Fu Hee se enteró de la desgracia de su hija por un sirviente que tuvo la amabilidad de ir a informarle y de inmediato se dirigió preocupada hacia la habitación de FangSu.
Para cuando llegó, dos sirvientes ya estaban limpiando el desorden en su habitación mientras FangSu estaba sentada en el sofá con las piernas cruzadas y los brazos cruzados. Estaba claramente descontenta.
Fu Hee se acercó a ella y la levantó antes de arrastrarla hacia su propia habitación. Entonces cerró la puerta con llave antes de volverse para ver la expresión indiferente en la cara de FangSu.
—¿Cómo pudiste meterte en este lío después de mi advertencia? —Fu Hee preguntó mientras se acercaba a ella.
—Mamá, no estoy de humor para recibir otra regañina. Si por eso me has traído a tu habitación, ¡me voy! —dijo FangSu intentando marcharse, pero Fu Hee la retuvo.
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