Rosina y Draco se miraron el uno al otro dentro del carruaje regresando a su residencia. No pasó mucho tiempo antes de que ambos estallaran en risas.
—No me había dado cuenta de que eres bueno actuando —comentó Draco y se sacudió la cabeza. La imagen de la cara amada de Rosina hizo que su corazón se acelerara, pero al mismo tiempo, se estremeció.
—Podría decir lo mismo de ti. Si solo supieran la verdadera razón detrás de este matrimonio —dijo Rosina entre risas mientras secaba las lágrimas de sus ojos de tanta risa.
—Es gracioso, pero nos dieron su bendición —declaró Draco con una sonrisa de suficiencia y mostró a Rosina el papel real que contenía la aprobación de la Monarquía a su boda.
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