542 La Recompensa Por La Lealtad

—Tú... ¡¡¡Apóstata!!!

Esa adivina gitana frunció el ceño con una agonía derrotada.

—¡¿Cómo puede ser eso?! ¿Cómo es posible, por qué no estás muerto? La combinación de corazones y diamantes da lugar a las llamas del inframundo. Tu alma debería haberse quemado... ¡¡ahh!!

¡Antes de que pudiera terminar su declaración, su cara sufrió otro duro golpe!

Un impacto que oscureció su visión con estrellas que se arremolinaban, donde su mejilla izquierda se hinchó como un bollo de carne. De hecho, Sheyan le había golpeado la cara con la parte trasera de su sable.

Esa adivina gitana se tiró al suelo con angustia, antes de que Sheyan la pisotease.

En ese momento, se podía ver que las heridas de Sheyan no eran nada leves. Todo su cuerpo estaba cubierto de heridas cauterizantes, que emitían hilos de humo cian.