Los labios de Eltanin se elevaron en una sonrisa. Puso su dedo debajo de su barbilla y cerró su boca.
—Ella es una diosa del mar, Tania. ¿Qué esperabas?
—¿Eh— ella es una sirena? —La incredulidad la inundó como una oleada de adrenalina.
—Sí —contestó él orgullosamente.
—Entonces, ¿tú eres medio tritón? —preguntó ella con curiosidad—. ¿También puedes transformarte en un tritón? —La habitación en que la había puesto tenía paredes de cristal y ella vio muchas sirenas a través de ellas. Incluso había dicho que la habitación fue creada por su madre para su diversión y era secreta. ¿Acaso su madre ya sabía que eran compañeros? ¿Quiénes eran las sirenas que vendrían a observarla?
Se rió mientras presionaba otro beso en su frente. Era imposible alejarse de ella o no tocarla. —No, no puedo transformarme en un tritón. Y honestamente, a mi madre o padre ni siquiera les preocupaba eso.
—Eso es maravilloso —dijo ella con estrellas en sus ojos—. Desearía poder transformarme en mi lobo…
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