La bruja blanca se aseguró de mantener a su hijo detrás de él mientras se giraba para mirar los árboles que parecían sospechosos. Algo no estaba bien y él lo sabía por el movimiento del viento que soplaba por el suelo frente a él y arrastraba consigo algo muy ominoso.
De repente, un cuchillo voló justo por su rostro rozando su mejilla, lo que dejó un corte, haciendo que la sangre corriera y goteara por su cara.
—¡Padre! —exclamó su hijo, mirando la sangre, pero antes de que pudieran reaccionar, unos cuantos cuchillos más volaron en diferentes direcciones y él jaló a su hijo.
—¡Corre! —gritó, haciendo que su hijo le siguiera rápidamente detrás de él. Sin duda alguna, por el olor de los objetos metálicos que les lanzaban, pudo decir que pertenecían a las brujas negras que los estaban atacando.
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