estaba embarazada hasta que vio su panza crecer dos semanas después, como si llevara meses esperándolo. Ella pensó que la joven odiaría a ese bebé, pero la realidad era que sentía verdadera adoración por su hijo. Lo llamaba la luz de sus ojos, la mujer pensaba en el padre como un ángel oscuro, pero insistió en que el bebé no era como él. Él era todo lo contrario, lleno de luz. Luca.

La historia le sonaba familiar a Beau, sabía que había escuchado algo de eso, pero en otra parte. Incluso el nombre de Luca…

—Joham sacó al bebé desde el interior de la mujer y borró lo necesario de las mentes de aquella joven y sus padres. El bebé comenzó a chillar como cualquier bebé normal, pero entonces el hombre se lo llevó consigo a un bosque. La niña lo siguió y esperó a ver qué haría después, los ojos de Joham mostraban el terror y la felicidad al mismo tiempo.

»Se fue y dejó al bebé ahí, como si esperara a que este fuera a sobrevivir por sí solo.

Victoria sonrió, rememorando ese encuentro.

—No pude evitar sentirme ligada a ese bebé, por lo que corrí y lo cargué —el hada había olvidado que su historia la contaba en tercera persona, detalle que realmente a nadie le molestó—. El niño sonrió y estuve a punto de ir con la mamá para devolvérselo hasta que pensé en las probabilidades, nada me aseguraba que fuera a quererlo en cuanto viera lo diferente que era a un humano normal.

»Por lo que sabía que lo mejor era hacerme responsable yo misma, total, era mi hermanito. Joss estuvo en desacuerdo en cuanto lo vio, pero nos fuimos acostumbrando a la idea de tener a un tercero. Incluso le intrigaba lo que Luca podía hacer, pues tres días después colocó su mano sobre mí y fue mágico.

Silas sonrió y el hada le devolvió la misma cuando esos recuerdos los inundaron a ambos.

—Supe que era distinto en cuanto noté la rapidez con la que crecía, sin embargo eso no fue lo que nos preocupó a Joss y a mí. Un día acompañamos a Joss de caza y el bebé, que tenía la apariencia de un niño de nueve, quiso ayudarla y cuando capturaron al humano, lo que en un comienzo pensamos que hacía por diversión, se convirtió en algo más raro, pues el niño se alimentó de su sangre y en sus ojos una línea blanca, y muy delgada, apareció.

»Joss lo llamó estrige. Había permanecido tanto tiempo exiliada de los vampiros y las hadas que no sabía a lo que se refería…hasta que me lo contó, recordando el motivo por el cual mi abuelo nos había repudiado.

»Tenía miedo, pero era obvio que no pensaba abandonar al bebé. Le pedí a Joss que me dejara ver si realmente era una o si se trataba de algo nuevo, ella aceptó a duras penas.

»Cuidé de él hasta que fue capaz de cazar por su cuenta, aunque por lo general prefería comida humana. El chico llevaba todo tipo de alimento al bosque donde habíamos instalado nuestra morada. Nunca nos habíamos alejado de nuestro hogar hasta que Amblys apareció y nos dijo que él formaba parte de algo más grande. Luca nos convenció con su fabuloso don de mostrarnos su forma de ver el mundo.

»Fue cuando Joss se hizo más ambiciosa en sus juegos, volviéndose más cautelosa. Le sugerí asociarnos con otros vampiros y hadas útiles por el bien de los números. Laurent se unió al clan durante uno de estos experimentos, que también fue atraído por el poder de Joss.

Silas inclinó la cabeza a modo de reverencia y no soltó la mano de Julie por más nervioso que estuviera.

Beau frunció los labios y miró al joven que acompañaba a su amiga.

—¿Cuántos años tienes?

—De haberme quedado con Victoria, ahora mismo apenas tendría veinte.

—¿Eso qué significa? —preguntó Beau.

—Tengo como ciento doce años —respondió con voz cálida e increíblemente seria—. No llevamos registros exactos en Elfame.

—¿A qué edad alcanzaste la madurez entonces?

—Fui adulto a los siete años, más o menos.

—¿Y no has cambiado desde entonces?

—No que yo haya notado —Silas se encogió de hombros.

Beau notó un repentino temblor en Julie. Pero Beau no quería pensar en esa otra cosa, aún no. Iba a esperar a que le explicaran bien y pudiera concentrarse.

—¿Y entonces de qué rayos te alimentas? —quiso saber Beau, a Allen lo calmó un poco que se mostrara interesado incluso a su pesar.

—Me nutro de comida humana casi siempre, pero también tomo sangre y puedo sobrevivir sólo con eso.

—Creía que las hadas comían plantas o algo así —dijo Julie.

Victoria se rió.

—Cuando eres repudiada, entiendes que los animales no son lo que ellos creen.

—Y que su sangre no sabe tan mal —comentó Silas.

—¿Cómo un vampiro? ¿Y eres capaz de crear a otro inmortal? —inquirió el chico con voz de repente muy intensa al tiempo que hacía una señal hacia Silas.

—Yo, sí, pero no es el caso de las demás.

Beau enarcó las cejas de inmediato.

—¿Las demás…?

—Me refiero a las hijas de Joham —explicó con un nuevo encogimiento de hombros.

Beau le miró como un poseso antes de lograr recobrar la calma.

—Quizá fuera mejor que me contaras el resto de la historia, me da la impresión de que hay más por saber.

Victoria puso cara de pocos amigos.

—Mi padre vino a buscarme unos años después de que Amblys me llevara con él —el desagrado le desdibujó un tanto las facciones—. Estuvo encantado de localizarme —el tono del narrador dejó claro que la satisfacción no era mutua—. Tenía dos hijas adoptivas, pero ningún hijo, y esperaba que me fuera a vivir con él, tal y como habían hecho sus hijas.

»Le sorprendió que yo pudiera producir ponzoña, ya que el mordisco de sus hijas no era venenoso, pero quién puede saber si eso es cuestión de sexo o de puro azar. Al menos se sentía satisfecho de que la sangre de las estriges produjera lo contrario a la sangre de las hadas: sanación… A pesar de que me quiso convencer de que las cosas que le hizo a mamá fueron por un buen motivo, yo ya había formado una familia con Victoria y no estaba interesado —deformó la palabra al pronunciarla— en efectuar cambio alguno. Le veo de vez en cuando.

—¿Cómo dices que se llama tu padre? —masculló Beau.

—Joham —contestó Silas—. El tipo se considera una especie de científico y se cree que está creando una nueva raza de seres superiores, justo como Oberón quería.

—¿Y cómo fue posible que sus hijas nacieran, si se supone que necesitan de un brujo para lograrlo?

—¿Recuerdas que su ADN fue alterado con la de un brujo? Convenció a hadas y vampiros de aparearse para ayudarlo en la causa y ahora busca humanos a los que les da ponzoña y sangre de hada a la vez que conjura no-sé-qué-cosas.

Beau asintió, lo primero que hizo fue procesar el origen de Silas y su relación con Victoria sin alterarse. Supuso que el hada también había terminado por enterarse de que la mujer que dio a luz a su hermano, resultaba ser la misma mujer que había dado a luz a Beau. El chico soltó un bufido esperando entender toda esa información.

Pues resultaba que el bebé que murió en el aborto espontáneo de Reneé si nació y era el mismo hombre que los había secuestrado, el mismo del que Julie se había imprimado y el mismo que los había estado ayudando de convencer a los amigos de Carine de que si se quedaban era por una buena causa.

—Beau, yo…—dijo Silas, soltando a Julie, a la espera de que su hermano menor lo escuchara.

El chico trotó hasta quedar frente a la otra estrige, con un montón de palabras atoradas dentro de sí, tragó saliva y se concentró en Silas. Buscando rasgos similares a los de su madre, y por pequeños que parecían, ahí estaban, como la forma en la que su frente se arrugaba cuando no entendía algo, o la misma forma rectangular de su rostro.

Beau abrazó a Luca, con tanta fuerza que él mismo se sorprendió de lo que estaba haciendo. Luca no tardó en mover sus manos para envolver a su hermano, sin que le importara que unas cuantas lágrimas se derramaran.

—Pensaba que mis lazos de sangre se habían cortado en cuanto fingí mi muerte —dijo Beau con alegría—. Al menos ahora sé que estamos juntos en esto.

—Así será, sé que nunca pude conocer a mamá, pero me alegra de poder tenerte, en recordatorio de ella —respondió Luca—. Lamento no habértelo dicho antes.

—Tranquilo, entiendo que lo hiciste para no perjudicar a los otros.

—¡Guau! —dijo Victoria viendo la escena—. Hace unos meses traté de matarte y ahora resulta que somos familia.

Beau giró los ojos.

—¡Tú cállate, maldita perra!