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Capítulo 3: Daniel

Un par de días después de la charla con su hermano había estado viendo si había un cambio en su familia, pero parecía que Alex no había comentado sus pensamientos a nadie aparte de él, esto lo dejo desconcertado, pero espero que simplemente su hermano no fuera a la guerra y así no le pasara nada, después del almuerzo y habiendo pedido permiso decidió explorar el desolado parque cerca de su casa, escuchó risas y murmullos provenientes de un grupo de niños cercanos. curioso, Lukas se acercó y los observó desde la distancia. Entre ellos, estaba un chico de cabello oscuro y mirada desafiante: Daniel. A diferencia de los demás niños, Daniel no parecía preocuparse por los estruendos de la guerra ni por el futuro incierto. En cambio, parecía estar emocionado por la idea de unirse al ejército y vivir aventuras emocionantes.

Intrigado, Lukas se acercó tímidamente al grupo. Daniel lo vio y le dio una sonrisa amistosa. "¿Qué haces aquí, chico nuevo?", preguntó Daniel con curiosidad y una sonrisa engreída en su rostro.

Lukas respondió con una sonrisa nerviosa: "Estaba jugando solo y escuché risas, así que me acerqué para ver qué estaban haciendo".

Daniel asintió, pareciendo impresionado por la sinceridad de Lukas. "Ven, únete a nosotros", dijo mientras le hacía una señal, y Lukas con algo de duda aceptó la invitación.

Con el paso de las horas, Lukas y Daniel se volvieron más cercanos. A pesar de ser diferentes en muchos aspectos, encontraron una conexión en el otro. Lukas se sentía atraído por la confianza y valentía de Daniel, mientras que Daniel admiraba la compasión y sensibilidad de Lukas. Mientras los días pasaban se volvió una rutina para los dos chicos que se reunieran y jugaran juntos en aquel parque donde se conocieron.

A medida que pasaban los días juntos, Lukas se dio cuenta de que Daniel también tenía sus propias inseguridades. Aunque solía mostrar una fachada audaz y desafiante, había momentos en los que Lukas notaba una tristeza oculta en sus ojos. Daniel no hablaba mucho sobre su pasado, pero Lukas podía sentir que había vivido experiencias difíciles.

Una tarde, mientras jugaban en el patio trasero de Lukas, Lukas decidió abrir su corazón y compartir algo personal con Daniel. Se sentaron juntos en el columpio, balanceándose suavemente mientras el sol se ponía en el horizonte.

"Sabes, Daniel", comenzó Lukas tímidamente, "a veces me siento asustado por todo lo que está pasando a nuestro alrededor. La guerra y la violencia me asustan, y no siempre sé cómo enfrentarlo".

Daniel dejó de balancearse y miró a Lukas con una expresión comprensiva. "Yo también siento miedo, Lukas", confesó, su tono audaz disminuyendo por un momento. "La guerra es aterradora, y la idea de unirme al ejército puede parecer emocionante, pero también me hace cuestionar si es la única opción". 

Lukas asintió, sintiéndose aliviado de poder compartir sus miedos con su amigo. "A veces pienso que hay otras formas de ser valiente y proteger a los demás, ¿sabes?", dijo Lukas en voz baja.

Daniel miró a Lukas con curiosidad. "¿A qué te refieres?", preguntó.

Lukas tomó un momento para pensar en sus palabras antes de responder: "Creo que ser valiente no siempre implica usar la fuerza. Mi abuelo era un soldado, pero también era un hombre compasivo y amoroso. Creo que podemos hacer una diferencia de otras formas."

Daniel reflexionó sobre las palabras de Lukas y luego sonrió. "Tienes razón, Lukas. A veces-

La conversación entre Lukas y Daniel fue interrumpida por un alarmante sonido que resonó en el aire. Era el toque de queda, una señal de que la noche se acercaba y era peligroso estar fuera. Los niños miraron hacia el cielo, donde las luces parpadeantes de los aviones de guerra iluminaban la oscuridad.

"Debemos irnos", dijo Daniel con seriedad. "Es peligroso estar aquí afuera durante el toque de queda".

Lukas asintió y se levantó del columpio. Los dos amigos corrieron de regreso a casa, manteniéndose cerca el uno del otro en medio de la oscuridad y el caos que rodeaba la ciudad. Al llegar a la casa de Lukas, se despidieron con una promesa de verse al día siguiente.

Lukas entró a su hogar y encontró a su madre esperándolo con preocupación en los ojos. "¿Estás bien?", preguntó ella mientras lo abrazaba y tocaba todo su cuerpo como si buscara una herida.

"Sí, mamá, estoy bien", respondió Lukas mientras se sentía cálido en su corazón por el cuidado que mostraba su madre. "Solo fue el toque de queda".

Esa noche, mientras todos dormían, Lukas no podía quitarse de la cabeza la conversación con Daniel. La idea de que había otras formas de ser valiente y proteger a los demás seguía resonando en su mente y esto siguió en sus pensamientos hasta dormirse.

Al despertarse al día siguiente, Lukas se despertó temprano, lleno de entusiasmo por pasar otro día de aventuras con su nuevo amigo. Sin embargo, al dirigirse hacia la puerta, su madre lo detuvo con una mirada preocupada.

"Lukas, no puedes salir hoy", le dijo su madre con tono serio. "Han establecido un toque de queda debido a las guerrillas que han estado merodeando por la zona. Es peligroso estar afuera en estos momentos".

Lukas bajó la cabeza, sintiéndose desanimado por la noticia. Asintió con tristeza y se dio media vuelta para regresar a su habitación. Se sentía atrapado en casa, sin poder explorar el mundo exterior y sin poder reunirse con su amigo Daniel.

En lugar de quedarse en la cama, decidió mantenerse ocupado en casa. Pasó horas dibujando en su cuaderno, creando mundos imaginarios donde la guerra no existía y donde todos vivían en paz. También jugó con algunos juguetes viejos que había olvidado en el fondo de su armario, sumergiéndose en un mundo de fantasía donde él y Daniel eran valientes héroes que luchaban contra las fuerzas del mal. Su hermano Alex durante los últimos días había sido más distante, aunque jugaban juntos, los juegos duraban menos que antes y pronto pareció aburrirse de jugar con él, por lo que dejó de molestarlo con pasar tiempo juntos, esto lo puso triste, pero sabía que no serviría de nada insistir por lo que se centro en otras actividades.

...

Finalmente el aburrimiento comenzó a hacerse notar, y Lukas se encontró mirando por la ventana con anhelo. Extrañaba la libertad de poder correr y explorar sin preocupaciones. En su mente, la idea de ser un soldado valiente como su abuelo volvía a aparecer. Pero la sensación de miedo también regresaba, recordando los peligros que enfrentaban en medio de la guerra.

A medida que pasaban los días, las provisiones en su hogar comenzaron a escasear. Lukas y su familia se preocupaban por el futuro y la incertidumbre que traía consigo la guerra a su alguna vez pacífico hogar.