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La Trampa de la Corona

``` —Estoy seguro de que encontrarás mis brazos más cómodos que cualquier otra cosa en este mundo... —Rey Darío Grant, el poderoso gobernante del Reino de Cordon. Era despiadado e impetuoso contra sus enemigos. Su mera presencia gritaba con autoridad robusta; su aura sola era más que suficiente para que algunos de sus enemigos admitieran la derrota y huyeran con solo verlo. Pero a pesar de todo esto, era impotente y desvergonzado frente a una mujer… su pareja, la Princesa de Ebodía a quien se negaba a dejar ir. Descubre cómo resultarán las cosas para nuestro Rey posesivo que está decidido a usar el Encantamiento de la Corona para hacer suya a su pareja por cualquier medio necesario. ¿Podrá tener éxito y conquistarla toda, cuerpo, corazón y alma? * Nota: Volumen 1 & 2: Historia Principal Estado: Completado (Capítulos 1 al 555) Volumen 3: Historia Secundaria Estado: Completado (Capítulos 556 al 641) —Solo puedo declararme ganador una vez que logre conquistar tu corazón... —Volumen 4: Historia Secundaria Estado: Completado (Capítulos 642 al 701) —El amor nunca estuvo en mi vocabulario cuando se trata de mujeres hasta que llegaste tú... —Volumen 5: Estado: Completado (Capítulos 702 al 805) —Te elijo a ti… tú que ocupas codiciosamente todo el espacio en mi corazón... —Capítulos Especiales en adelante, completados **** PD: ¡Portada del libro encargada y propiedad del Autor! ¡No usarla! ```

Eustoma_Reyna · Fantasy
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813 Chs
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No Hay Escape de Ella

Darío tenía una amplia y cariñosa sonrisa en su rostro mientras miraba a Xen en sus brazos.

—Mira cómo te has emborrachado —dijo sonriendo para sí mientras llevaba a su pareja a su habitación—. Realmente, no tienes control.

El rostro de Xen se agrió al replicar:

—¡Ja! E-Es toda tu culpa. ¡Déjame abajo ahora! ¡Yo puedo caminar! —Se retorció en sus brazos mientras gritaba:

— ¡Déjame abajo, maldito lobo!

—¿Y qué harás si no lo hago, amor? —bromeó Darío. Ver a Xen así era entretenido, y estaba encantado de tener un asiento en primera fila para tal espectáculo.

—Yo... te... morderé —murmuró en voz alta.

Efectivamente, Xen se movió de tal manera que, tan pronto como alcanzó su cuello, lo mordió. Sin embargo, en lugar de dolor, Darío gimió de placer. Con cada segundo que sus labios permanecían en su cuello, un millar de sacudidas viajaban por todo su cuerpo, haciendo que dejara de caminar mientras la sostenía en sus brazos.