Abro mis ojos, huelo el delicioso aroma a café y pan recién horneado. Levantarse así debe ser lo mejor en meses que me haya sucedido.
Desde que Carlos falleció y nos dejó a mi hijo y a mi solos en este mundo mi corazón le ha costado recuperarse, han pasado ya 4 años y sigue doliendo. Lo único que me mantiene alerta e intentando sonreír día por día es mi hermoso niño Nathan. Ya con sus 7 años se ha vuelto un niño increíble.
Salgo del cuarto y persigo ese increíble olor con un hambre pidiendo a gritos comida.
-¡Abuela que delicioso huele y que increíble se ve! Gracias por el desayuno.
-Abu: No hay de que nieta, se hace lo que se puede con lo que se tiene.
-Nathan: Hola mamá, puedo ir a jugar con mis primos hoy? Me llevas, me llevas porfaaaaaas?
-Si claro mi vida después de desayunar y alistarnos.
Decidí dejar a Nathan en casa de mi hermana, seguro se divertirá mucho con sus primos, lo pasaría a recoger cuando ella me llamara o en el atardecer si no me llamaba.
Regrese a casa y pensé en que hacer aparte de quehaceres, era tiempo de relajarme un poco.
Me encantaba nadar pero hacía ya tiempo que no lo hacía y está casa que recién compre tenía una piscina increíble, los que me la vendieron dijeron que la casa venía ya con un corporativo de mantenimiento de la piscina ya incluido y que no tendría que pagarles hasta dentro de 3 años porque el pago fue hecho con anticipación.
Así que no se diga mas es hora de nadar.
Llevaba media hora nadando, creo que es el ejercicio más completo y relajante del planeta. Después de un rato decidí bucear para ver el hermoso arte en los mosaicos del fondo de la piscina desde cerca.
Estaban tan hermosos de cerca, de algún material que brillaba, me adelante un poco a una esquina de la honda piscina que tenía un tiburón comiéndose un sol, me parecía tan extraño pero tan bonito este raro arte.
Quise tocarlo a ver de que material era, sentí un pequeño resalto pero se me acababa el aire así que subí y volví a bajar.
Decidí tocar nuevamente el área resaltada, uno nunca sabe, Nathan me salió igual o mejor que yo en natación, si decidía bucear o tocar suelo podría rasparse, no quise ni pensarlo mas, volví a bajar a ver en qué condiciones estaba todo el suelo. Al tocar el mosaico resaltado, lo presione a ver si estaba salido, todas las líneas del dibujo en el suelo empezaron a tornarse de un azul neón.
No podía dejar de mirar tal espectáculo. Que belleza y que miedo pero no lograba moverme, la curiosidad me mataba, tenía que ver que pasaba. Hasta que sentí que algo aspiraba mi abdomen en el suelo, se me acababa el aire y si esto tenía un túnel no iba a resistir. Subí con toda mi energía restante pero el agua me succionaba con fiereza.
Sentí que se me iba la vida, me desmayaba y a pesar que me absorbía con fuerza, me movía muy lento hacia abajo.
Se me fue la luz, seguro moriría, solo podía pensar en lo tonta que fui y como quedaría Nathan. Si esto era un portal a otro lugar, no viviría para contarlo.
La curiosidad mató al gatito....