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La Familia de Riuz(Omniverso)

Despertando en medio de la nada, perdido y confundido, pero con "acceso a distintos mundos", algunos parecidos a los que conocía y otros muy diferentes. Sin un objetivo claro, acepta las extrañas misiones que recibe en los mundos en donde es enviado, creando así su propio paraíso. Cosas a tener en cuenta: Harem: y muy grande, aunque no todas las mujeres tendrán mucha relevancia. Incesto: Si Yuri: Sí, bastante teniendo en cuenta que habrá muchas mujeres y el único hombre en que me enfocaré es el protagonista. Futa: También habrá. Furry, robots, no muertos... un poco de todo, depende que mundos se visie. Otros: Posiblemente. Agregaré más detalles con el tiempo si son necesarios.

Emanuel_Alegre · Others
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21 Chs

15) Bella's Love

Estaba sentado en la cama, y Bella, sonriéndome, me daba toques suaves en la mejilla con su dedo. Si fuera por ella, estaría sentado encima para poder abrazarme mejor, pero estábamos desnudos, y había algo entre sus piernas que prefería evitar.

Bella: "¿Sigues enojado?"

Riuz: "No estoy enojado" —dije haciendo un puchero.

Seguía algo molesto, pero tampoco quería demostrarlo; sabía que era infantil, pero no podía evitarlo. Solo me recosté sobre el pecho de mi madre, lamiendo su pezon de vez en cuando, esperando recuperar el ánimo… la verdad, no quería dejarla de lado después de haber estado con las otras dos. Era como cuando ves un grupo de objetos perfectamente alineados y uno está fuera de lugar; no puedes resistirte a corregirlo.

Bella: "Vamos, no fue tan malo. En el futuro probarás muchas cosas. No tienes idea de las cosas que Jean y Pan me han obligado a hacer, y lo mucho que aprendí de todo eso."

Riuz: "Hmmm..." —murmuré mientras la miraba. Sus ojos tan cariñosos me impedían enojarme demasiado con ella— "Bueno, supongo que puedo superarlo, como lo que pasó con Pan. Aunque eso fue aterradoramente genial, mientras que esto... fue asqueroso. Tampoco creo estar listo para esa privación de los sentidos otra vez tan pronto."

Bella: "¿Te hizo eso?" —preguntó sorprendida— "Uff… no pensé que empezaría tan fuerte. ¿Cuánto tiempo te lo hizo?"

Riuz: "Como una hora, más o menos."

Bella: "¡¿Una hora?!" —exclamó, atónita— "Sabía que podía hacer algo así, pero pensé que serían 20 minutos, media hora como mucho. ¡Eso es demasiado!" —dijo, algo consternada—. "¿Estás bien?" —preguntó con preocupación.

Riuz: "Sí. Lo peor ya pasó, pero no creo querer volver a experimentarlo en un tiempo" —respondí, sintiendo un escalofrío, aunque con algo de anticipación— "¿Suele hacerlo muy seguido?"

Bella: "No, para nada. Por lo general, es bastante pasiva y sumisa, pero de vez en cuando toma la iniciativa y prueba cosas raras como esa. La primera vez que me lo hizo, fue durante tres horas sin parar, dándome pociones revitalizantes cuando ya no podía más. Después de esa vez, me costó varias semanas volver a tener una erección completa con ella cerca" —comentó entre estremecimientos y risas, poniéndose algo dura alla abajo.

Riuz: "Eso sí que es mucho…"

Bella: "Tranquilo. Yo era una adulta con mucha más experiencia y podía soportarlo. Pero tú eres mi pequeño pimpollo inexperto; debería tener más cuidado contigo. No te preocupes, hablaré con ella."

Riuz: "Está bien."

Bella: "Hmmm… ¿qué te parece si cambiamos ese recuerdo por uno más… bonito?" —dijo provocativamente, levantándose y colocándose a cuatro patas, acercándose hasta quedar encima de mí, rodeándome con sus brazos y piernas.

Me sentía un poco intimidado por su mirada, pero también excitado. Su idea no era mala en absoluto. Sin embargo, desde esa posición, si miraba un poco hacia abajo entre nuestros cuerpos, podía ver cómo su excitación se hacía evidente en una forma con la que no estaba muy agradecido, sobre todo porque esa cosa parecía estar devolviendome la mirada.

Riuz: "¿Puedo estar arriba?" —pregunté mientras rodaba a un lado para salir de entre sus brazos, temiendo que esa "lanza" buscara su próxima víctima… aunque no creía que mi madre haría algo por el estilo.

Bella: "Como quieras" —dijo con calma, recostándose sobre las almohadas y el respaldo de la cama, mientras yo empezaba a gatear hacia sus piernas.

Me acerqué a ella, que estaba sentada con las piernas flexionadas. Coloqué mis manos en sus rodillas, buscando cómo avanzar, pero había un problema: cada vez que intentaba acercarme, esa cosa entre sus piernas que no dejaba de aparecer en mi campo visual parecía querer interponerse. Cada vez que hacía el intento, sentía que estaba a punto de tocarlo, lo cual me hacía retroceder, provocando que Bella me mirara confundida y con un toque de diversión, tratando de disimular su risa.

Además, pensándolo bien, Bella tenía esto entre las piernas, no un coño "normal"... o quizás si estaba alli, debajo e esas bolas. ¿Cómo debía proceder? Tenía una vaga idea, pero la duda me hacía retroceder cada vez. Intenté acercarme unas cuantas veces, pero siempre terminaba frustrado, retirándome sin saber bien cómo continuar.

Bella: "Riu…" —empezó a decirme.

Riuz: "¿Te molestaría si me deshago de esto?" —pregunté, al borde de perder la paciencia.

Bella: "¿Qué…?"

Antes de que pudiera hacer más preguntas, extendí mi mano, con tres dedos brillantes. Toqué ligeramente la punta de esa "cosa", y en un instante se desvaneció, como si nunca hubiera estado allí, dejando a la vista una delicada y hermoso coño.

Bella: "¡¿Qué?!" —se sentó de golpe, alarmada, mirando cómo algo que la había acompañado por años había desaparecido. Pasó varios segundos explorándose con los dedos, tocando esos labios inferiores, aún incrédula de lo que veía, redescubriendo de nuevo sensaciones que creía olvidadas— "¿Cómo…?" —me miró, aún en shock.

Riuz: "Hmm… no sé, solo sentí que podía hacerlo" —respondí con sinceridad. Mis poderes a veces funcionaban de forma instintiva, respondiendo a lo que deseaba en el momento, como si estuvieran en sintonía con mis deseos— "También siento que puedo hacer que vuelva."

Bella: "Oh, Riuz, no tienes idea de lo especial que eres" —dijo con sorpresa y cariño, mirándome con admiración, alternando la vista entre mí y su entrepierna— "Las chicas se volverán locas cuando se enteren... pero creo que no es momento de pensar en ellas" —me miró otra vez con esos ojos tentadores.

Riuz: "Oh, sí"—dije, sintiendo el deseo crecer en mí. Ahora que no había nada que interfiriera, admiré su cuerpo desnudo, como una obra de arte, y que me pertenecía completamente. Me acerqué a ella sin ninguna barrera esta vez, pero noté que estaba sonrojándose intensamente— "¿Qué pasa?"

Bella: "Nada... es solo que hace mucho que no tengo un coño, y quizás haya olvidado algunas cosas" —dijo, un poco insegura, preocupada de que su primera vez conmigo pudiera verse afectada por el tiempo que no había sido completamente una mujer.

Riuz: "Eso no me importa" —Respondí, ya sin contenerme, prácticamente lanzándome sobre ella.

Ya con algo de experiencia, mi pene rápidamente encontró el camino correcto. Apoyé mi cabeza en su pecho, encontrando ahi una cómoda almohada con pezones masticables, y empecé a hacerla mía, como tanto había deseado. Aunque me la follaba con intensidad, Bella no mostró sobresalto alguno. Solo me sonreía con ternura, acariciándome la cabeza y la espalda.

Mi cadera no dejaba de moverse, a veces apoyando las manos en la cama a sus costados, o sosteniéndole las rodillas para ganar impulso. Sin embargo, en algún momento, ella pareció cansarse de su pasividad y comenzó a mover sus caderas al ritmo de las mías con una intensidad inesperada…

...

...

...

No supe cuándo ni cómo pasó, pero de pronto nuestras posiciones estaban invertidas: yo estaba abajo y Bella encima de mí, aunque no de la forma que hubiera imaginado. Ella estaba sosteniéndome las piernas, moviéndose contra mí en unas salvajes sentadillas, usándome prácticamente como quería, follandome. Más que incómodo, me sentía sorprendido; Bella no podia reprimir su naturaleza dominante, parecía haber asumido el control casi sin esfuerzo. No es que no lo deseara, pero me sentía... ¿Violado? No, no del todo; solo era extraño ceder tanto terreno.

Sin que me diera cuenta, Bella tomó las riendas del coito, llevándome a diferentes posiciones donde ella seguía siendo la activa y yo tenía poco margen para tomar la iniciativa. Su habilidad y experiencia eran aterradoramente impresionantes: sabía exactamente cómo usar su boca y sus manos para mantenerme bajo su placentero control, aunque su obsesión por jugar con mis pezones llegaba a ser un poco agobiante.

Ahora estaba sentado entre sus piernas, mi espalda recostada contra su pecho. Ella mordisqueaba mi oreja mientras con una mano acariciaba uno de mis pezones y con la otra jugeteaba con mi pene. Aún procesaba el hecho de que no había sido yo quien la folló, sino ella quien me folló a mí, y con una facilidad que me dejaba atónito. Bella era aterradoramente hábil, y en cierto modo, parecía que el control nunca había estado realmente en mis manos, ni cuando me corria dentro de ella.

Entonces, noté cómo la puerta se entreabría y asomaban dos cabezas: eran mis otras madres. Al vernos ya en calma, entraron en la habitación. Al separarme un poco del abrazo de Bella, ellas notaron que algo en ella había cambiado.

Jean: "¡¿Bella… acaso tú…?!"

Bella: "Un regalito de Riuz" —dijo ella, sonriendo mientras abría las piernas y me rodeaba con un brazo, exhibiendose.

Vi cómo las miradas de Jean y Pan se tornaban de inmediato en unas llenas de deseo, lamiéndose los labios y mostrando una anticipación evidente, como tigresas listas para lanzarse sobre su presa.

Jean: "Riuz, las chicas están afuera con Ginny. ¿Por qué no vas a verlas? Tus madres necesitan una intensa charla a solas." —dijo, con la voz cargada de emoción y lujuria, sin quitarle la vista al coño de Bella.

Pan: "Serán solo unas pocas… horas" —añadió con una actitud inusualmente dominante.

Riuz: "¿Por qué no…?"

Ante la posibilidad de tener a todas mis madres juntas, el sueño entre sueños, estuve a punto de sugerirlo, pero Bella me giró hacia ella y me besó con una intensidad que me dejó sin aliento, sintiendo mi boca invadida y ultrajada, ademas de mi mente nublada y dolorida. Cuando me soltó, estaba mareado y sentía su presencia tan fuerte que no pude oponer resistencia.

Bella: "Riuz, sé un buen niño y ve a cuidar a tus hermanas mientras nosotras hablamos" —dijo, con un tono que llegaba directo a mi alma.

No recuerdo bien cómo salí de la habitación, pero cuando miré hacia atrás, alcancé a ver a Jean y Pan abalanzándose sobre Bella, quien lanzó un grito o gemido justo antes de que la puerta se cerrara, silenciando todo lo que ocurria en esa habitación.

Al salir, una punzada de frustración me invadió por perderme ese momento; hubiera sido la escena más excitante y hermosa del mundo, aun sin participar. Me sentía molesto, pero no tenía alternativa. Fui a mi cuarto, reuní algo de ropa, me di una ducha y me vestí antes de ir a ver a mis hermanas. Me prometí que en el futuro no dejaría que Bella tomara todo el control, y que la próxima vez sería yo quien se impondria ante ella.

...

Pasaron varios días en los que mis relaciones con mis madres se profundizaron y florecieron. Nunca sucedió nada con más de una al mismo tiempo, y eso me permitió apreciar lo único que era estar con cada una de ellas.

Con Jean, todo era lo más parecido a una relación convencional. A pesar de nuestra diferencia de tamaño, que aportaba un toque de novedad, el sexo con ella era sencillo y fresco, como ese impulso espontáneo que puedes tener en un día de calor. Desde la clásica postura de perrito en la cama hasta rápidos encuentros en la cocina y juegos mutuos en el baño, estar con Jean era reconfortante y directo.

Pan, por otro lado, era tal y como Bella había dicho. Ella no volvió a hacer nada extravagante, sino todo lo contrario. Con Pan, cada encuentro era un remanso de calma, una experiencia relajante como ninguna otra que hubiera tenido. Se movía a un ritmo neutral, ni rápido ni lento, constante y regular, con una mirada fija y una sonrisa amable que hacía que el sexo se sintiera casi… terapéutico. Llegaba al punto de hacerte sentir culpable por la excitación misma, como si pensar en ella de manera tan física profanara algo puro.

En cuanto a Bella, bueno, después de aquel día en que me sacaron de la habitación, mis hermanas y yo tuvimos que almorzar solos con la comida que había quedado. Mis madres no salieron de su cuarto hasta la noche. Cuando Bella finalmente apareció, salió tambaleándose con las piernas abiertas y temblorosas, apoyándose en las paredes para mantenerse en pie, pero con una expresión de absoluta dicha. Era evidente que mis madres le habían dado bien duro a Bella, recordándome que, después de todo, no era invencible.

Así que, cuando volvimos a encontrarnos en los días siguientes, intenté cumplir con mi promesa de imponer mi autoridad… y fallé miserablemente cada vez. No sé cómo lo lograba, pero por mucho que intentara mantener el control, ella siempre terminaba colocándome en una posición de rendición. No lo hacía a propósito; simplemente era excepcional en lo que hacía. Sus besos, sus caricias, todo parecía cuidadosamente calculado para hacerme caer a su merced. Aunque intentara resistirme, su dominio natural salía a flote, y parecía que ella también lo disfrutaba cuando lograba tomar las riendas.

Internamente, me debatía entre intentar arrebatarle ese pequeño placer que le producía someterme o ceder a sus deseos, a pesar de que algo en mí gritaba que debía ser yo quien tuviera el control. Quizás era un eco de mis propios poderes, que no habían dejado de crecer últimamente, impulsándome a afirmar mi lugar. Pero, por ahora, Bella seguía siendo una fuerza con la que difícilmente podía competir.

...

Me levanté de la cama, usando las sábanas para limpiarme los restos de los jugos de mi madre mientras pensaba en las extrañas sensaciones que había experimentado últimamente. En particular, me habían venido sueños, sueños sobre aquel mundo en mi interior, un lugar misterioso con pasajes que parecían llevarme a otros sitios lejanos y desconocidos. Además, sentía que algo en mi poder estaba siendo liberado, como si estuviera rompiendo viejas cadenas. Aunque aún no recuperaba mis recuerdos, empezaba a tener una idea clara de lo que debía hacer.

Bella, observándome desde la cama, me ayudó con la limpieza, aunque no usó magia para hacerlo, como podría haber hecho fácilmente. Creo que le gustaba dejarme "sucio" de esta forma, como si disfrutara verme "manchado" así después de nuestros momentos juntos. Aunque al principio me incomodaba, ahora era apenas un detalle en comparación con los cambios importantes que sentía en mí, lo que me permitía olvidarme, al menos un poco, de cómo Bella lograba dominarme tan fácilmente.

Bella: "Riuz" —me llamó, sentada en el borde de la cama.

Riuz: "¿Sí?" —me voltee para mirarla.

Bella: "¿Crees que… podrías, bueno, usar tus poderes para devolverme mi pene?" —preguntó con un dejo de vergüenza al tener que pedirle algo así a su hijo. Había pasado tanto tiempo desde esa época que no recordaba siquiera como era el hechizo que había usado en aquel momento de locura— "Las chicas lo extrañan" —admitió, mirando al suelo.

Ahí me di cuenta de que mi madre llevaba varios días sin su pene. Jean y Pan habían estado eufóricas al principio, pero últimamente esa intensidad había bajado, y ya no tenían esas "escapadas divertidas" a su cuarto como hace unos días.

Riuz: "Puedo hacerlo" —respondí, aunque con algo de duda. Mi madre siendo dominante era una cosa, pero que lo fuera con su pene de vuelta añadía otra capa de complejidad. Aun así, cuando la vi mirándome con esos ojos suplicantes, supe que no podía negarme. Ella era mi amada madre, fuera como fuera, y quería verla feliz.

Bella abrió las piernas, y pude ver ese coño que, sin duda, extrañaría. Extendí la mano, con mis dedos cubiertos por un aura rosada, y toqué suavemente su clítoris. Bella, expectante por recuperar lo que había perdido, nunca imaginó lo que sentiría en ese momento.

Apenas la toqué, una ola de placer recorrió su cuerpo entero, como si cada célula de ella experimentara un éxtasis incontrolable. Su pene reapareció tan rápido como había desaparecido, ya duro y pulsante. Bella quedó envuelta en uno de los orgasmos más intensos y repentinos de su vida, soltando chorros de semen como una manguera a presión. Estaba totalmente perdida en el éxtasis, hasta que...

Riuz: "¡AHHH! ¡MIS OJOS!" —grité.

Bella salió de su trance, mirando cómo giraba sobre el suelo con las manos cubriéndome los ojos, claramente no preparada para la escena caótica que acababa de desatar.

...

Durante la cena, todos estábamos sentados alrededor de la mesa en la cocina, aunque, en realidad, no todos estaban comiendo. Yo apenas movía el tenedor, revolviendo la comida en mi plato con una expresión de enfado, un puchero notable y los ojos rojos e irritados. Bella estaba sentada a mi lado, abrazándome con una sonrisa de disculpa, mientras el resto de la familia nos miraba con curiosidad.

Hermione: "¿Van a decirnos qué pasó?" —preguntó, haciendo que todos se inclinaran hacia adelante, esperando una explicación.

Riuz: "¡NO PASÓ NADA!" —respondí irritado, clavando el tenedor en la comida.

Bella se rió suavemente y me apretó contra ella con cariño.

Bella: "Perdóname, Riri, es que me hiciste sentir muy bien" —dijo, con una mezcla de ternura y disculpa.

Yo solo gruñí, tratando de calmarme. Sabía que había sido un accidente, pero aun así…

Riuz: "¡Aahhhh!" —grité, sintiendo un pinchazo repentino en uno de mis ojos. Rápidamente, me cubrí el ojo y miré a mi alrededor para ver quién me había atacado, solo para encontrar a Hermione con su dedo extendido, mirándome contemplativamente.

Riuz: "¡¿Por qué hiciste eso?!" —exclamé, molesto.

Hermione: "Curiosidad" —respondió Hermione, encogiéndose de hombros— "¿Por qué tienes los ojos tan rojos? ¿Qué te hizo mamá Bella?" —siguió insistiendo, con una chispa divertida en los ojos, convencida de que Bella me había echado el hechizo extraño de conjuntivitis, pero quería saber que hice para merecerlo.

Riuz: "¡Que no pasó nada!" —repetí, queriendo cambiar de tema y no dar más explicaciones.—"¡Aaayyy!" —grité de nuevo al sentir otro pinchazo, esta vez en el otro ojo. Al abrir mis ojos, ahora llorosos, vi a Luna al otro lado de la mesa con su dedo extendido— "¡¿Luna?! ¿¡Y tú ahora por qué?!" —pregunté, aún más frustrado.

Luna se encogió de hombros, respondiendo con su típica calma:

Luna: "Hermione lo hizo."

Riuz: "No tienes que hacer todo lo que hace ella" —dije, lloriqueando, sintiéndome claramente intimidado por mis hermanas mientras Bella intentaba consolarme.

Ella me abrazaba, intentando ocultar una sonrisa, y mis otras madres apenas contenían las risas. Parecía que yo era el centro de las bromas de la familia esta noche.