—No es de eso de lo que estamos hablando.
Shawn se rió cuando Elvis rompió la mirada y miró hacia otro lado. Podía notar que el pequeño estaba obviamente feliz de verlo, pero no quería demostrarlo.
Hizo una señal para que todos los excusaran y la directora no tuvo más remedio que desocupar su oficina para que la singular pero impresionante pequeña familia tuviera un momento juntos.
—Supongamos que no sabe que vengo, ¿vas a delatarme? —Shawn le preguntó a Elvis mientras llevaba a los dos niños a sentarse con él en el sofá de la oficina de la directora.
—Es de mala educación delatar a alguien —Elvis escupió con desdén.
Los labios de Shawn temblaron en una sonrisa. —Supongo que puedo contar con este caballero entonces —dijo Shawn, relajándose un poco.
Cuanto más interactuaba con sus hijos, más bendecido se sentía. Eran más sabios que la mayoría de los niños de su edad, lo que le facilitaba interactuar con ellos.
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