Al escuchar tal anuncio, Valerio parpadeó, no muy seguro de haber oído bien.
—¿Qué? —preguntó.
—Esta niña que está aquí es tu hija —confirmó Lefron, y Valerio, que lo miraba fijamente, frunció el ceño profundamente.
—¿Es esto una broma? ¿Cómo... esa niña es mía? —preguntó él, echando un vistazo a la pequeña.
—Aquella noche que pasamos juntos. ¿No te acuerdas? —preguntó Sarah, quien había permanecido en silencio todo el tiempo, y Valerio desvió su atención hacia ella.
—¡Eso fue hace once años, mujer! Ni siquiera fue consensuado. ¡Me drogaste! —Valerio la miró fijamente con aparente enfado en su rostro, y Sarah le devolvió una mirada de indiferencia.
—Es tu culpa. Si tan solo me hubieras aceptado, entonces... ¡olvídalo! Lo que estoy diciendo es que Dafne es tu hija. Quedé embarazada de ella después de aquella noche que pasamos juntos —explicó ella, y Valerio levantó su mano, deteniéndola para que no hablara más.
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