Durante los siguientes días, todo volvió a la normalidad. Felissa había aprendido que habían ido a la 13.ª manada para verificar cómo estaba Cinzia, ya que era donde estaba encarcelada.
No le molestaba mucho a Felissa, ya que su mente estaba centrada en alguien, su pareja.
—¡Ah! Idola, ¿qué debería hacer? —se lamentó Felissa mientras miraba el balcón con un largo suspiro.
—Señora, yo tampoco lo sé. Es demasiado complicado para mí —respondió Idola, bajando la cabeza ya que no podía ayudar a su ama.
—¿Por qué está del lado del enemigo? ¿Por qué no puede simplemente renunciar y estar conmigo? —susurró Felissa y se reclinó hacia atrás.
—No-no es tan fácil, Señorita Felissa. ¡Seguro que su pareja quiere estar con usted! —exclamó Idola para animar a su ama.
—Supongo que solo necesito ser paciente —murmuró Felissa, comiendo su comida cuando su cerebro palpitó. Dejó caer el tenedor, que creó un fuerte estruendo al impactar contra el suelo.
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