—¡Desde esta noche te dejaré estar arriba, por favor no me divorcies, querido! ----- La vida de cuento de hadas de Evelyn se hizo añicos cuando un extraño irrumpió, afirmando ser la verdadera hija de la familia Wright con pruebas. ¿Sus envidiables privilegios? Arrancados. ¿Su impecable reputación? Empeñada. ¿Su compromiso de cuatro años? Anulado abruptamente. Pero la peor traición vino de su antes amoroso padre, dispuesto a casarla para saldar una cuenta empresarial... ¡con un hombre de el doble de su edad! Todos en el círculo asistieron a esta escandalosa boda, ansiosos por presenciar la caída de la supuesta falsa heredera. Sin embargo, ¡el clímax no fue lo que ni siquiera Evelyn había anticipado! Zevian Reign, el magnate más rico de la nación, conocido por ser la fantasía de toda mujer y la pesadilla de todos sus rivales, hizo una entrada dramática. Su llegada dejó atónitos a los invitados, pero su osado deseo fue aún más sorprendente. Exigió casualmente reemplazar al novio y casarse con la hermosa novia. Nadie se atrevió a desafiarlo, ni nadie tuvo el valor de desobedecerlo. No les quedó más remedio que ver cómo se desarrollaba la boda. Y era el momento de Evelyn para sonreír con suficiencia, pues ahora era la esposa del diablo. ¡Y todos aquellos que la habían arruinado, pagarían el precio por diez! ++++ [Extracto] —¿Por qué iba a dejar a mi marido por un perdedor? —se rió Evelyn, cruzando sus brazos desafiantemente—. Él es mejor que él en todos los aspectos. —Su mirada se desvió hacia su ex prometido cercano, y continuó con una sonrisa burlona—. De hecho, mucho mejor en la cama. Con el rostro de Annabelle enrojecido de desdén, Evelyn le dio palmaditas en la espalda y se inclinó para darle otra bofetada. —Así que, buena suerte lamiendo mis sobras, querida hermanastra. Él es un partido perfecto para ti."
—Otra... ¿ronda? —Evelyn se preguntaba, su expresión lo suficientemente clara como para transmitirle lo que estaba pensando. La parte lógica de su mente gritaba que no, pero el diablo en la esquina gritaba que sí. Incluso le sugería ideas de nuevas posiciones que podrían probar y enviaba señales calientes entre sus muslos, respondiendo que estaba lista.
—Está bien... Pero s-sé suave —murmuró Evelyn, bajando la mirada. Sus mejillas se sonrojaron al escuchar sus propias palabras, y se maldijo a sí misma por rendirse tan fácilmente. Apenas podía levantar un dedo pero aquí estaba, deseando más de él otra vez.
—Zevian soltó una pequeña risa, haciendo que ella levantara la vista hacia él confundida. Él solo había decidido seguirle el juego, un poco curioso por lo que haría aunque no tenía planes de cruzar los límites de su cuerpo. Ella tenía que ir mañana también al trabajo.
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