—Padre —dijo ella con alegría.
—Ya estás aquí, Sabrina.
—Por supuesto, padre —ella sonrió.
—Al menos podrías haber venido a buscarme.
—Llegué aquí temprano, padre, no quería perturbar tu descanso.
—Ugh, tu insistencia en que descanse es un dolor.
Se detuvo y tomó asiento al lado de Sabrina.
—Señor Garth —dijo Erick sin moverse.
—Erick —le devolvió el saludo el Señor Garth y luego su mirada se desvió hacia Mauve. Su mirada no se sostuvo, apartó la vista inmediatamente.
Mauve se acomodó en su asiento y oró para que Jael entrara en cualquier momento, se hizo una nota mental de siempre esperarlo.
—¿El Señor aún no ha llegado? —comentó el Señor Garth a nadie en particular.
—Todavía no, pero no debería tardar mucho —respondió Sabrina, echando un vistazo a Mauve. Mauve sostuvo su mirada unos segundos y la vampiresa le sonrió.
La puerta se abrió y todos se volvieron para mirar.
—Justo como decía —dijo Sabrina.
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