Pocas personas que aún se escondían alrededor para presenciar lo que iba a hacer esta vez el príncipe maldito, exclamaron sorprendidas cuando ella entró.
—¿Qué estás haciendo? —Harold le preguntó en un tono bajo y enojado, pero ella lo ignoró mientras se dirigía a la mujer y sus hijos.
—No es culpa de nadie. Nadie será castigado hoy. Fue un accidente —dijo Alicia haciendo un gesto despectivo con las manos.
—Yo soy...
Alicia se volvió para mirar a Harold, que le hablaba en voz baja —Hoy no castigaré a nadie, mi señor —completó la frase con una pequeña sonrisa, lo cual lo hizo fruncir el ceño. Su ceño se acentuó cuando ella le dio una palmadita en la parte delantera de su camisa en un gesto cariñoso. ¿Qué estaba haciendo?
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