Una chica pobre nacida con enfermedad cardíaca congénita no tenía muchas esperanzas para el futuro, pero su vida da un giro brusco cuando un apuesto y rico hombre le propone matrimonio después de su trasplante de corazón. Fue lo más sorprendente que le sucedió en sus 22 años de vida. Abigail nunca había pensado que Cristóbal Sherman, un joven empresario multimillonario, se acercaría a ella y expresaría su deseo de casarse con ella. Estaba eufórica y aceptó su propuesta. Pero poco sabía que el guapo hombre de 32 años tenía una razón secreta para querer casarse con ella. Abigail entró en su mundo con mucha esperanza en su corazón. Pero casarse con él no fue el final feliz. Solo fue el comienzo. ¿Podrá mantener su corazón intacto? ¿Qué sucederá si descubre su verdadero motivo? ============= —La vida era fácil antes de casarme contigo —dijo Abigail con dolor en sus ojos—. Me estaba muriendo, pero era feliz. —¿Qué quieres decir? —Cristóbal le sujetó el brazo—. Deja de decir tonterías y toma la medicina —siseó, colocando una tableta en su palma. Bajo su mirada ardiente, Abigail se encogió. —¿Te resulta difícil cumplir con mi exigencia de tener un bebé? Han pasado dos años, Cristóbal. No respondió a su pregunta. Todo lo que hizo fue mirarla, actuando mudo. —¿Por qué siento que no te importan mis sentimientos? —preguntó Abigail—. ¿No me amas? Su silencio fue la respuesta clara. ============= Un agradecimiento especial a Aurora, mi editora, por sus útiles sugerencias sobre cómo mejorar la sinopsis.
Los ojos de Abigail se abrieron de par en par por la incredulidad y su corazón se llenó de desdén. —¿Cómo siquiera puedes pensar en eso? —replicó, su voz teñida de incredulidad—. Ya estoy casada.
La respuesta de Lance fue escalofriantemente casual. —Eso no representa problema alguno —declaró, claras sus intenciones—. Puedes divorciarte de él. No te preocupes por el bebé en tu vientre. Estoy dispuesto a darle mi nombre a tu hijo.
El asco de Abigail se transformó en pura rabia mientras escuchaba la retorcida propuesta de Lance, sus ojos ardían con furia. Jamás podría tolerar semejante sinsentido. Justo cuando iba a responder, la atronadora voz de Jasper la interrumpió. Sus ojos chispearon de indignación.
—No lo escuches, Abi. Está tratando de manipularte. No le prestes atención.
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