La chica debería haber estado feliz de tener una cama donde dormir. Un techo sobre su cabeza para protegerse a diferencia de donde estaba colocada en el sucio establecimiento de esclavos, sin embargo, se comportaba con descaro —pensó Damien para sí mismo—.
La había llevado hoy para mostrarle lo que la vida les ofrecía a los esclavos en estas y otras tierras. Los esclavos no eran nada más que un medio de diversión para la sociedad superior. Como eran comprados con el dinero del dueño, este tenía la capacidad de hacer cualquier cosa a los esclavos para su placer o disfrute. Lo que ella vio hoy era solo una muestra de lo que era parte del oscuro mundo en el que había llegado a ser parte.
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