Punto de vista de Seraphina
Tumbada en mi cama, con un pijama holgado y el pelo mojado de la ducha. Annika estaba en la habitación de al lado, durmiendo a pierna suelta por el sonido del vigilabebés.
El dolor entre las piernas no había desaparecido. Ni siquiera con lo mucho que me retorcía, intentando no pensar en cómo me había tocado Kit en la cocina.
Y lo bien que me sentí.
Pero maldita sea, no podía dejar de pensar en ello. Kit nadaba por mi cabeza, el recuerdo de sus labios rozando los míos. Quería más. Y si Rosie no hubiera entrado, me habría puesto de puntillas y le habría devuelto el beso.
Le habría echado los brazos al cuello y por fin habría averiguado si sus brazos eran tan duros como parecían. Por un momento, reflexioné sobre la fantasía.
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