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Cuando Mindy se acercó a la cabaña, captó un olor a lavanda que era incluso mejor que el del jardín.
Mindy siempre había amado la lavanda, pero esta era tan buena que casi causaba adicción. Esperaba que este sea el aroma que el Chamán podría empacar en una bolsita perfumada o en algún otro recipiente para que ella pudiera llevarlo consigo. ¡Estaba dispuesta a pagar!
Mindy entró a la cabaña a través de la puerta que estaba completamente abierta, y vio la espalda de Talia, pero lo que realmente captó su atención fue el hombre más exquisito que jamás haya puesto sus ojos.
—¿Ese era el Chamán? —se preguntaba. Ese hombre no era viejo. ¡Era un sueño!
—¿Dijo Talia que su nombre es Gideon? —No importaba porque Mindy ya había decidido llamarlo Papá en el dormitorio.
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