O PARTE l: La dama en la Montaña

El día del Padre Inti.

Una fecha especial para celebrar y recordar al Dios Sol, que nos ilumina y guía durante el día. Su suave brillo nos da calor y alimenta a las plantas para que florezcan. Todos amamos la luz, y odiamos la oscuridad.

En la Dinastía de Mergana, el festival del Sol se celebra cada año. Mi padre, el emperador, acude personalmente a la ceremonia del solsticio.

Se cuenta que fue en un solsticio que el primer emperador fue enviado por el Padre Inti para gobernar estas tierras, por eso como descendientes del sol, debemos estar presentes en esta ceremonia, cada generación de Mergana ha presenciado el solsticio del Sol.

Sin embargo, yo sigo aquí.

Por que como dije, amamos el sol, pero odiamos la oscuridad, y soy aquella oscuridad.

Mi nombre es Ymac, Ymac Mergana, hija del Emperador y descendiente del sol.

Se supone que, como descendiente del sol, puedo controlar la luz y calidez, pero eso no es cierto, ninguno de la familia Mergana ha podido controlar la luz, solo el aire.

Pero mi familia se enorgullece de sus ojos, dorados como el oro, se hablaba que eran los ojos del Inca y que solo los hijos del sol podían tener tales ojos.

Mis ojos son negros como el carbón, al igual que mi cabello.

Por eso estoy aquí, encerrada.

Ellos creen que soy un demonio, un error y una abominación.

Mi madre me dio a luz en el Lago de Taalo, en donde se cree que es un pasaje hacia el inframundo. Por semejante herejía se le ejecutó por traición.

Sin embargo, fui criada por una doncella, hasta que fui mayor y desde ese día estoy aquí.

En esta celda, encerrada dentro de una montaña.

Incluso desde aquí todavía puedo ver el sol, tan alto en el cielo, y la Luna que llora por mí en las noches.

Soy una Mergana, que fue olvidada y abandonada.

El sol no puede tocarme aquí, el aire es pesado y la luna tan observadora.

¡¿Por qué soy tan distinta?! ¡Por qué! ¡Por qué! ¡Por qué! ¡¿Por qué soy tan miserable?!