Capítulo 3. Si tan solo pudiera ser...

—¡Tu!

Con frenesí hablaba mientras observaba aquel rostro que hace sólo unas horas me había dejado inquieto.

—¿Que demonios crees que haces! ¿Cómo supiste donde vivo?

Al pensar siquiera en la posibilidad de que ella me había seguido se me erizaba la piel y me daban escalofríos.

—Shhh... ¿Puedes bajar tantito por favor?

Rápidamente bajo a la puerta de mi casa, oigo que mi madre platica con alguien en la sala. Cuando trato de salir me interrumpe.

—¿A dónde crees que vas? Anda, ven a saludar. No sé si los recuerdas, pero los White se mudaron de nuevo a nuestro lado.

Los White, no recuerdo mucho de ellos, solo un poco. Si acaso lo más que recuerdo es que de niño solía jugar con su hijo después de la escuela.

—¿Entonces?

Mis recuerdos se ven interrumpidos por mi madre, quien me regaña por mi descortesia hacia nuestros invitados.

—Que vengas a saludar te digo.

Rápidamente me acerco y saludo al señor y señora White. Vaya que si parecen extranjeros, aunque su español me parece bastante normal, como si cualquier persona de mi ciudad hablara.

—Dania, entra hija, ¿o acaso no quieres saludar a Nath después de tantos años sin verse?

La palabra Hija me sorprendió, me pareció que tal vez era una hija pequeña que tuvieron después de irse...

Se oye cómo se abre la puerta principal. Entonces entró.

—Ehm... si, perdonen por el atraso.

Creo que mi sorpresa fue tanta por lo que dijo mi madre después.

—¿Estás bien Nath? Creo que ha pasado mucho desde que no la ves.

Era ella, la chica con la que he tenido tantos problemas, la de la librería, la de mi ventana... ahora resultaba que era ella la amiga con la que llegue a jugar en la infancia.

—Crei que era un chico.— Susurré

—Ah, con que eso era.

Me oyó mi madre, después añadio.

—Recuerdo que usaba ropa de hombre, tal vez por eso se sorprendió Nath, disculpenlo.

—No se preocupe, no hay ningún problema. Pero anda Dania, ve a platicar con Nath, que hace años que no se ven.

—*—

Ya afuera de mi casa le digo.

—¿Pero que fue eso? ¿Amiga de la infancia?

—¿Que quieres que te diga? Hasta hace un par de horas tampoco sabía que tú eras aquel niño con el que jugaba de pequeña.

Silencio. Un silencio tan profundo se hizo después de ello. No sabía que decir, entonces se me ocurrió tratar de decir algo para relajar la situación.

—Pero hey, al menos después de tanto tiempo por fin nos volvemos a ver.

Entonces ella me mira y me sonríe.

—Ja, eso es cierto, mira cuánto hemos crecido ambos. Además resulta que ambos somos Otakus.

Y vamos de nuevo, otra vez dice esa palabra que tanto me molesta.

—Ya te dije que no me gusta que me digan así.

Entonces me lanza una mirada, después de ello nos volvemos a quedar en silencio. Parece que mi plan falló.

—Pero... está bien si eres la única que me dice... Otaku. A final de cuentas estamos en la misma situación... ¿Cierto?

Me mira al rostro con una cara bastante graciosa, entonces estalla.

—Phuajajajajajaja...

Riéndose a carcajadas en mi cara, espero que no se esté burlando de mi.

—Jajaja... está bien, tienes razón, ambos estamos igual. Entonces a partir de hoy te puedo llamar Otaku libremente.

Sorprendentemente no dijo nada fuera de lo normal. Entonces rápidamente contesté.

—Entonces... ¿Como debería llamarte yo para estar a mano?

—Mmm...

Al parecer ella aceptaría que yo la llamara de alguna extraña forma con tal de quedar a mano. Eso me hizo bastante feliz, debía buscar como llamarla sin que la hiciera molestar.

—Ya se

Me sorprendió su forma de contestar, tanto que pegue un brinco del susto.

—Te daré un día para que pienses, por el momento ya iré con mis padres, que ya anocheció y creo lo apropiado sería despedirnos para ir a dormir.

—Esta bien.

No sabía que decir, seguía perdido en mis pensamientos sobre cómo debería llamarla, pero al final me quedaba un día entero.

—Entonces ya te avisaré, espero algún día de estos podamos salir como cuando éramos niños y nos dejaban ir al parque.

—¿Acaso me estás pidiendo una cita?

Esa maldita, burlándose de mi justo cuando traía baja la guardia.

—Bueno Nath, cuídate, mañana ya veremos.

Ese día fue cuando empezó todo, todo lo que llevaría hacia la fase más problemática de mi vida. Es aquí donde comienza en verdad este gran problema llamado Dania.