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O LI: Bajando las Montañas (II)

El Auqui declaró el descanso, para luego dirigirse a su campamento. El cansancio se reflejaba en los rostros de los soldados, quienes habían enfrentado desafíos constantes durante la travesía por la cordillera, aunque no habían sufrido una baja la fatiga mental de combatir serpientes y susurros perturbadores había influenciado en los soldados.

Con fatiga en sus cuerpos y en sus mentes, los soldados se dejaron caer en el suelo, buscando alivio para sus músculos agotados. Algunos se recostaron sobre las rocas, mientras que otros encontraron un pequeño rincón de terreno plano donde descansar. El silencio se apoderó del campamento, solo interrumpido por el sonido de las respiraciones entrecortadas y los suspiros de alivio.

El Auqui se adentró en su tienda, sintiendo el peso de su responsabilidad sobre sus hombros. Había sido testigo de la valentía y el sacrificio de sus soldados en la batalla contra las serpientes y las voces susurrantes. Su corazón estaba lleno de gratitud hacia aquellos que habían luchado a su lado, arriesgando sus vidas por la causa común.

Dentro de la tienda, el Auqui reflexionaba sobre los desafíos que habían enfrentado hasta el momento. La montaña había sido un obstáculo formidable, pero ahora, al fin, habían logrado descender a terreno más seguro. La satisfacción se mezclaba con la fatiga en su ser, reconociendo el progreso que habían hecho.

Mientras tanto, fuera de la tienda, los soldados compartían palabras de aliento y se felicitaban unos a otros por su valentía. A pesar del cansancio que los embargaba, una sensación de camaradería se había forjado entre ellos a través de las dificultades compartidas. Se recordaban mutuamente la importancia de su misión y se alentaban a seguir adelante.

El ejército Inca, en ese momento de respiro, encontraba consuelo en la certeza de que habían superado uno de los momentos más desafiantes de su travesía. La montaña había puesto a prueba su resistencia y determinación, pero ellos habían prevalecido. La satisfacción se reflejaba en sus ojos y sonrisas cansadas, mientras disfrutaban del merecido descanso.

El Auqui declaró que el breve descanso había llegado a su fin y ordenó al ejército reanudar la marcha hacia la parte más baja de la montaña. Los soldados, aunque cansados, se levantaron con determinación y se prepararon para continuar su descenso.

Después de varias horas de descender por los escarpados caminos de la montaña, finalmente alcanzaron la superficie, dejando atrás las alturas peligrosas y los desafíos que estas les habían presentado. Un suspiro colectivo de alivio resonó entre los soldados al pisar terreno firme una vez más.

El Auqui, sintiendo la satisfacción de haber superado aquel obstáculo formidable, decidió aprovechar el momento para inspirar a sus tropas. Se posicionó en un lugar elevado donde pudiera ser visto y escuchado por todos.

Con voz firme y llena de determinación, el Auqui pronunció un discurso motivador que resonó en el corazón de cada soldado. Habló sobre la importancia de la unidad, el coraje y la perseverancia en la lucha por la libertad y el honor del imperio Inca.

Mencionó la montaña que acababan de descender como una metáfora de los desafíos que habían enfrentado y seguirían enfrentando en su camino hacia la victoria. Destacó la satisfacción que todos sentían al haber superado ese obstáculo y cómo esa misma satisfacción debería fortalecer su espíritu y su determinación para superar cualquier adversidad futura.

El Auqui elogió el valor y la valentía de sus soldados, recordándoles que eran parte de una gran tradición de guerreros incas que habían enfrentado y triunfado sobre obstáculos aparentemente insuperables en el pasado. Los instó a llevar ese legado con honor y a no flaquear ante las dificultades que aún les esperaban.

Las palabras del Auqui resonaron en el aire, llenando los corazones de los soldados de confianza y renovada energía. A medida que el discurso llegaba a su fin, un grito unificado de determinación se elevó desde las filas del ejército Inca, demostrando que estaban listos para enfrentar cualquier desafío que se presentara en su camino.

Con el espíritu elevado y una nueva motivación en sus corazones, el ejército del Auqui reanudó su marcha con paso decidido. Atravesaron la superficie de la montaña con renovada determinación y una sensación de orgullo por haber superado otro obstáculo en su búsqueda de la grandeza.

Ahora el ejército Inca y el Auqui continuarían la misión que el Inca les encomendó, atacar el campamento de los Chankas y asesinar a su líder.

¡Hola, aquí el autor! Espero que hayan disfrutado de este capítulo, no se olviden de apoyar esta historia recomendandola o comentando (yo los leo) Sin más, me despido, nos vemos el Sabado.

Johan_Peraltacreators' thoughts