Jael frunció el ceño hacia ella—No creo que eso sea aconsejable, Mauve. Aún estás muy herida.
—Lo sé —dijo ella con color en sus mejillas—. Pero ya he tomado todas mis hierbas por hoy y se supone que solo debo dormir.
No había manera de que ella estuviera sola todo el día. Mill estaba durmiendo y el médico no era buena compañía. Además, estaba segura de que nada podía superar el estar acostada en los brazos de Jael todo el día.
—Aun así, sería mejor si el médico estuviera contigo para poder atenderte de inmediato si algo sale mal —dijo él mirándola fijamente.
Mauve parpadeó bajo su mirada. Su tono no dejaba lugar a discusiones—¿Vendrías a verme? —preguntó y apartó la mirada de él.
—Por supuesto —dijo él y desordenó su cabello.
Ella sonrió y asintió—Está bien pero déjame quedarme aquí unos minutos. No tengo que irme inmediatamente, ¿verdad?
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