Draco observó cómo Cleto comenzó a golpear a Rosina con un cinturón que tenía agujeros de metal.
Rosina no emitió ningún sonido de dolor ni le pidió a Cleto que se detuviera. Simplemente yacía en el suelo, recibiendo toda la paliza con ojos cansados, sin vida.
—Rosina, ¿cuánto tiempo llevas en esta situación? —susurró Draco mientras caía al suelo. Su corazón se partía cada vez que el cinturón golpeaba la piel de Rosina, creando otro conjunto de moretones y cortes.
Draco no sabía cuánto tiempo había pasado desde el inicio de la paliza, pero sus ojos no se apartaron de la figura de Rosina. Todos los sonidos a su alrededor se silenciaron. Sintió que el tiempo transcurría lento.
—Rosina, ¿cómo terminaste así? —susurró Draco mientras su cuerpo se desplomaba. Perdió la energía para mantenerse de pie después de presenciar el abuso parental que le sucedía a su pareja.
La ira de Draco hacia Cleto aumentó porque quería que él sintiera lo que era ser golpeado y no poder defenderse.
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