Sheyan asintió. También descubrió rastros de agricultura en las afueras de la aldea, lo que explicaría cómo la tribu Ndipaya podría sobrevivir y seguir reproduciéndose en ese aislado lugar.
Después de guiar a Mbenga mientras viajaban más profundamente en medio de la niebla, pasaron por otras dos aldeas abandonadas a lo largo del camino. Sin excepción, no quedó ni una sola alma en esos pueblos destrozados por el caos. Peor aún, unos espeluznantes huesos blancos salieron a la superficie en esas aldeas, insinuando la inconmensurable tortura por la que pasaron antes de perecer.
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