—No me dejes, Talia... —murmuró Damon—. No te vayas.
Las palabras de Damon tocaron el alma de Talia de una manera que no podía explicar, y el mundo a su alrededor se desvaneció. No había parque de diversiones, no había música alta, no había vítores ni gritos de las personas que tomaban las atracciones, no había manadas ni responsabilidades, solo estaban los dos, Damon y Talia.
Talia recordó su conversación en el banco. Damon perdió a sus padres y a sus amigos, y dijo que incluso así, no se sentía solo porque ella estaba a su lado, y... ella se fue.
Talia sabe muy bien cómo se siente estar solo, sin nadie con quien compartir las cosas buenas o malas de la vida. Recordó cuánta felicidad trajo Olivia a su vida solo por estar allí y tratarla amablemente, y cómo se sintió vacía Talia cuando Olivia dejó la manada.
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