—Tenía pensado ir a la torre mágica —dijo Azul—. Demetrio todavía estaba practicando. O le habría pedido que viniera conmigo. Y después de la práctica, siempre tenía que trabajar.
Había mucho papeleo que él hacía todos los días. No entendía nada de eso. Era muy mala gestionando las áreas de contabilidad o entendiéndolas. Demetrio dijo que no necesitaba encargarme de eso. Podía ir a cualquier campo que quisiera. Pero no había nada en lo que fuera particularmente buena.
En la escuela secundaria, era buena en matemáticas. Me gustaba resolver los problemas. A veces deseaba poder resolver los problemas de mi vida tan fácilmente como los problemas matemáticos. Pero no había forma de que fuera tan fácil. Debía ser estúpida para pensar así.
Era tan patética. Quería hacer algo útil, pero no podía hacer nada. Todo lo que hacía era sentarme en nuestra habitación para siempre.
—¿Qué estás haciendo? —Me sobresalté al escuchar su voz.
—¡Dem! ¿Ya acabaste el entrenamiento?
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