Tras su experiencia en el Templo de la Luz y la Sombra, Takeshi regresó a la mansión ancestral de los Kurogane con un nuevo propósito y un conocimiento profundo sobre la maldición que afectaba a su familia. Sabía que el siguiente paso sería enfrentar directamente la maldición y buscar una forma de liberar a su prima Ayumi, quien había caído bajo su influencia corrupta.
La mansión, una vez llena de vida y esplendor, ahora estaba sumida en un silencio ominoso. Los criados habían huido, y los murmullos de los aldeanos del pueblo circundante hablaban de la oscuridad que rodeaba la mansión de los Kurogane. Takeshi sabía que no podía permitir que la maldición se extendiera aún más.
Su primer paso fue buscar aliados. Recordando las historias de su familia, decidió contactar a los miembros sobrevivientes de un antiguo clan de cazadores de demonios, los Hayabusa. Eran conocidos por su habilidad para enfrentar a las criaturas sobrenaturales que acechaban en las sombras. Takeshi recordó una aldea remota donde algunos miembros del clan aún vivían y partió hacia allí.
La aldea de los Hayabusa estaba oculta en lo más profundo de un bosque frondoso, lejos de las miradas indiscretas. Takeshi fue recibido con cautela por los miembros del clan, quienes aún recordaban los lazos ancestrales entre los Kurogane y los Hayabusa. Sin embargo, el relato de la maldición y la amenaza que representaba para Ayumi los convenció de unirse a su causa.
El líder del clan Hayabusa, un anciano sabio llamado Hiroshi, tomó a Takeshi bajo su protección. Comenzaron a entrenar juntos, perfeccionando las habilidades de combate y las técnicas místicas necesarias para enfrentar a la maldición. Hiroshi le advirtió que enfrentarían no solo a la maldición, sino también a las criaturas y demonios que se habían alineado con ella.
Mientras Takeshi se entrenaba en la aldea de los Hayabusa, la maldición en la mansión ancestral de los Kurogane crecía en intensidad. Los susurros oscuros y las sombras se volvían más poderosos, y Ayumi se sumía en una espiral de oscuridad cada vez más profunda. Takeshi sabía que no tenía tiempo que perder.
Junto con Hiroshi y otros miembros del clan Hayabusa, Takeshi regresó a la mansión. Encontraron las habitaciones cubiertas de signos ominosos y trampas mágicas que protegían los pasillos. Pero su determinación era inquebrantable. Lucharon contra las criaturas que guardaban la mansión y avanzaron hacia el corazón de la oscuridad.
Finalmente, llegaron a la habitación donde Ayumi había caído completamente bajo el control de la maldición. Estaba irreconocible, con los ojos en blanco y una energía siniestra que la rodeaba. La batalla que siguió fue épica, una lucha desesperada entre la luz y la sombra. Takeshi y los Hayabusa utilizaron todas sus habilidades y conocimientos para romper el control de la maldición sobre Ayumi.
En el momento crítico, Takeshi usó el conocimiento que había obtenido del pergamino ancestral en el Templo de la Luz y la Sombra. Recitó palabras de antigua sabiduría y, con un acto de valentía y amor, logró romper la influencia de la maldición sobre su prima. Ayumi volvió a ser ella misma, pero el precio que habían pagado fue alto. La mansión estaba en ruinas, y muchos de los Hayabusa habían caído en la batalla.
El capítulo se cierra con Takeshi y Ayumi mirando los escombros de la mansión ancestral de los Kurogane, con un futuro incierto ante ellos. Habían enfrentado la maldición, pero el costo de su victoria había sido alto. Ahora, debían buscar respuestas más profundas sobre la maldición y su origen, y prepararse para nuevos desafíos en su lucha por liberar a su familia y su linaje de las sombras que los acechaban.