Draco salió de la casa de la manada y vio cómo la Luna Sangrienta brillaba a través del reino. De repente se puso nervioso, ya que estaba preocupado por el bienestar de Rosina.
—Algo está sucediendo en este reino —murmuró Draco y miró a sus hombres, preparándose para la batalla.
—Draco —llamó Bertrando. Se puso al lado de Draco y observó la Luna. —¿Continuaremos nuestro plan? —preguntó con preocupación.
—Sí, lo haremos. La Luna Sangrienta fortalecerá nuestras fuerzas —respondió Draco y se dirigió a donde sus tropas lo esperaban.
Sus cuerpos empezaron a cambiar. Sus músculos se volvieron más voluminosos de lo normal, aumentando enormemente su fuerza física.
—¡Nos dirigimos a la Corona de Sable ahora mismo! —exclamó Draco con voz firme para mostrar su dominio. Todos asintieron en acuerdo.
—¡A la victoria! —gritó Draco y fue seguido por sus hombres.
Corrieron hacia la manada de la Corona de Sable a través del bosque y evitaron las otras manadas en su camino.
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