—Tengo treinta y seis años de edad —dijo con una cara divertida mientras miraba a Mauve.
Mauve intentó componerse al escuchar la edad de Mill, pero no pudo. —¡Increíble! —gritó y saltó de su asiento—. No te ves ni de dieciocho.
La cara de Mill se iluminó con una sonrisa. —Gracias. ¿Cuántos años tienes tú, Mauve?
—Cumplí dieciocho hace tres meses.
—Oh, eso es bastante joven. He oído que los humanos envejecen más rápido que nosotros.
—Sí, un humano de treinta y seis años se ve mucho más viejo que tú —dijo Mauve—. Um, ¿sabes cuántos años tiene Jael?
Mill frunció el ceño, pero no parecía enojada. Mauve casi se da una bofetada a sí misma. Su lengua se estaba convirtiendo en una molestia, haciendo preguntas sin pensar. Las cosas se estaban saliendo de control, pero estaba curiosa y no había forma en el infierno de que pudiera preguntarle a Jael su edad.
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