—No estás haciendo como te dije, Rosa. Ya veo que los libros se están resbalando. Si caen, agregaré otro para que mostremos cuántas veces has fallado. No te rías —le dijo Madeline a Anna—. Eres mala en esto.
—¿Debe haber una manera específica de caminar? —preguntó Rosa, moviéndose lentamente para no dejar caer los libros sobre su cabeza.
—Sí. Deberías poder hacer una reverencia tal como te mostré sin dejar caer ninguno de los libros que tienes en la cabeza. Esto demuestra que debes medir tu paso cuando caminas. Cuando estés entre tus iguales no hay necesidad de apurarte a ir a ningún lado. Tu espalda —dijo Madeline, tocando a Rosa con cuidado para enderezarle la espalda—. No te encorves. La postura me molesta.
Anna mordió una de las rodajas de manzana que le habían traído. —No extraño esos días en los que tenía que aprender a caminar o bailar correctamente. Es agotador. Tienes una maravillosa excusa para posponer esto, Rosa.
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