Se acercó al lavabo, se inclinó y lavó su rostro con el agua. Una vez que hubo limpiado su cara, tomó la toalla que Damien le había dado, se secó con ella el rostro y luego la dejó colgando en el soporte.
—¿Crees que no quiero que te unas al consejo sin razón? —preguntó Damien. Él estaba sentado en el borde de la bañera observándola mientras ella se paraba frente a él.
—Porque no es seguro —intervino ella. Él la atrajo por la mano, acercándola a él antes de ponerse de pie.
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